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Pedro Garrido ‘Niño de la Fragua’: «La tradición oral tiene de oralidad lo que yo de cura»

El nieto del Tío Juane lleva unos años sumergido en un profundo estudio sobre los mecanismos y modos de enseñanza y aprendizaje en el flamenco. Pedro derriba el mito de la tradición oral acuñando un nuevo término a este fenómeno, el “aprendizaje vernáculo”, esto es, lo que es propio y característico de un lugar.


Cuando uno se enfrenta a una conversación con Pedro Garrido Fernández (Jerez, 1983) sabe que ha de ir despierto y abierto a sus seductoras reflexiones. Este cantaor, que por ser nieto del Tío Juane es conocido como Niño de la Fragua, posee unas dotes comunicativas de relieve, fruto de años de estudios universitarios y experiencias vitales llevadas a la reflexión. Es el hombre de las mil caras: lo mismo pronuncia una conferencia sobre flamenco que llega a la final del Concurso Nacional de Saetas de la Peña Buena Gente (posee algún Primer Premio en ediciones anteriores).

En enero de 2019 conseguimos incluirlo en nuestra sección de entrevistas audiovisuales, centrándonos, sobre todo, en conocer su primer trabajo discográfico, Libertad Condicional (Estudios La Bodega, 2017), aunque ya Pedro nos desarrollaba algunas percepciones del Máster de Investigación y Análisis del Flamenco coordinado por la Universidad de Cádiz y que por entonces cursaba. Él, diplomado en Magisterio (2007-2010) y especialista en Educación Musical, apuntaba en aquellos momentos que “para llevar el flamenco a la escuela de forma natural, amena y distendida es fundamental empezar por el profesorado, que tenga herramientas y conocimientos básicos para que el alumnado lo reciba de forma divulgativa”.

Pedro escribe un punto y seguido en esta etapa con su Trabajo Fin de Máster titulado La Tradición Oral como vía de Aprendizaje en las Casas Cantaoras: la Familia del Tío Juane, que le permite iniciar su tesis doctoral en la Universidad de Granada profundizando en los modos y formas de aprendizaje propias de las casas cantaoras. Basa su modelo de estudio en lo multidisciplinar: sociología, musicología, filología y antropología.

 

«Mi experiencia me dice que el flamenco se aprende a través de la observación, o sea, que más que oral estaríamos hablando de tradición visual, esto es, el aprendizaje se fundamenta en la práctica, en el ensayo-error, la imitación, la reproducción»

 

El hijo de Enriqueta Fernández, una flamenca de Jerez que es natural como el agua de lluvia, siempre ha sido un chico curioso e inquieto, intelectual y artísticamente hablando. Para llegar hasta aquí, Pedro ha pasado por distintas etapas. En plena adolescencia comenzó a estudiar en Cádiz Ingeniería Informática, carrera que no terminó, pero que le permitió conocer a Faustino Núñez cuando este impartía un curso en la sala contigua a la suya en el campus, dentro del programa Flamenco en Red. Accedió llamado por el interés y ahí se le abrió un mundo nuevo cuando escuchó decir al musicólogo gallego “el flamenco es un género musical…”. Pedro se sintió algo ofendido. El joven, lleno de prejuicios, entendía como tantos de su barrio plazuelero que el flamenco era eso con lo que se nace, ese fuego de fragua, ese tesoro de la familia, pero no un género musical. Desde entonces, sigue queriendo resolver las claves y cuestiones que su ahora “admirado” Faustino advirtió.

Pero, ¿qué se entiende por tradición oral? Ahí está el jugo, ahí radica la clave del camino emprendido por Pedro. Al menos, nos lo parece tras hablar con él. “Tradición oral suena a oralidad, significa que algo se transmite y se enseña a través de la palabra… Pues –en el flamenco– para nada. La tradición oral tiene de oralidad lo que yo de cura. Si tradición oral quiere decir que la palabra se convierte en continente de los saberes y, a partir de ahí, se pueda conservar… pues no estoy de acuerdo”, dice tajante. Continúa en esa senda: “Mi experiencia me dice que el flamenco se aprende a través de la observación, o sea, que más que oral estaríamos hablando de tradición visual, esto es, el aprendizaje se fundamenta en la práctica, en el ensayo-error, la imitación, la reproducción” y recuerda que su abuelo Juane le decía eso de “mejor que contártelo te lo canto”. Eso del “nadie sabe nada” parecía cumplirse a medida que desarrollaba su investigación. Preguntando a sus antecesores familiares, comprobaba una y otra vez que ningún miembro de su saga era capaz de desarrollarle por qué se ha llegado hasta aquí, manteniendo toda la flamenquería y estética como hace décadas. Una casa cantaora, dicho sea de paso, marcada por la fragua de su abuelo en la Estancia Barrera, aquella zona de Jerez que sucedía a La Plazuela, y donde se crio Pedro escuchando los cantes por tonás y martinetes como si fueran nanas al despertar.

 

«Pedro Garrido acuña un nuevo concepto para referirse a este fenómeno de transmisión: el aprendizaje vernáculo, esto es, lo que es propio, característico, de un lugar y de una zona»

 

Afirma el cantaor que estos conocimientos “han sido adquiridos tan prontos y están tan basados en la involuntariedad que no hay una conciencia de estar aprendiéndolo, y por eso pienso que los mayores han dicho por costumbre eso de que el flamenco no se aprende, sino que se lleva en la sangre”.

Es cuando Pedro acuña un nuevo concepto para referirse a este fenómeno de transmisión como es el de aprendizaje vernáculo, esto es, lo que es propio, característico, de un lugar y de una zona. “Eso recoge para mí lo que es el flamenco, en concreto en Jerez, propio identitario e identificativo de un lugar. Transciende de lo musical, es un género musical pero sobre todo es algo que no es música. En ese camino estamos”, continúa.

Por tanto, el cantaor defiende la fórmula del aprendizaje vicario, que está basado en la imitación de patrones, pues el ser humano necesita asimilarlos y sentirse perteneciente a un movimiento social. “¿Qué más da si es gitana o no la familia? Sigue teniendo ese componente, ese poquito de algo, esa manera de vivir y convivir en un lugar con una comunidad”.

En algún tiempo se podrán conocer los resultados de este estudio.

Fotos: Tamara Pastora

 

Pedro Garrido ‘Niño de la Fragua’, durante su charla con Juan Garrido. Foto: Tamara Pastora

 


Jerez, 1991. Flamenco y comunicación las 24 horas del día. Desde 2012 en prensa escrita, tertulias radiofónicas, programas de tv, presentación de festivales, revistas especializadas... En mi familia todos bailamos por bulerías, aunque yo soy el único periodista.

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