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Aquel Chino de Málaga - Archivo Expoflamenco
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Aquel Chino de Málaga

José Manuel Ruiz Rosa, El Chino, fue un cantaor malagueño con sello propio y un talento como compositor que jamás ha sido valorado, y mucho menos cuando vivía. Fue morirse, en 1997, y empezar a ser reconocido como un creador.


Por fin un reconocimiento público –desconozco si ha habido otros recientemente­– a José Manuel Ruiz RosaEl Chino, cantaor malagueño al que conocí y admiré como lo que fue, un fenómeno, un cantaor con sello propio y un talento como compositor que jamás ha sido valorado, y mucho menos cuando vivía. Todo fue morirse, el 26 de septiembre de 1997, en Benalmádena (Málaga) y empezar a ser reconocido como un creador.

Lo conocí en los 90, en un AVE camino de Madrid para presentar la Semana Flamenca de Ávila, en la que tomaba parte. Hablé con él de cante y enseguida me di cuenta que era distinto a todos, un talento con las ideas claras que admiraba lo mismo a Morente y Camarón, que a CaracolMarchena o Valderrama. Tenía el talante de los artistas que eran figuras cuando era niño, entre ellos los nombrados. No criticaba a nadie porque, según me dijo aquel día, todo el que llega, es por algo.

En aquel viaje iba con nosotros un cantaor sevillano al que le dio por criticar de mala manera a Enrique Morente, y El Chino lo paró en seco. “No te consiento que critiques a un compañero en mi presencia, y menos si no se puede defender”, le dijo. Aquello me asombró y, como yo adoraba al maestro de Granada, me sirvió para interesarme más por el cantaor del Perchel malagueño, de donde eran La Pirula, La Repompa y otros artistas famosos de Málaga la cantaora, como la definiera Manuel Machado.

Su padre fue Chiquito del Perchel, pero lo crió el guitarrista Juan el Africano. Su madre, La Blanca, también cantaba, luego El Chino se crió en un ambiente artístico favorable, algo que destacaba siempre que hablabas con él. Y pensaba que a Málaga no se le estaba haciendo justicia, porque en esta ciudad habían nacido grandes artistas y, además, había aportado estilos, palos concretos y variantes de esos palos.

Era muy joven, apenas un adolescente, cuando comenzó a dejarse ver por los tablaos y las fiestas de Madrid, donde lo mismo cantaba para bailar que tocaba la guitarra. Rafael Romero, El Gallina, me dijo una noche en Sevilla que cuando el malagueño empezó a darse a conocer no era entendido por los aficionados, porque aunque cantaba a la manera clásica y recordaba a Valderrama, con una voz espectacular, se salía a veces del carril de los cánones. Y es que los creadores empiezan pronto a dar ruido.

Cuando creó Arte-4, en 1978, los que le seguían desde niño pensaron que se alejaría totalmente del cante clásico, pero nunca lo hizo. Enrique Morente me habló alguna vez de aquella etapa de El Chino, coqueteando con el cante más comercial, pero siempre destacó que era “un bicho, cantara lo que cantara”. En efecto, sus facultades eran portentosas, con una afinación perfecta, un arco melódico prodigioso, compás para vender y, sobre todo, talento para crear.

Cuando se habla del nuevo flamenco, pocos citan a este cantaor perchelero, que se adelantó a casi todos, quizá porque se crió entre creadores y supo forjarse una mentalidad abierta. Cuando saboreaba las miles del triunfo y había recuperado el sitio, siendo un cantaor de cantaores y muy respetado hasta por los más puristas, murió con 43 años, demasiado joven. Murió de un infarto. Así se fue el célebre Chino de Málaga, de un tremendo golpetazo de La Pálida, dejándonos una buena discografía, aunque bastante desconocida, y el recuerdo de un hombre amable, educado y amigo de sus amigos.

Para mí fue uno de los grandes del cante de su tiempo, aunque reconozco que lo descubrí ya un poco tarde. Me refiero como persona. Aunque eso no evitó que pudiera conocerlo a fondo y admirarlo. Celebro el homenaje que le van a tributar en Benalmádena los días 11 y 12 de mayo. Es de justicia.

 

 

Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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