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Honores a Morente en el décimo aniversario de su muerte - Archivo Expoflamenco
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Honores a Morente en el décimo aniversario de su muerte

Profesionales del arte flamenco reflexionan sobre la figura del cantaor granadino Enrique Morente cuando se cumplen diez años de su adiós.


Antonio Jaraqueño (cantaor y compositor)

Hablar del genio del Albaicín es hablar de lo inesperado. Y le llamo genio, porque se adelantó a su época. Vio la luz donde otros veían tinieblas.

La Alhambra y el Albaicín
inmortalizan su pena.
Diciembre le puso fin
a la voz de los poetas.

 

Alejandro Luque (periodista y crítico)

Mi recuerdo de Enrique Morente va siempre asociado al de su compadre y paisano Miguel Candela. La imagen de ambos jugando al ajedrez, a altas horas de la noche, en el legendario bar de la esquina de Olmo y Olivar, en Lavapiés. Ambos fueron dos visionarios, cada uno en lo suyo. Gente culta, leída, con un gran sentido del humor y un gran amor por la vida. Enrique trasladó esas cualidades al flamenco cuando ya parecía que no cabía ensancharlo más. Omega se llamó aquella jugada maestra que todavía estudian los cantaores. Y los ajedrecistas.

 

«Le llamo genio, porque se adelantó a su época. Vio la luz donde otros veían tinieblas» (Antonio Jaraqueño)

 

Miguel Ángel Vargas Rubio (director de escena)

El día en que a Enrique le dieron la medalla de Andalucía a mí me pilló en el Teatro de la Maestranza trabajando, cosas de la vida, de oficial de maquinaria de ópera. Hablé con él minutos antes de salir al roneo institucional, yo vestido de negro técnico, él de negro rockero flamenco. En el deseo de que nos reconociéramos en la familia flamenca le conté que yo venía del Chozas y de Manolito Jero. Se le iluminó la cara como a un chiquillo. Mi hermano y yo siempre hemos sido dos gitanos raros de Lebrija que escuchaban a Morente, a Lebrijano y a Curro Malena. Quizá por eso, suelo terminar mis ponencias de flamenco con el grito de guerra: ¡Viva Morente, que se casó con una gitana!

 

Manolo Sanlúcar (guitarrista y compositor)

Enrique fue siempre para mí un espejo, a pesar de que era cantaor. Era inteligente y distinto a todos. Una persona íntegra, con criterio. Coherente. Una voz armónica y polifónica que me entusiasmó pronto.

 

Antonio Rey Navas (guitarrista)

Desde que escuché a Enrique Morente la primera vez me llamó la atención la armonía de su voz y su búsqueda por lugares diferentes habíamos ido hasta que llegó. Era un músico y su instrumento era su voz, pero yo, aparte de como cantaor, lo veo como un gran músico, con muchas inquietudes. Omega me parece una obra de arte, como tantas que nos ha dejado y su voz es de las voces más bonitas que he oído. Morente estará en la historia del flamenco como artista personal e innovador y, por supuesto, por ser una persona maravillosa.

 

«Era inteligente y distinto a todos. Una persona íntegra, con criterio. Coherente. Una voz armónica y polifónica que me entusiasmó pronto» (Manolo Sanlúcar)

 

Paco Cortés (guitarrista)

Mi carrera ha ido unida a la de Enrique. Era muy jovencito cuando me llevó con él y me enseñó mucho, hasta a tocar la guitarra. Era cantaor, pero tan buen músico que te daba ideas y te hacía tocar mejor. Me alegro que con los años su obra se esté reconociendo.

 

José María Castaño Hervás (flamencólogo)

Diez años dan una perspectiva aún corta para alcanzar la significación que tendrá el cantaor Enrique Morente. Pero sí lo suficiente para comprender que sus constantes responden a las cimas de los grandes creadores. Aquellos tan necesarios y vitales para que el arte siga latiendo con el signo de los tiempos. En una época posmoderna como la que nos ha tocado vivir, donde cada día sale un pretendido creador o creadora, Morente nos enseñó que solo pude serlo quien ama de verdad el arte que heredó. Quien consagra su vida al conocimiento desde una pasión que alcanza toda una vida. Y más tarde, dibujar curvas donde otros no salen de unas líneas rectas para no perderse. Pues solo trasgrede quien puede –y quien sabe–, que es la virtud más difícil a la que se enfrenta un artista capaz de desafiar al tiempo. Por eso, aquello de Omega. Por eso, aquello de Picasso…

 

Manuel Gerena (cantautor flamenco)

Enrique para mí, aparte de un gran amigo y buen compañero, era la inteligencia, la nueva savia con corazón flamenco. Escuela imprescindible para muchos venideros a este valiosísimo arte.

 

Antonio Montoya (agente artístico)

Con la pérdida de Enrique se apagó el faro que servía de referencia a una legión de artistas y aficionados. Diez años después, la dimensión de su obra ha crecido enormemente.

 

«Morente nos enseñó que solo pude serlo quien ama de verdad el arte que heredó. Quien consagra su vida al conocimiento desde una pasión que alcanza toda una vida. Y más tarde, dibujar curvas donde otros no salen de unas líneas rectas para no perderse» (José María Castaño)

 

Carmen Arjona (periodista y aficionada)

En estos tiempos convulsos que solo exigen y poco ofrecen, pudiera parecer que un aprendiz es alguien que no ha alcanzado lo que se espera de él. Enrique Morente, cantaor, es maestro de los que hoy se consideran maestros del cante. Si bien, fue un eterno aprendiz. Solo su especial sensibilidad para los sonidos le permitió construir la música que sentía, trascendiendo lo conocido. Para aquel granaíno ilustre no hubo un instante que no dedicara a aprender cuanto oía y a rebuscar en el pasado los sonidos flamencos que constituyen su jonda base musical. Esa es su grandeza, la humildad del músico que sabiéndose grande jamás dejó de aprender.

 

Fernando González-Caballos (agente artístico y productor)

Conocí personalmente a Enrique en su Granada, donde coincidimos al yo empezar a trabajar en Munster-Tourin, la oficina que por aquel entonces gestionaba su carrera. Aquel día fuimos juntos a un concierto de Massive Attack en el Palacio de los Deportes, tras el cual tuve la fortuna de conocer al inquieto y culto hombre que había tras el artista que subía a los escenarios. Supongo que como a muchos otros lo que me cautivó de él fue su sentido del humor, su retranca, su afinado criterio y gusto por el Arte en general y la música en particular –incluido el flamenco–. Como artista destacaría su enorme personalidad, su inteligencia, su libertad y su independencia para acometer todos los proyectos que él mismo ideaba y fue capaz de sacar adelante contra viento y marea. Hoy todos los modernos de este país quieren imitar a Morente, como antes ya ocurriese con Camarón, con Mairena o con Caracol. Quizás por eso para mí su trabajo más revolucionario fuese su homenaje a Don Antonio Chacón junto a Pepe Habichuela. Enrique era un grandísimo aficionado y un hombre sencillo y bueno en el más estricto y machadiano sentido de la palabra. La admiración y el respeto que sus compañeros le tenían y siguen teniendo es sin ninguna duda el mejor juez que puedan tener su vida y su obra. Ahora más que nunca “estamos vivos de milagro”. Y a Martín, que le sigan dando con un calcetín.

 

Chemi López (productor musical)

De Morente prevalecen en el “morentismo histórico” su repertorio original, su heterogénea discografía y su filosofía vital y artística. En este u otro orden, los “viejos” defienden religiosamente ese legado con la pasión del primer día y es del “sector fanático” que más disfruto y aprendo. Paradójicamente, los autoproclamados discípulos de Morente (incluidos sus hijos), han desarrollado sus carreras siguiendo únicamente la metodología evolutiva de su maestro. La mayoría con más facultades rítmicas y vocales que él, pero sin un gramo de su inteligencia e intuición creativa; con lo que ni pueden aportar nada nuevo, ni hacen carrera propia. Es el “neo-morentismo”, que imagino que habría gustado bien poco a Morente.

Imagen superior: vídeo de TVE

 

* Ver aquí el bordonazo de Manuel Bohórquez sobre el décimo aniversario de la muerte de Morente

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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