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Antipatriotas de lo jondo

A los antipatriotas de lo jondo, que piensan que donde únicamente saben de flamenco es fuera, porque les aplauden todos los pestiños, les digo que la única manera de volver a ser admirados en la cuna del arte jondo es dejar de tomarnos el pelo y de dar ojana.


Existe la creencia, equivocada, de que en España es donde menos apoyamos el flamenco y que se gastan más dinero en cualquier país que en el nuestro. Es verdad que aquí podríamos querer más a este arte tan nuestro y tan dejado de la mano de Dios y el Estado, pero tampoco es cuestión de mentir. Hace unos días leí parte de una entrevista al bailarín y bailaor sevillano Andrés Marínbailarón, llamaba Joaquín Cortés a los mixtos– en la que se refería a esto, diciendo, entre otras cosas, que sobrevive gracias a países como Francia u Holanda.

 

Entiendo que el fino artista del Barrio de la Feria no guste ya tanto en Andalucía, porque dejó de bailar flamenco hace tiempo, al menos como bailaba años atrás, que era una maravilla de creatividad y frescura. No es lo mismo ser un ídolo en algunos países de Europa que aquí en Andalucía, se diga lo que se diga. Aquí es más difícil dar gato por liebre, y lo digo porque he visto y escuchado flamenco en Europa y en América. O sea, en medio mundo. He visto obras de flamenco en Alemania, con un teatro de dos mil personas puestas en pie, que aquí las verían desde el ambigú comiéndose una tapa de tortilla.

 

Les tengo un gran respeto a los aficionados de fuera de Andalucía, pero, como ocurre aquí, también hay un público que se lo traga todo. Incluso lo de Andrés Marín, Israel Galván o Rocío Molina, quienes, aunque saben bailar y lo han demostrado, colocan a veces unas bacalás como catedrales góticas. Se queja Marín de que en España se apoya poco a las compañías de flamenco, la creación, y no le falta razón. Pero tampoco podemos financiar con dinero público todas esas bacaladas que solo gustan a los neófitos, españoles o extranjeros. Imaginen que tenemos que subvencionar todas las paridas que lleguen a la Junta. Para eso está la Bienal de Chema Blanco, que le cuelan unos bodrios increíbles.

 

 

«Se queja Andrés Marín de que en España se apoya poco a las compañías de flamenco, la creación, y no le falta razón. Pero tampoco podemos financiar con dinero público todas esas bacaladas que solo gustan a los neófitos»

 

 

Cualquier artista flamenco está en su derecho de hacer lo que le dé la gana. De suicidarse artísticamente, si lo desea. Allá cada cual. Pero lo que no es de recibo es que nos pongan de ignorantes porque opinamos negativamente sobre sus sancochos. A algunos no les resulta fácil engañarnos y como no pueden hacerlo aprovechan una entrevista para intentar descalificarnos, decir que no sabemos o que somos críticos de las cuevas del neolítico.

 

A estos antipatriotas de lo jondo, que piensan que donde únicamente saben de flamenco es fuera, porque les aplauden todos los pestiños, les digo que la única manera de volver a ser admirados en la cuna del arte jondo es dejar de tomarnos el pelo y de dar ojana por un tubo. Duermen a las focas. Lo siento, pero es que tenía ganas de decir esto.

 

Imagen superior: foto promocional de ‘La vigilia perfecta’, de Andrés Marín. 

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

5 COMMENTS
  • Juan 24 enero, 2023

    Me sorprende mucho su articulo. Los artistas tienen derecho a quejarse como usted decir lo que quiera. Pero lo que me sorprende es su agresividad. Usted busca la polémica como quizás estos artistas tienen que hacer concepciones para abrirse camino. Hablamos de lo mismo es un símil con sus diferencias, la calidad de este bailaor es muy superior a cualquier silaba que usted escribas. (Usted sin polémica no es nada interesante, es mediocre literalmente hablando).El flamenco se mereces a grandes literarios y analistas. Y me atrevo a dudar de su conocimiento. Si hablamos de arte le aseguro que nadie lleva la razón, y desde ahí es donde hay que partir para llegar a respetar a los creadores, algo que usted no hace desde tiempos pasados. Me da la sensación que todo lo que a usted no le guste no se debería subvencionar. Da su opinión, si pero con excesiva agresividad y fanatismo. Se adapta usted a los tiempo o seguirá diciendo pamplinas. No es un articulo de altura, es de barra de bar con unos cacahuetes y cerveza.(espero que fría). Esta pagina me pide que me de de alta… mientras escriban gente como usted no se me ocurriría jamás como a tantos muchos. Si un artista dice que gracias a que trabaja fuera puede sobrevivir, en vez de atacar pensemos formas de solucionar o al menos un autoanálisis de por que pasa eso, y no en atacar, es mucho mas inteligente. Y deje que cada uno tenga su estilo sin que sea atacado. Relax!! Al flamenco le hace usted mas daño que un creador.
    Yo me quedo con Manuel Martin Martin ese tiene nivel literario y sabe muchísimo. Usted no.

  • Francisco en Paris 24 enero, 2023

    Juan, veo su opinión muy agresiva y dirigida no al argumento sino al autor del artículo al que parece tener mucho rencor. Seguramente porque ha dado en el centro de la diana, como casi siempre….

  • Alfonso Delgado 25 enero, 2023

    Quizás, es que nosotros o muchos no entienden que el flamenco es un género vivo, y este arte que muchas veces gusta más fuera que aquí mismo, sepan valorar los nuevos caminos, que jondura acerca a la juventud, quien vende en la juventud, con una afición envejecida, el flamenco lo construye los artistas y los teatros llenos, lo clásico sobrevive como Mozart en la música y Pastora Chacón, Marchena, Mairena Fosforito, Calixto Sánchez, Camarón, Morente fueron creadores también construyeron y también alguno fueron criticados, mi abuelo fumaba «Celtas» cuando se fueron muriendo dejaron de venderlo, el futuro es el flamenco que se haga hoy con el conocimiento del de ayer, hay que construir para alojar lo viejo y lo nuevo… ¡Los tiempos pasados fueron mejores, o los tiempos que

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