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El Tablao Cordobés: paradigma durante cincuenta años

El Tablao Cordobés, que cumple su 50º aniversario, nunca se queda de brazos cruzados. Es un ejemplo a seguir dentro de la convaleciente situación que atraviesa la porción de la ilustración concerniente.


Defender la continuidad de los tablaos acarrea de manera intrínseca un gesto cabal y ecuánime. Y si no, ¿cómo nos llenamos de tenacidad y firmeza para defender un lugar que consideramos la extensión de nuestros anhelos? Este acto consiste en conocer de forma plausible algunos de los alegóricos pasajes que conforman la estructura. Y el Tablao Cordobés lo merece. Sin duda.

Quizá en unas circunstancias más favorables para el flamenco, estas fechas serían un momento agradable para pasear por las Ramblas de Barcelona. Para llegar al punto clave en el que confluyen el turismo, lo autóctono y lo tradicional español. Para detenerse a decidir el momento en el que adentrarse en esa guarida de la ciudad que perpetúa lo racial y lo auténtico. No solo por la belleza del lugar y la proximidad de lo solemne, sino porque se cumplen cincuenta años desde su inauguración. Cincuenta años desde que allí comenzaron a hacinarse experiencias señeras e inolvidables.

El lapso de agitación surgido de esta pequeña pero gran pavesa vírica que nos atañe ha dado lugar a uno de los momentos más trémulos del flamenco. En gran medida por el desasosiego que implica el cierre definitivo de ciertos lugares emblemáticos e insignes que nos otorgan una visión global de lo que este sistema disciplinario supone en el mundo que hoy nos circunscribe. Cuatro meses en los que hemos tenido que sosegar nuestros ritmos de vida frenéticos. Aunque no seré yo quien niegue la probable conveniencia de este transitorio silencio.

El foco del tablao que nos ocupa tiene que apuntar a dos personalidades que han hecho posible este edificio de experiencias. Un edificio en el que cada ladrillo que lo conforma es más especial que el anterior. Hablamos de Luis Adame e Irene Alba. Un matrimonio que no queda exento de la sensación centelleante que supone robarle el alma al público a través de un acorde o un exiguo movimiento porque son empresarios y artistas al mismo tiempo. Él, guitarrista. Ella, bailaora.

 

«No solo por la belleza del lugar y la proximidad de lo solemne, sino porque se cumplen cincuenta años desde su inauguración. Cincuenta años desde que en Tablao Cordobés comenzaron a hacinarse experiencias señeras e inolvidables»

 

Hace poco tiempo tuve la oportunidad de escuchar a Luis Adame como no lo había hecho antes. Cierto es que fue en una rueda de prensa y a través de la pantalla de un ordenador, pero reconozco que en mayor o menor medida pude sentirme satisfecha. Sobre todo orgullosa de pertenecer a esta corporación, pues Luis habló con la coherencia y el tesón propios de una persona a la que le circundan cincuenta años de experiencia. Yo me quedé con dos declaraciones que recuerdo varias veces desde entonces. La primera fue referirse a los tablaos flamencos con la expresión cálida y real de alguien que conoce de manera impecable los entresijos de estas instituciones. «La universidad del flamenco vivido». Que en los tablaos se puede hacer toda clase de literatura fue la segunda, pero no menos poderosa. Así el guitarrista y empresario aportó la porción exacta de racionalidad y sentimiento que necesitábamos justo en aquel momento y en aquella situación.

Desde el momento en que el proyecto se pone en marcha, Luis Adame e Irene Alba se convierten en magos cargados de ambición y mucha fe. Por eso han conseguido que el suelo de su rinconcito lo desgasten virtuosos que hoy rozan la memoria y el orgullo de la gente que sigue de cerca este arte. Hablamos de virtuosos de la talla de Camarón, Tomatito, El Güito, Juan Villar, Lole y Manuel, Chocolate o la mismísima Manuela Carrasco, bailaora muy recurrente de este escenario durante su juventud.

Y esto no es todo. Aún queda hablar de otro poder extra que esta pareja atesora en sus chisteras de magos flamencos. Y es que cuando las generaciones venideras de artistas pisan este proscenio, sienten erigirse bajo sus pies un trampolín de material resistente. Casi tanto como sus personalidades. Pero también de una altura que se aproxima a la de esos sueños que les quedan por cumplir. Si nos remitimos a ejemplos de esta fracción de artistas más vanguardista podemos hablar de figuras como Eva Yerbabuena, Miguel Poveda, Belén Maya o Israel Galván. Aunque debemos saber que esto es solo una pequeña representación de tantos que están en estas mismas circunstancias.

No podemos dejar sin mencionar a la hija del matrimonio. Otra figura imprescindible en el mantenimiento del Tablao. Ella es María Rosa Pérez Casares, directora general de esta gran institución. Sin duda debemos considerar a María Rosa una de las grandes privilegiadas de toda esta historia, pues no todo el mundo tiene la gran fortuna de hacer los deberes cada tarde rodeada de los genios que conforman este panorama. Tantos años de convivencia con esta extraordinaria coyuntura le llevan a considerar este centro la continuación de los cafés cantantes del siglo XIX. ¡Casi nada!

Igual de esencial es recalcar la Fundación Tablao Cordobés que se crea en 2010 con el fin de impulsar e iluminar el protagonismo que al flamenco le atañe. Es una manera esclarecedora de mostrar que este armazón nunca se queda de brazos cruzados. Un ejemplo a seguir dentro de la convaleciente situación que atraviesa la porción de la ilustración concerniente.

No sé hasta qué punto todo lo que ocurre es para bien, como dicen por ahí. Pero puedo afirmar con orgullo que soy una de las mil partículas que forman parte de esa descendencia ulterior de la que hablábamos unas líneas más arriba. Una molécula optimista que por las trabas interpuestas dadas las circunstancias del momento se ha quedado a las puertas de poner la suela de sus zapatos y los cimientos del dogma al servicio de este local con donaire de generosa y señorial mezquita. De ahí mi particular homenaje colmado de amor y esperanza. Y que sean cincuenta años más.

Imagen superior: David Palomar y Rosario Toledo en Tablao Cordobés – Foto web Tablao Cordobés

 

 


Bailaora madrileña. Graduada en Comunicación Audiovisual por la Univ. Rey Juan Carlos. En Amor de Dios, Casa Patas y Cristina Heeren desarrolló su gusto por la danza y el flamenco. «No somos atletas. Estamos empezando a cometer el triste error de ofrecer al público una confección enlazada de complejos zapateados a una velocidad desorbitada sin la modulación propia de la música que estamos adornando y que nos adorna».

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