Jerez pierde a José Luis Balao, uno de sus grandes músicos
El maestro guitarrista ha muerto en la jornada del 29 de noviembre, a los 85 años, tras unos días ingresado en el Sanatorio de Jerez. El concepto de Balao, al que Paco de Lucía dedicó una fotografía definiéndolo como "el científico de la guitarra", trascendía del discurso jondo.
Jerez ha perdido a uno de sus emblemas de la guitarra flamenca, el maestro José Luis Balao. El jerezano ha fallecido a los 85 años, en su tierra natal, en la que residía y en la que fundó una escuela por la que pasaron los grandes nombres de la guitarra flamenca actual. El concepto de Balao, al que Paco de Lucía dedicó una fotografía definiéndolo como «el científico de la guitarra», trascendía del discurso jondo, pues a sus alumnos implantó una mentalidad abierta a la música, recurriendo a las obras de compositores clásicos como Falla o Albéniz, dejándoles su impronta también a partir de determinadas músicas propias de zonas como Brasil o Argentina.
Son muchos los guitarristas que han mostrado su pesar a través de las redes sociales, sobre todo discípulos como Santiago Lara, Juan Diego Mateos, Javier Ibáñez, Alfredo Lagos, Antonio Higuero, Paco León… entre otros maestros como el propio Paco Cepero. El guitarrista y compositor, de más de 200 obras por cierto, recibió clases de Javier Molina y, sobre todo, de Rafael del Águila, a quien consideró siempre su verdadero maestro. A partir de ahí, recorrió grandes escenarios de festivales y tablaos, como Las Brujas en Madrid, además de actuar constantemente en su tierra en los encuentros de la época como en las bodegas con cuadros flamencos.
Fue un bohemio, un artista en todo su esplendor, inquieto y creativo, no tenía ningún tipo de prejuicio y su concepción musical abrió mentes a los que, por origen, solo conocían el compás flamenco. Fue premiado en la Bienal de Sevilla, en el Festival de la Unión y con la Copa Jerez en 1999 por la Cátedra de Flamencología. Hasta la llegada de la pandemia, seguía con sus clases en la calle Gaspar Fernández, por donde pasaban aficionados de todas las nacionalidades, de todas las edades. Con la Covid-19 fue retirándose de su escuela y eso le hizo desmejorar, porque su vida estuvo dedicada siempre a impartir conocimientos, a crear grandes composiciones, a relacionarse con distintas culturas. Era habitual verlo en las peñas flamencas, con grupos de amigos que no cumplían ningún estereotipo, sí parecían gustarle las personas por su libertad y por su integridad. Su bicicleta era un aficionado más: llegaba y la aparcaba, se tomaba algo y conversaba con todo aquel que lo requiriera.
Entre los reconocimientos últimos, destacar la publicación de un doble CD en 2015 por la serie Flamenco y Universidad, en su trigésimo número, además de haber recibido un homenaje en el Alcázar de su tierra en 2018 gracias a sus alumnos y a Mario González, que levantó el I Festival de la Guitarra.