David Rodríguez: un nuevo fenómeno de la guitarra
Va a ser uno de los grandes de la guitarra. Tiene eso que hace que alguien consiga ser grande en un arte: ganas de serlo. Afición, compromiso, predisposición… En definitiva, amor a la guitarra y al flamenco.
Foto: cienxcien flamenco
El pasado miércoles dedicaba mi artículo a un joven cantaor linense, El Purili, y hoy quiero que conozcan a David Rodríguez Romero, de la localidad sevillana de Arahal, de 17 años de edad y con unas cualidades como guitarrista que han valorado ya genios como Manolo Sanlúcar o Rafael Riqueni. La vocación musical y flamenca de este chaval es extraordinaria, así como su apego a los grandes maestros de la sonanta y del cante. Por ser de mi pueblo, lo conozco desde niño y me asombraba ver cómo con solo 10 ó 12 años era capaz de decir cosas sobre la guitarra flamenca que no entraban en el vocabulario de guitarristas mayores que él. Y cómo se juntaba con los buenos aficionados del pueblo, sobre todo del cante, para vivir el ambiente e impregnarse de sensibilidad jonda.
Manolo Sanlúcar me dijo una vez que un guitarrista joven tenía que tener tres cualidades: el don para la música, afición y amor a otras artes. No se nace siendo músico, pero sí con una sensibilidad especial para la música o el arte en general. Un día, de niño, escuchas a alguien tocar la guitarra en una reunión o en la televisión y descubres que es precisamente eso lo que quieres hacer, tocar la guitarra. Y ya no ves nada más que guitarras por todas partes, hasta en sueños. Eso es lo que le pasó a este adolescente de Arahal, que un día supo con certeza que quería vivir abrazado a una guitarra durante el resto de su vida. Y eso hace, abrazarla, tocarla con una delicadeza que enamora, sacar de ella una música suave y profunda, y, sobre todo, amarla. Por eso está llamado a ser un gran guitarrista. Podría decir que ya lo es, pero es joven y necesita tiempo.
Me gusta desde niño porque toca con alma. ¿Qué es tocar con alma? Sentir lo que estás tocando, que te conmueva, y si eso ocurre es más fácil transmitir sentimiento. David no es una máquina, no se come la guitarra, no es de picados vertiginosos o de dar golpetazos en la caja del instrumento. Es un guitarrista de una enorme delicadeza, con una pulsación suave y, sobre todo, profunda. Para mí siempre ha sido un misterio ver cómo una misma guitarra puede sonar distinta si la tocan dos guitarristas diferentes, con cualidades contrapuestas. Por ejemplo, Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar o Diego de Morón y Manuel Parrilla. A David Rodríguez le suena la guitarra a él mismo, porque es un chaval de una enorme delicadeza, que habla bajito y de manera pausada, sin dar voces. ¿Se llama eso personalidad? Indudablemente.
Me sorprendió mucho que siendo todavía un niño, o sea, hace solo tres o cuatro años, comenzara ya a tocar solo y con cosas suyas. El deseo de ser compositor de sus propias piezas musicales se le despertó muy pronto, y esto es algo extraordinario. Para componer hay que tener vivencias y una gran capacidad de analizar la realidad que te rodea. David no había salido prácticamente de Arahal cuando ya sentía la necesidad de decir sus propias cosas con la guitarra. Arahal es un pueblo grande, de más de veinte mil habitantes, rodeado de olivos, con tabernas donde se canta y se toca la guitarra y una indudable tradición de flamenco. De este pueblo era la familia materna de La Niña de los Peines, su madre Pastora y su abuelo Tomás el Calilo. También el primer Niño de Arahal, El Rubicano, de la época de la ópera flamenca. Y Jaime Portillo Sánchez, el último Niño de Arahal, ya fallecido también. David conoce esa tradición y la adora y esto le hace ser un guitarrista sensible que siente un amor desmedido por el cante.
No sabemos dónde llegará, porque es joven y conocemos muy bien que muchos jóvenes que prometían acabaron alejándose de la guitarra por sentirse frustrados o sencillamente porque se cruzó otra cosa en sus vidas. Pienso que David Rodríguez va a ser uno de los grandes de la guitarra y no solo porque sea de mi pueblo y lo aprecie bastante en lo personal, como a su hermano Marco –creador del portal Cienxcienflamenco–, y, cómo no, a sus padres. Lo digo porque, además de sus condiciones, David tiene eso que hace que alguien consiga ser grande en un arte: ganas de serlo. Afición, compromiso, predisposición… En definitiva, amor a la guitarra y al flamenco.
El día 15 de julio cumplirá 18 años. No lo pierdan de vista.