Las escuelas de baile flamenco de Jerez se organizan para hacer fuerza
La bailaora María José Franco ha sido elegida presidenta de Asociación Profesional de Escuelas de Flamenco de Jerez, compuesta por ocho academias. Nace con el fin de “unificar criterios, coordinar nuestras necesidades y hacer fuerza ante lo que entendemos justo para nuestros alumnos”.
Con tan solo doce años, la bailaora gaditana María José Franco (1977) cruzaba el puente León de Carranza varias veces por semana para acudir a las clases de Angelita Gómez en Jerez. Comenzó a frecuentarlas hasta convencerse de que su vida se desarrollaría junto al baile, al compás, al escenario… Tres años más tarde, como alumna avanzada, decidió superarse en kilómetros hasta llegar a Sevilla para evolucionar junto a nombres estrellas de la época como Manolo Marín. Clases a las que acudían, entre otros, Antonio ‘El Pipa’ o Pilar Ogalla. Eran otros tiempos.
En Jerez, por poner un caso ilustrativo, todo aquel que necesitara adquirir algo de conocimiento del baile por bulerías, del ritmo y sus movimientos, tenía que pasar por alguna de las academias que por entonces existían. Éstas podían contarse con los dedos de una mano. Si no era la de Angelita, era la de Ana María López o Juan Parra. Anterior a estos estuvo el añorado Cristóbal ‘El Jerezano’, y mucho antes –primera mitad del siglo XX– María Pantoja, Bernarda Rodríguez, María Lucena, María Pérez y la Gitana Blanca, evocadas por Juan de la Plata en este artículo de Diario de Jerez.
«La Asociación Profesional de Escuelas de Flamenco de Jerez no tiene ningún interés económico, solo de comunicación y de apuesta por los nuevos talentos»
Lo que está más que claro es que la explosión de academias de baile flamenco en la ciudad de Jerez, extrapolable a otras ciudades de flamencas raíces como Sevilla o Granada, vino una vez entrado el tercer milenio. Al decir explosión, y volviendo al ámbito jerezano, quiere decirse que rara es la barriada que no disponga, en sus sedes sociales, de un saloncito para que se den clases de bulerías. No hay ni que decir que ya está en uno mismo el elegir a cuál asistir y con qué fin. Los niveles son tan variados como inverosímiles en algunos casos.
Ante tanta diversidad, por así decirlo, ha nacido en la ciudad la Asociación Profesional de Escuelas de Flamenco de Jerez (APEF) gracias a la iniciativa, entre otras, de María José Franco, a quien sus compañeras han elegido como presidenta. “Comenzamos a trabajar sobre la idea hace más de un año con la intención de unificar criterios, coordinar nuestras necesidades y hacer fuerza ante lo que entendemos justo para nuestros alumnos, pues veíamos que el flamenco en Jerez (Ayuntamiento y/o peñas) iba por un sitio y nosotros por otro”, afirma María José. En esa línea continua reivindicando que “teníamos que sacar cabeza, ya que aportamos un alto porcentaje del total de actividades culturales durante todo el año, y no puede ser que luego pidamos un espacio público para celebrar algo y no nos lo cedan”.
A la APEF pertenecen, además de la de María José Franco, las academias de Chiqui de Jerez, María del Mar Moreno, Tatiana Ruiz, Patricia Ibáñez, María José Jaén, Domingo Ortega y el Centro de Baile Jerez, aunque “estamos abiertos a que cualquiera de los centros que quieran sumarse lo hagan, siempre y cuando cumplan los requisitos”. ¿Y cuáles son estos? Pues sencillamente tener al día todo lo que la ley exige para hacer funcionar un negocio de este tipo: estar dado de alta como actividad económica en Hacienda y disponer de unas instalaciones óptimas, sobre todo.
La bailaora cuenta que esta asociación puede ser comparada a otras del ámbito flamenco como la Federación de Peñas, entendiendo que “es mejor canalizar todas las necesidades a través de una entidad frente a las instituciones, y no una por una”. Entre los objetivos propuestos en el inicio de esta andadura está el de “formar parte y tener presencia en las actividades que organice la ciudad, lograr oportunidades para que nuestros alumnos puedan exhibirse, desarrollar lo que han aprendido y en cierto modo estimularlos. Que sientan lo que es el público y el escenario”. Y aclara que “esto no tiene ningún interés económico, solo de comunicación y de apuesta por los nuevos talentos”.
«En Jerez, rara es la barriada que no disponga en sus sedes sociales de un saloncito para que se den clases de bulerías»
Este verano, estas profesoras llevaron hasta las tablas de los Claustros de Santo Domingo a casi doscientos niños y jóvenes –también algunos más veteranos–, los miércoles de julio y agosto, aunque parece no ser suficiente, pues “queremos que esto vaya a más, que se celebren unas clases magistrales para que los que menos posibilidades económicas tengan puedan asistir”.
En tiempos de Covid todavía adquiere más sentido esta asociación, ya que “hablamos cada día sobre la situación por la que estamos pasando. Lo que los asesores le dicen a una pues lo comparte, el análisis de la normativa que cada semana cambia, ideas que pueden desarrollarse en un futuro… Hemos creado muy buen ambiente entre todos”.
No pasan por alto la necesidad de que el Festival de Jerez se acerque a los nuevos amantes del baile, porque, según la presidenta, “muchos ni siquiera saben que existe y eso no puede ser. Debe haber un acercamiento, una integración, para que la ciudad se identifique con su festival y no solo dependa de los cursillistas extranjeros”. Y hasta al propio Villamarta quieren llevar, en un futuro, un espectáculo en el que participen los alumnos más destacados de cada academia bajo la supervisión de “un coreógrafo profesional”.
Este movimiento asociativo parece no tener precedentes en otro lugar del mundo, por lo que la acogida ha causado tanta sorpresa como buenas expectativas.