¿Cómo se llega a primera figura?
Influyen por tanto muchos factores para que un artista llegue a ser una primera figura del cante, el toque o el baile. Está claro que si no vales, no vales.
Si nos ponemos serios y rigurosos, ¿cuántas figuras de verdad ha habido a lo largo de la historia del flamenco, por méritos meramente artísticos? Porque se puede llegar a figura por muchas circunstancias, como, por ejemplo, ganar un concurso que tenga mucha repercusión. Alguna vez he leído o escuchado que Calixto Sánchez, el cantaor de Mairena del Alcor, llegó a ser una figura del cante porque ganó el I Giraldillo, en 1980, aunque lo cierto es que ya era un cantaor lanzado, con un disco en el mercado, otros premios ganados y una carrera bien planteada. Catorce años antes de conquistar este importante premio en la I Bienal de Flamenco ya aparecía en carteles compartiendo protagonismo con algunas figuras de la época, a mediados de los sesenta. ¿Hubiera llegado a ser la primera figura que fue si no llega a ganar el Giraldillo, certamen en el que, por cierto, entró de rebote, al renunciar Lebrijano a su participación? Nunca lo sabremos.
Otro ejemplo podría ser el del también cantaor Miguel Poveda, una de las figuras de esta época. Tenía solo 20 años cuando ganó la Lámpara Minera de La Unión y otros premios del certamen siendo un completo desconocido fuera de su tierra. El eco mediático de su hazaña lo convirtió en figura de la noche a la mañana y no sabemos qué hubiera sido de él si no llega a dar semejante zapatazo. Luego demostró que fue merecedor de aquellos premios, porque ahí sigue, en la brecha y con mucho éxito, gustos al margen, aunque después de ganar en La Unión tuvo sus altibajos. Recuerdo que incluso se quejó en algún momento de no estar reconocido, que fue cuando se afincó en Sevilla y a partir de esa decisión cambió todo y se consagró en la figura que hoy es.
Si nos vamos más atrás en el tiempo, a los años veinte, podríamos hablar del triunfo de Manolo Caracol en el Concurso de Cante Jondo de Granada de 1922, siendo un niño de 12 años al que según él mismo no habían escuchado ni en su casa, una casa cantaora. Fue Chacón quien lo escuchó en la habitación de un hotel sevillano y no se lo pensó dos veces: lo presentó en Granada y fue allí donde nació para el cante. El maestro jerezano no se equivocó, porque luego sería uno de los genios del cante de todos los tiempos. Ni Chacón ni los que componían el jurado.
Antonio Mairena era ya un cantaor consagrado cuando le dieron la Llave del Cante en Córdoba, en 1962, pero al día siguiente de recibir el galardón pasó de ser un cantaor más del momento a ser considerado por muchos el número uno. Incluso por quienes nunca le vieron madera de figura. Ni siquiera era entonces un cantaor muy apreciado en su pueblo, Mairena del Alcor. Sé que esto no va a gustar, pero es algo que me han confirmado veteranos aficionados de esta localidad que aún viven. Todo fue recibir la Llave y convertirse en un ídolo dentro y fuera de Mairena, porque en realidad era ya un buen cantaor y con una carrera de muchos años, con el matiz de que le tocó tener que competir con un gran número de primeras figuras del cante.
Hay también casos curiosos, como el de Juan Valderrama. Resulta que siendo casi un adolescente se presentó a un concurso de cante organizado por un sello discográfico. Eran diez participantes y solo a él lo echaron para su casa porque según los organizadores no valía y no tenía futuro. Lo curioso está en que él llegó a ser luego una gran figura y que de los otros nueve nada se supo. Es, pues, el caso contario al de los ejemplos anteriores.
Influyen por tanto muchos factores para que un artista llegue a ser una primera figura del cante, el toque o el baile. Está claro que si no vales, no vales. Y se da el caso de que hay estupendos cantaores que no llegan a ser nunca primeras figuras, a pesar de que son muy buenos. Otros lo consiguen después de muertos, artistas que en su tiempo no tuvieron éxito y que han sido descubiertos en esta época. Puede ocurrir que quienes ahora no llegan a estar reconocidos por la afición y la crítica, lo estén dentro de cincuenta años, cuando nuevos aficionados y críticos analicen sus discos y descubran algo en ellos que nosotros no hemos descubierto aún.
Creo que podría ser un buen debate para hoy.