Ana Torralva, el ojo en la flamencura
La fotógrafa gaditana Ana Torralva exhibe en el Centro Cultural María Victoria Atencia, en el marco de la Bienal de Flamenco de Málaga, sus series de retratos ‘Por! Malagueñas’ y ‘AY! (Mujer flamenca), resultado de una investigación de dos décadas.
Hasta el sábado 27 de mayo pueden visitarse en el Centro Cultural María Victoria Atencia de Málaga sendas exposiciones de la gaditana Ana Torralva (San Fernando, 1957), una de las más destacadas retratistas del panorama nacional y una mirada siempre atenta a captar el flamenco en sus innumerables matices. La doble muestra, inauguradas en el marco de la Bienal de Flamenco que viene celebrándose a lo largo de este mes, llevan por título Por! Malagueñas y AY! (Mujer flamenca), y forman parte de un largo proceso de investigación que abarca ya dos décadas.
“La mirada de toda la exposición se centra en el mundo de las emociones, del sentir y con una la idea de una musicalidad en estado presente”, afirma Torralva de ese mayúsculo AY! que es a la vez un grito reivindicativo y un quejío eterno. Según la propia autora, la aparente sencillez formal de estos retratos de estudio no está reñida en estas piezas con una mirada exigente en el juego de luces y sombras o la fuerza de las líneas en el conjunto de la composición.
Afirma también haber querido recorrer “toda una gama de sentimientos que pasan por el dolor, la pena, la fiesta y la alegría, con rostros y detalles que son las expresiones de un pueblo a través de sus mujeres”, así como detalles insustituibles de la iconografía jonda, como cinturas, manos, tacones, palmas, el escote con cadenas… Y todo bajo el influjo lorquiano de la idea del duende.
“Un tema puede estar bien bailado o cantado técnicamente, pero estar expresado sin duende”, explica Torralva. “En el sentido lorquiano, el duende tiene más que ver más con las vivencias profundas y auténticas del artista, y estar exteriorizándolo en el momento preciso. Tiene que ver más con la pasión con la que vive el artista, aunque está claro que necesita técnica, pero no solo eso. Hablamos de un arte cálido y no frío”.
«Ana Torralva recorre sentimientos como el dolor, la pena, la fiesta y la alegría, con rostros que son las expresiones de un pueblo a través de sus mujeres, así como detalles de iconografía jonda, como cinturas, manos, tacones, palmas, el escote con cadenas… Y todo bajo el influjo lorquiano de la idea del duende»
Desde la Paquera de Jerez a Loles de Sacromonte, pasando por rostros más jóvenes como los de Marina Heredia, Estrella Morente o Alba Heredia, la gaditana confiesa su fascinación por “esa relación simultánea que tiene el flamenco con lo dramático y lúdico de la vida. También la cantidad de registros técnicos y emocionales que posee para poder convertirlo en una manifestación artística. Y por supuesto me fascina su expresión plástica”.
No faltan entre estas imágenes evidencias del carácter universal del flamenco, especialmente en la serie Entidad Oculta, con los retratos de la japonesa Ariko Jara y su transformación en bailaora.
En una línea similar se desarrolla Por! Malagueñas, un trabajo en torno al empoderamiento de la mujer a través del flamenco alrededor de un selecto grupo de bailaoras de esta provincia que, apunta Torralva, “se expresan tanto en un sentido tradicional como contemporáneo del flamenco que, en algunas ocasiones, se arriesgan a conceptualizar este arte, pero que lo hacen con estilo y dominio de la técnica. Estas mujeres valientes que entran y salen del flamenco, y se van a otras danzas, pero siempre con la intención de enriquecerlo”.
Las elegidas son solo nueve, pero son incontestables. Desde Rocío Molina a La Chachi, pasando por Luisa Chicano, Ana Pastrana, Nieves Rosales, Luisa Palicio, Ana Almagro, Paula Carmona o Irene Lozano, el objetivo de Torralva explora al mismo tiempo los signos de flamencura antes desgranados y los elementos identitarios que definen a las artistas surgidas de esta tierra. Pero por encima de todo está el deseo de captar la energía del flamenco en toda su fuerza y luminosidad, en su capacidad de pulsar las emociones más elementales y también las más recónditas.
“Considero que vivimos una realidad fragmentada, que nuestra existencia no es lineal, como a veces creemos, los acontecimientos a veces nos favorecen y otros nos perjudican, esto genera diferentes estados de ánimo, y nos lleva como en un estado de musicalidad de ritmo, a estados vivenciales felices y a otros estados tristes”, concluye la artista. “El flamenco tiene la capacidad de narrar todos estos cambios emocionales. Utilizo la fragmentación o secuencias porque me ayuda a expresar esos cambios emocionales. A mi manera, con una escenografía austera, reproduzco en el estudio mi propio concierto, con ritmos, luces, sombras y gestos. Busco y provoco hasta encontrar la mirada que espero del personaje que voy a retratar, hasta la llegada del Duende, que trae desde lejos historias secretas…”.
Imagen superior: La Chachi – Foto: Ana Torralva