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Renovarse o morir - Archivo Expoflamenco
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Renovarse o morir

Ponerse una camisa por fuera, salir al escenario con botines y bailar con una gallina en la cabeza no es renovar: es hacer el indio. Y cantar con una guitarra eléctrica no es renovar nada, es solo cantar con una guitarra eléctrica.


Después de genio, la palabra más usada estos días por los aficionados y la crítica es renovador, del verbo renovar. De todas las definiciones del DRAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española), me gusta esta: “Sustituir una cosa vieja, o que ya ha servido, por otra nueva de la misma clase”. Dar nueva energía a algo, transformarlo. Ha habido renovadores en el baile flamenco, sin duda, pero no tantos como pudiéramos pensar. Ahora parece que hay más que piedras de mechero: Antonio Canales, Israel Galván, Andrés Marín, María Pagés, Rocío Molina, Olga Pericet

Ponerse una camisa por fuera, salir al escenario con botines y bailar con una gallina en la cabeza no es renovar: es hacer el indio. Esto lo podemos extrapolar al cante. Cantar con una guitarra eléctrica no es renovar nada, es solo cantar con una guitarra eléctrica. Como si lo quieren hacer con un tambor o una gaita. La Tremendita no es una “revolucionaria del cante”, como ha dicho un conocido crítico. Tiene mérito como artista, pero una revolución es otra cosa. ¿Qué ha revolucionado? No es por crear polémica, sino por aprender, que es algo que hay que hacer cada día.

En el cante, un renovador fue Don Antonio Chacón. Dirán que por qué, y es lógico. Escuchen toda su obra y luego hagan lo mismo con las de sus coetáneos. Sí, escuchen al jerezano y luego al Mochuelo, Escacena, Revuelta, Manolo Pavón, Cayetano Muriel o Miguel Macaca. La diferencia técnica es abismal. Es decir, la vocalización, la afinación, la manera de cuadrar las letras, la calidad de las coplas, el temple, la elegancia, la seguridad de sus notas, sin descomponer jamás la melodía en las escalas…

 

«Don Antonio Chacón fue un verdadero renovador, porque llegó, cantó y ya nada fue igual en el cante»

 

Pero eso es poco flamenco, suelen decir los entendidos cuando hablan de Chacón. Lo que es poco flamenco es desafinar, destrozar las letras, sonar a perros o irse de compás. Lo de Chacón es cante jondo de una calidad insuperable en su tiempo y aún no ha nacido quien cante con más calidad si tenemos en cuenta los medios de grabación y la poca importancia que se le daba entonces a cuidar una obra discográfica. Fue un verdadero renovador porque llegó, cantó y ya nada fue igual en el cante.

Antonio Gades fue un renovador del baile. Y su maestro Vicente Escudero. Y antes la Argentinita, Antonio, Carmen Amaya, Mario Maya…. Aún hoy hay cosas en las maneras de las bailaoras y los bailaores jóvenes. Llegaron, bailaron y ya nada fue igual en la danza flamenca. Renovaron formas, estéticas y conceptos que aún son útiles.

 

«Uno no se levanta una mañana y dice, como el que se toma un café: voy a renovar el flamenco»

 

Y qué decir de la guitarra. Partirla a porrazos no es renovar. En todo caso, renovar la guitarra,  que de eso viven los guitarreros. Paco el de Lucena y Paco el Barbero fueron dos grandes renovadores. Que por eso tocaron luego también Javier Molina, Ramón Montoya, Sabicas, Ricardo, Manolo de Badajoz, Miguel Borrull, Currito el de la Jeroma, Pepe Martínez o Antonio Moreno. Y más adelante, Serranito, Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar o Paco Cepero. Dos innovadores crearon a media docena de innovadores.

¿Renovarse o morir? Claro, siempre. Pero que quede claro que uno no se levanta una mañana y dice, como el que se toma un café: “Voy a renovar el flamenco”. Que hay muchos fantásticos por ahí.

Imagen superior: Rosario La Tremendita – Foto de Claudia Ruiz Caro, Bienal de Flamenco

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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