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Ahora no cabe el pataleo

El nuevo Gobierno de la Junta tendrá que tener en cuenta la importancia del flamenco y lo que hemos avanzado en estas tres o cuatro décadas, sobre todo porque es una importante fuente de ingresos para nuestras arcas.


Las peñas flamencas nacieron por iniciativa de grupos de aficionados que pagaban entre todos los guisos y las copas, para más tarde organizarse y crear sociedades sin ánimo de lucro, con estatutos en los gobiernos civiles de cada provincia y cuotas mensuales. Luego llegaron los políticos y empezaron a ofrecerles ayudas públicas y a colocar a militantes en las presidencias o juntas directivas, con idea de crear una clientela de cara a las elecciones.

Nacieron las federaciones, primero, y más tarde la Confederación Andaluza de Peñas Flamencas, que agrupa a las diferentes federaciones provinciales. Todo esto derivó en la politización de las peñas flamencas, con militantes en la dirección tanto de las peñas como de las federaciones y la Confederación.

Durante casi cuarenta años, las peñas han estado, en parte, subsistiendo gracias a las miserias de la Junta, las diputaciones, los ayuntamientos y, en ocasiones, las ayudas de entidades bancarias como Cajasol, por citar a la que más han metido el hombro en la trabajadera del flamenco en favor de la divulgación de este arte. Con el cambio político que se ha producido en Andalucía, algunos dirigentes del mundo de las peñas, militantes de algunas formaciones políticas andaluzas, como el Partido Socialista, empiezan a protestar por recortes y a decir que el futuro se presenta negro para los peñeros.

Sobre todo desde la Confederación, entidad a la que se le ha cerrado el grifo por parte de la Junta porque hay por ahí más de doscientos mil euros que no han justificado debidamente, por funcionar al estilo compadre, con menos papeles que una liebre, precisamente por el hecho de que haya en el mundo de las peñas, en su dirección, un buen número de socialistas y de otros partidos que creen que el dinero público es de ellos. Cuarenta años de silencio y ahora, con el cambio político, empezarán –ya han empezado– a decir que la derecha ha vuelto para cargarse un arte de dos siglos de historia.

Es indudable que el Partido Socialista apostó por el flamenco y que desde la Junta de Andalucía se ha hecho bastante por el género artístico. Pero también que ha habido un dirigismo lamentable y ya sabemos lo que pasa cuando hay dirigismo en un arte. Por tanto, es justo agradecer a la Junta y al Partido Socialista lo que han hecho por el flamenco, pero ahora no vale el pataleo de quienes en cuatro décadas se han dedicado a politizar tan descaradamente este arte.

El nuevo Gobierno de la Junta tendrá que tener en cuenta la importancia del flamenco y lo que hemos avanzado en estas tres o cuatro décadas, sobre todo porque es una importante fuente de ingresos para nuestras arcas. Y también porque es un arte muy reconocido en todo el mundo, donde no entenderían que fuera desatendido a partir de ahora. Así que aún es pronto para patalear.

 

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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