¿Qué es ser cantaor de flamenco?
De los que ven los toros desde la barrera, pero toreros. De los que desafinan, si me apuran, pero que sienten. ¿Qué es ser cantaor? Pues eso, cantar con el alma de la memoria.
Un buen columnista no debe hablar de él sino de quienes de verdad interesan a los lectores. Pero hoy necesito hablar de mí, contar algo que alguna vez he apuntado y que muchos conocen. Soy un cantaor fracasado, pero cantaor al fin y al cabo. Como dijo una vez el gran Manuel Centeno, cansado de la dictadura del pellizco, soy un cantaor fino pero sin duende, sin enjundia, sin metales. Posiblemente con conocimientos del cante, pero ¿a quién le interesa eso, la sabiduría jonda? En otros tiempos era algo que se valoraba mucho, pero hoy interesa más la fachada, el escaparate, el paripé, la pataíta con ángel, la imagen o la página en Facebook.
Nací en un siglo equivocado, soy del XIX, un Nitri o un Frijones o un Ramón el Ollero. Tomás Pavón le cantaba a los barbos en la Barqueta y yo le canto a los olivos. El Mellizo se iba a las iglesias a Cádiz a tomar el fresquito y a escuchar cantar a los curas y yo me encierro en mi estudio, con la luz apagada, para marcar el compás en la mesa del despacho y acordarme de quienes cantaban porque necesitaban echar fuera de sus cuerpos el sentimiento.
En mi cuarto hay un busto de escayola de Camarón con una gorra campera de Marchena y una fotografía de Pepe Torres que tuvo en su casa la Tomasa, su hija. Cientos de libros amarillentos por el paso del tiempo y la nicotina, viejos cancioneros, la faca con la que posiblemente inmortalizaron al Canario, un pañuelo de Farruco y dos trajes de baile de Mario Maya, manuscritos de Ricardo Molina y cartas de Mairena, dos peinecillos de la Niña de los Peines y unas botas de baile de Vallejo, un pedazo de la cruz que Joselito el Gallo le compró a su madre, Gabriela Ortega Feria, cuando murió. Añejas fotografías de color sepia, guardadas celosamente en una caja de mantecados La Estepaña. Un disco de Tomás Pavón, el del Reniego, que Pastora y el Pinto abrazaban cuando lo echaban de menos, o sea, casi todos los días. Unos zapatos de Marchena, de esos que le hacían a medida en Italia. Una fotografía de Juan Talega, original, de Benito Moreno. Un cuadro pintado por Manolo Sanlúcar, El Partenón, barnizado con el compás ternario y el modo dórico. Un mensaje de Félix Grande en el teléfono diciéndome que le había emocionado un relato sobre mi abuelo. Y unas cintas de carrete de Ramón Medrano, el cantaor sanluqueño, hablando de la giliana y del cante de las Mirris, de la chica y de la grande, entre cientos de cosas más.
Ser cantaor es también eso, amar las cosas de quienes se fueron. Cantaor frustrado, sí, atormentado, impotente ante un tercio seguiriyero de los Marrurros, que hay que ver cómo lo pusieron de difícil aquellos gitanos de Jerez que se quitaban el hambre a bofetadas en los tabancos y en los patios de vecinos de Santiago o San Miguel. Cantaor de voz malaje, salobre, sin gracia, sin el don del arte y la belleza, pero cantaor. Autor de letras, de coplillas del alma. Buscador de datos en cementerios, juzgados y parroquias. Soñador de fiestas imposibles, de manos a mano quiméricos y de borracheras flamencas que solo son reales en mi imaginación. Cantaor, claro, de los vergonzosos, de los tímidos, de los que cierran los ojos para no ver las caras que ponen quienes desconocen que los cerramos para rebuscar en nuestro interior, allí donde se funden la sensibilidad y el dolor, los celos, la pasión, el amor a la madre, la amarguras de la vida, las dichas y las desdichas, el sabor del vino y el olor de las rosas y los jazmines de viejos patios de arriates y desconchados. Cantaor, por supuesto, de los antiguos, si quieren, pero cantaor. De los que ven los toros desde la barrera, pero toreros. De los que desafinan, si me apuran, pero que sienten. ¿Qué es ser cantaor? Pues eso, cantar con el alma de la memoria.
Paco Benitez Flamenco 22 julio, 2019
HOLA, ¿QUIERE SALIR EN LA TELE?
Claro, ceden la mayoría con tal de salir en la caja tonta encantados. Ahí ya no existe cuánto me van a dar ni si tengo que pagar. El caso es que tú te veas en la tele, y de camino le preguntamos al entrevistador a qué hora sale esto. Recuerdo allá por los años 55 mas o menos, yo era un chavalillo de pantalón corto, y mi abuela que era una señora corpulenta y bien parecida, aunque tenía unos grados de invalidez, me decía: Paquito, tú por qué no te presentas en la radio, y yo te escucho cantar por el Principe Gitano que lo haces muy bien. Abuela, no me gusta alardear de lo que no valgo y ni tampoco me gusta eso de ser artista. Chiquillo!!, que yo te escucho y toda la familia, anda, que lo haces muy bien. Dame ese capricho, hijo. Así, con tanta insistencia, me apunté a un concurso en Radio Cádiz y otro en Radio Juventud, y por los vítores del publico creo que no lo hice mal, pero lo que yo más quería es que mi abuela me oyera, y se saliera con la suya de estar contenta y de otorgarle ese capricho que ella tanto deseaba, ver a su nieto en las ondas. En aquellos años la TV estaba muy apaciguada y no había tanto jolgorio y aun menos dinero para comprar una que valía un ojito de la cara, y mi pare el pobre mío no tenía suficiente dinerito para embarcarse en letras para comprarse una. Así me inicié en esta farándula del arte flamenco. Conocí a muchos artistas consagrados de aquellos años. Tuve el gran orgullo de conocer a los maestros de la copla Quintero Y Quiroga, al gran Juanito Valderrama, Pepe Pinto y esposa, que por cierto aún tengo un pañuelo de ella que se le cayó al suelo en el Cine de Andalucía y me dijo: chaval, quédate con él de mi recuerdo. Y así como estas anécdotas tengo infinidad de ellas. Yo nunca me he querido destacar en nada y aun menos en esto del flamenco. ¿Y saben amigos por qué? Porque hoy en la actualidad esto del arte lo comparo como los locos del fútbol, en que si por ejemplo se menciona a «Manuel Torre o al Fillo, ya tenemos la discusión padre. Mi punto de vista, en la actualidad no le eches flores a un artista diciéndole qué bien canta, que verás los goles que te mete en tu portería, sin tú esperarlo. Dile lo contrario, verás como mañana viene hasta un reportero de Canal Sur para hacerte una entrevista. La fantasía y el mal rollo nunca han sido santo de mi devoción. Así que el quiera que se apunte a la tele.