El abuelo y lo que está por venir
Hablemos del cante. Escuchas los primeros discos de Chacón, Escacena o la Niña de los Peines, ¿y crees que en más de un siglo ha cambiado tanto el cante? Mejor sonido, un desarrollo lógico de la técnica de los intérpretes, y se acabó.
– Abuelo, usted sabe mucho de lo que sucedió en el pasado, pero ¿se atrevería a hablar de lo que está por venir, de lo que nos deparará el futuro?
– Hombre, el pasado se ha vivido y además se puede estudiar. Igual que el presente. Pero nadie puede asegurar qué va a ocurrir en el futuro, salvo que sea adivino y no creo que tenga ese don. ¿Qué quieres tú saber?
– Si tiene o no futuro el flamenco, eso.
– Claro que tiene futuro. Era yo aún un chavalillo y ya se hablaba de que el flamenco se estaba muriendo, y fíjate. En tiempos de Silverio, es decir, hace más de siglo y medio, también se decía que lo que había entonces no era flamenco o no de pureza. Es decir, que llevarnos dos siglos, desde sus inicios como arte conocido, queriéndolo matar y ahí está, vivito y coleando, con grandes artistas en las tres facetas y un reconocimiento internacional como no lo había tenido nunca.
– Sí, eso ya lo sabíamos, ¿pero te atreverías a decir qué tipo de flamenco tendremos dentro de medio siglo?
– Será distinto, pero no tanto como puedes pensar. Vamos a ver, Manolillo. Hablemos del cante. Escuchas los primeros discos de Chacón, Escacena o la Niña de los Peines, ¿y crees que en más de un siglo ha cambiado tanto el cante? Mejor sonido, un desarrollo lógico de la técnica de los intérpretes, y se acabó. Dentro de medio siglo no habrá cambiado tanto, porque hay ya unas formas clásicas registradas y establecidas que van a seguir siendo como son no solo dentro de cincuenta años, sino de cien. Otra cosa es que se inventen nuevos estilos, fusiones, etc. Pero cambiar, lo que se dice cambiar, poco.
– ¿El flamenco es un arte conservador?
– Claro que sí. Muy conservador. Date cuenta de que hoy cantas un martinete de Triana como se cantaba hace un siglo. O los caracoles de Chacón. El maestro jerezano cambió los caracoles, amoldándolos a su impresionante técnica y magnífica voz, y desde entonces no han cambiado nada, siguen siendo iguales. O la petenera de Medina el Viejo, que fijaron primero su hijo, el Niño Medina, y luego la Niña de los Peines. Lo bueno se conserva y queda como algo clásico, como una pieza musical intocable de cualquier gran músico alemán o francés. A mí me maravilla que un cantaor joven de hoy, con 20 años, sea capaz de interpretar con fidelidad una malagueña de Chacón o unas seguiriyas de Manuel Torres. Mientras eso ocurra, el cante clásico seguirá ahí y no habrá moda que lo cambie.
– ¿A pesar de los intentos revolucionarios del Niño de Elche y Rosalía?
– ¿Revolucionarios? Revolucionarios fueron Antonio Chacón, Manuel Torres, Marchena y Caracol. No digas tonterías, que eres ya mayorcito.
– Entonces, también Camarón, Morente, Lebrijano…
– Claro, eso es. Y para ya, que en las generaciones posteriores no hay revolucionarios del cante.
– Poveda, Arcángel, Estrella Morente…
– Creo que has comido demasiados mantecados esta Navidad y que se te ha desajustado el buen gusto.
– Sigues igual de cascarrabias, abuelo.
– Y tú igual de desorientado.