El abuelo y la gracia de Cádiz
-Abuelo, ¿te perdiste el martes en el Central de Sevilla el espectáculo ¿Qué pasaría si pasara?, de Riki Rivera, David Palomar, El Junco y Roberto Jaén?
-Abuelo, ¿te perdiste el martes en el Central de Sevilla el espectáculo Qué pasaría si pasara, de Riki Rivera, David Palomar, El Junco y Roberto Jaén?
-Estaba dando mis clases de cajón.
-¿Tú dando clases de cajón? Será recibiéndolas, ¿no?
-Eso, recibiéndolas.
-¿Y eso?
-Es que me han dicho que es muy bueno para las artrosis, que tengo las manos que parece que me las ha pillado un carro. Y El Cepillo, el de Sanlúcar, es un fenómeno para eso porque, además de que es un fenómeno, te da de comer muy bien.
-Pues si no fuiste a lo de Cádiz, te perdiste lo mejor de los últimos años. Una gozada.
-Mira, en Cádiz hay gracia, claro, pero también mucha ojana, ¿sabes? Y yo ya no aguanto más ojana, que ya está bien. Me gusta la ojana con arte, pero no la malaje.
-Es este espectáculo no hay ojana, abuelo, solo arte y talento. Y gracia, claro. No me he reído más en mi vida, que me maten que sí. Un cuarteto para la historia. Y no fue solo de guasa gaditana, que la hubo. Tendrías que haber visto cómo cantó por soleá David Palomar, sobre todo las de El Chozas. Y cómo bailó El Junco o tocó la guitarra Riki Rivera, un talento.
-Tú no viste Las calles de Cádiz, de La Argentinita. Ahí sí que había arte. Luego lo montó Concha Piquer, tras la guerra, y había más arte todavía. Lástima que no vieras bailar a Pablito de Cádiz, que ese sí que tenía ángel. Y estos chavales de los que me hablas son estupendos, muy naturales y flamencos.
-Yo creo que ese espectáculo va a América y se forran. Es que tienen un talento increíble. Y fíjate, El Junco le tiene que poner velas al Gran Poder para bailar en la Bienal, y ni así. No hay vergüenza, abuelo.
-Lo que no hay es cabeza, Manolillo. Con el potencial que hay ahora mismo en el flamenco y lo mal que está todo. Esa Bienal, que no se puede programar con menos cabeza.
-Siguiendo con la actualidad, abuelo, ¿te enteraste de la muerte de Antonia La Negra? Qué pedazo de cantaora, ¿verdad?
-Una fiera. Y su marido, el bailaor Juan Montoya, era el más elegante de todos. Levantaba los brazos y se salían los albures del río en Triana. Antonia tenía un eco suyo, no se parecía a nadie. Y era guapa como ella sola. No ha estado valorada y lo pasó muy mal la pobre en muchos momentos. Cosas del cante, que a veces es ingrato. Pero, ¿sabes lo que te digo? Que ahí quedó eso, una cantaora para la historia.
-Su hija Angelita Montoya es una cantaora estupenda.
-Sin duda. Más flamenca que Lole, aunque esté mal decirlo. Angelita tiene otra profundidad.
-¿Qué hay hoy de almorzar, abuelo?
-Espinacas con garbanzos del rebusco.
-¿Tienes algo en contra del entrecot de ternera?
-Para entrecot estamos, chiquillo.