Antonia Contreras, la cantaora
Antonia Contreras es una señora cantaora que interpreta el cante clásico y que defiende un legado artístico. El de La Trini de Málaga, por ejemplo. Sabe a Málaga y cuando canta, si cierras los ojos y te dejas llevar, estás viendo sus montes, las empinadas calles de Álora o el Tajo de Ronda.
Siento una especial predilección por una cantaora malagueña, Antonia Contreras. No solo porque canta de maravilla, sino por su saber estar y elegancia dentro y fuera de los escenarios. Saben que soy de los que piensan que cualquiera que cante palos flamencos no es cantaora si no tiene la mentalidad. Es como ser o no cantaor, ni más ni menos. Es querer serlo, sentirlo, aceptar que ser cantaor implica defender una postura ante el arte, como hicieron Chacón, Manolo Caracol, Tomás Pavón o Antonio Mairena. Cantante puede ser cualquiera, pero cantaor, si no tienes esa mentalidad, no. No entiendo que haya algunos que digan que son algo más que un cantaor, como si les pareciera poco. Y lo dicen porque a veces se salen del tiesto para intentar demostrar que son creadores. ¿De qué?
Antonia Contreras es una señora cantaora que interpreta el cante clásico y que defiende un legado artístico. El de La Trini de Málaga, por ejemplo. Interpretar a los clásicos o las clásicas del cante es algo muy importante y lo veo como el mejor homenaje a ellos o ellas. Otra cosa es la burda imitación, pero Antonia no imita a nadie, canta a la manera tradicional y le pone a los cantes su impronta personal. En La voz vivida, su último disco, hay muestras de esto que digo. Pero hay algo que me encanta de esta gran artista, de una manera especial: su discreción. Antonia no hace cosas para estar en el candelero –o el candelabro, como diría Sofía Mazagatos–, limitándose solo a cantar allí donde la contratan y a dejar alto el pabellón malagueño, porque es una cantaora malagueña, de esa bella y flamenca provincia. Sabe a Málaga y cuando canta, si cierras los ojos y te dejas llevar, estás viendo sus montes, las empinadas calles de Álora o el Tajo de Ronda. Para Antonio Mairena, el sabio de los sabios, la pureza era el sabor al paisaje.
Antonia es eso, el sabor al paisaje malagueño e incluso el olor. Es ahora mismo la mejor cantaora de su generación, una maestra en el sentido más estricto de la palabra. A maestras así hay que apoyarlas siempre si queremos que el cante jondo no acabe siendo cosa de cantantes con aspiraciones a cantaoras. Porque, repito, cantaora no es cualquiera, sino la que tiene el don y la mentalidad.