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El abuelo y los niños viejos - Archivo Expoflamenco
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El abuelo y los niños viejos

-Abuelo, ¿estás al tanto de esos chiquillos que están saliendo, que cantan como viejos.


-Abuelo, ¿estás al tanto de esos chiquillos que están saliendo, que cantan como viejos. Porque es poco normal que un adolescente de 16 años suene como Perrate de Utrera, ¿no te parece?

-Mira, Manolillo, eso es imposible, no es natural, pero entiendo que a un chaval de esa edad le gusten los ecos antiguos, gitanos, y los reproduzca de una manera mimética. Da igual si lo hace con PerrateChocolateVallejo o Marchena. Si te refieres a esos chiquillos tan sonados, El Purili, Manuel de la Tomasa y El Boleco, es que ellos lo sienten así, no creo que nadie los haya encerrado en un cuarto y los haya obligado a parecerse a Perrate o Juan Talega. Mira, alguien me contó que Antonio Mairena, que cantaba desde niño, lo hacía de falsete y que tenía una voz limpia y brillante. Luego, cuando fue siendo mayor, escuchó a Manuel Torres, Joaquín el de la Paula, El Gloria y Pastora Pavón, y, como también le cambió la voz, comenzó a cantar de otra manera y a pegarse a la escuela que él llamó más tarde cante gitano-andaluz. Y le pasó lo mismo a Caracol. De niño imitaba a Rebollo y a Pepe Pinto, pero hasta que hizo el cambio de voz y fue consciente de que tenía que defender la escuela de su casa y de los gitanos, porque era un Ortega.

-O sea, abuelo, que un cantaor no nace ya con un tipo de voz determinada.

-No hay dos voces iguales, ni las ha habido nunca. Tú puedes tener una voz grave o aguda, seas cantaor o no, digamos de una manera natural. Pero las voces se impostan. Un niño con ocho años es imposible que suene como Mairena, pero puede forzar la voz para parecerse. Es lo que llamamos impostar la voz. En Mairena del Alcor casi todos los cantaores intentar sonar como Antonio Mairena, por lo que representó en este pueblo. Sin embargo, antes que Mairena, en su pueblo sonaban de otra manera los cantaores, según los más viejos del lugar. Antonio aportó un tipo de voz, la natural, con un sonido suyo creado a base de escuchar a sus ídolos. Si te das cuenta, Antonio Mairena es Pastora Pavón con la voz de hombre, suena igual y construye el cante, técnicamente, de la misma manera. Lo escuchas por tangos o bulerías y se nota mejor que en otros palos.

-Resumiendo, que tú no te crees a los niños que cantan como viejos. 

-No mucho, pero, como te he explicado, entiendo que los haya que busquen unas referencias quizás contrarias a sus propias cualidades y a lo mejor condicionados por el ambiente o su propia familia.

-¿Desde cuándo no sale una voz totalmente nueva, abuelo?

-No paran de salir, creo. Recuerdo cuando salió Camarón. Es verdad que se parecía a algunos cantaores –y cantaoras– de Cádiz, porque era de esa zona, pero su timbre era nuevo, salió con un sonido suyo que en un principio no recibió la aprobación de Caracol, por ejemplo. Sin embargo, Mairena vio en él algo nuevo e hizo todo lo posible para que fuera premiado en el concurso de su pueblo cuando era un adolescente de 16 o 17 años. A los gitanos viejos no les gustaba Camarón. Y fíjate la que lió cuando grabó sus primeros discos, con aquella voz salvaje pero pulida. Ha sido el revolucionario de este tiempo, sin duda. No dejó una escuela buena, pero él era un genio.

-¿Más o menos como cuando salió el Niño de Marchena?

-Más o menos, sí. Eran otros tiempos, pero fueron genios parecidos, niños prodigios que no se quedaron a medio camino y que hicieron historia. Igual que la Niña de los Peines o El Carbonerillo. O Antonio Ruiz y Carmen Amaya en el baile. Esos nacieron genios.

-Abuelo, eres una escuela para mí.

-¿Sabes una cosa? Tú para mí también.

 

 


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Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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