Aquella noche con Morente y Camarón
Se formó una buena reunión y se encartó hablar de la Llave del Cante, con Morente y Camarón divididos. Enrique habló de Marchena y José de Caracol. Según ambos artistas, habían sido los dos grandes genios del cante, tanto intérpretes como creadores.
Estaba tan tranquilo en casa leyendo a Lorca y el teléfono me sobresaltó. Era Enrique Morente: “Manolico, prepárate que Felipe te va a recoger para traerte a Sanlúcar, que estamos en una fiesta con Camarón”. En efecto, Felipe Martín Chica, el compae de Enrique, se pasó por Triana para llevarme a la fiesta, en la que no solo estaban Enrique y Camarón, sino otros grandes artistas y algún que otro político de fuste. Era a las afueras de Sanlúcar, en una finca camino de Jerez, cuyo dueño tenía caballos de decenas de miles de euros.
Había comida para quitar el hambre en el mundo, pero esa noche aparcamos el romanticismo anticapitalista y nos dejamos llevar por el arte. Se formó una buena reunión y se encartó hablar de la Llave del Cante, con Morente y Camarón divididos. Enrique habló de Marchena y José de Caracol. Según ellos, habían sido los dos grandes genios del cante, tanto intérpretes como creadores. Cuando alguien habló de Mairena, los dos se miraron con una complicidad que cortaba el aire como una navaja barbera.
Cantaron algo, poco, pero Enrique lo hizo por Marchena (Como un niño) y José por Caracol (Malvaloca), con un gusto que nos hicieron llorar. Luego, el granaíno recordó a Caracol (Me saquen a divertir) y el de la Isla a Marchena (Tú levantaste el vuelo), para darse chocazos. Estaban en la fiesta dos artistas y un flamencólogo jerezanos, que enseguida sacaron a Manuel Torres y a Chacón. Y cuando íbamos ya por siete u ocho posibles llaves a título póstumo, dijo José Monje Cruz: “Podemos ir de cementerio en cementerio dando llaves, ¿no?”. Nunca había visto reírse tanto a Morente, quien, por cierto, adoraba al maestro de San Fernando.
La reunión acabó en Jerez por la mañana, con churros y aguardiente. Cuando Enrique y José se despidieron dándose un abrazo eterno, supe que había vivido posiblemente la noche más flamenca de mi vida. “No escribas sobre esto, Manolico”, me dijo Enrique, por los políticos y empresarios que habían estado en la fiesta, con amantes y otros vicios. Lo hago hoy, en esta mañana fresca de agosto, porque hace ya treinta y dos años de aquello.
Angel 18 agosto, 2022
Interesante estampa. Una observación: aquella fiesta sería hace más de 30 años, no casi 30 años, pues Camarón, en julio, hizo ya 30 años que murió. Saludos!