“Cuando era niña, pensaba que mi padre, relojero de profesión, tenía el poder de acelerar o detener el tiempo”. Criada entre relojes, Luisa Palicio ha vivido el paso del tiempo como una obsesión. Y la ha querido plasmar en Tempus, espectáculo que estrena el 25 de febrero en el Festival de Jerez 2020, cinco ediciones después de alzarse con el Premio Revelación. Según explica la bailaora y coreógrafa, “mi reflexión sobre el tiempo no es científica ni filosófica, sino emocional”. En el equipo creativo de la obra, la tercera de su carrera tras Sevilla y Biznaga, cuenta en la dirección artística y musical con Alejandro Cruz, galardonado con un Premio Max, y con el guitarrista Jesús Rodríguez en la composición, músicos que también estarán en escena. El elenco lo completan los cantaores Ana Gómez y Javier Rivera, el percusionista David Chupete y con la colaboración especial del bailaor Alejandro Rodríguez. Con esta producción de la Fundación Cristina Heeren, la bailaora quiere mostrar “a una Luisa Palicio diferente”.

“El flamenco es capaz de parar el tiempo con la emoción”. Por eso Luisa Palicio va más allá del compás y los ritmos en Tempus. Y es precisamente en la vigésimo cuarta edición de la cita jerezana, especializada en baile flamenco y danza española, donde tendrá lugar el estreno absoluto el 25 de febrero de 2020 a las 19 horas en la Sala Compañía, inaugurando el ciclo Con nombre propio.

La producción está impulsada por la Fundación Cristina Heeren de Arte Flamenco, centro donde la bailaora se formó, donde es profesora y donde, de la mano de la maestra Milagros Menjíbar, se especializó en la escuela sevillana de baile. En ese estilo ha forjado su personalidad, haciendo de la bata de cola y el mantón sus señas de identidad. “No quiero separarme de esa parte tan mía, de mi personalidad”, explica la artista, “pero quiero dar espacio a conceptos coreográficos que se salgan de lo habitual en mí”. Por tanto, Luisa Palicio, que fue Giraldillo Revelación de la Bienal de Sevilla 2006, anuncia nuevos caminos para su baile.

El factor de cambio se encuentra en el lenguaje teatral. La dirección escénica y musical de Alejandro Cruz Benavides “me abre la mente”, reconoce la artista. La relación con el director es “de sintonía y afinidad”, desde que se encontraran en su espectáculo debut. “Siempre ha estado ideando cosas para mí, con ideas muy claras”, explica. Además, el director participa como músico en escena, tocando piano, teclados y melódica. En la creación musical, se une al guitarrista Jesús Rodríguez, joven valor del toque de Mairena del Alcor que estudió en la Fundación. Por las mismas aulas también pasaron los dos cantaores, la gaditana Ana Gómez y el sevillano Javier Rivera, a quienes se suma en el elenco el percusionista David Chupete. Del equipo también forman parte Antonio Valiente, en la iluminación; Chema Rodríguez, en la escenografía; Félix Vázquez, en el sonido y la fotografía; y José Galván, que firma el vestuario.

Unas alegrías “al revés”, tanguillos, serranas y tarantos son algunos de los estilos que bailará la artista en el nuevo montaje, que también cuenta con el apoyo del Instituto Andaluz del Flamenco de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía. Aunque el repertorio flamenco se completa con versiones de temas como la Canción de las simples cosas y un paso a dos de percusión con el bailaor cordobés Alejandro Rodríguez, que realiza una colaboración especial en calidad de artista invitado, “una pieza más contemporánea, más conceptual”. En esa línea, ya desarrolló una colaboración con Rubén Olmo, actual director del Ballet Nacional de España, en la pieza Arquitectura de luz y sombras para el Centre Pompidou de Málaga. Aquella novedosa experiencia discurrió en paralelo a actuaciones con sus propias creaciones en foros como el Festival de los Teatros Romanos de Andalucía, la Gala Anual de la Hispanic Society de Nueva York o el ciclo Flamenco Real del Teatro Real de Madrid.