El Hemiciclo de la Jondura
Imaginemos que todos los que formamos la comunidad flamenca ocupáramos los escaños de un hemiciclo similar al de un parlamento con diputados. ¿Cómo creen que se dividiría la cámara según la ideología de cada uno? ¿Qué grupos conformarían el pleno?
Imaginemos por un momento que todos los que formamos la comunidad flamenca ocupáramos los escaños de un hemiciclo similar al de la Carrera de San Jerónimo. ¿Cómo creen que se dividiría la cámara según la ideología de cada uno? ¿Qué grupos conformarían el pleno? No hay duda de que el paralelismo entre conservadores y progresistas que encontramos en el ámbito político es perfectamente extrapolable a la cosa jonda. Lo vemos todos los días, aunque un conservador o un progresista en cuestiones flamencas no lo sea en su ideología política. Sin embargo, todo el mundo puede entender que en nuestro mundillo los hay que prefieren a los artistas que conservan la tradición, y por otra parte están los que les gusta asomarse al progreso explorando nuevas vías de expresión. También, dentro de esa división perfectamente entendible, existen los extremos de ambas posiciones: los hay conservadores radicales, lo mismo que todos conocemos sectores ultravanguardistas.
Seguramente, en su fuero interno, apreciado lector, se identifica con alguno de los cuatro grupos expuestos. Cabe incluso un quinto grupo que, siguiendo el paralelismo adoptado, lo formarían los liberales, aquellos que piensan que hay que conservar el repertorio clásico, cuidarlo y preservarlo, pero que es del todo lícito explorar nuevos territorios estéticos y asomarse al vacío sin miedo. También los hay violentos, pero esos deben quedar fuera por no avenirse a la sacrosanta práctica del diálogo y el buen entendimiento entre diferentes. He aquí pues el polícromo panorama ideológico de la jondura. Todos deben respetarse, todos tienen sus razones, todos defienden con mayor o menor vehemencia sus ideas, no hay lugar para imposiciones a pesar de que aquí también se practica la intolerancia y hay quien piensa, como ocurre en la política, que al enemigo ni agua.
No olvidemos por supuesto a los nacionalistas, que también los hay, tanto conservadores como progresistas. Aquellos que piensan que para ser flamenco hay que haber mamado desde niño en las tierras benditas de Andalucía. Especialmente activos son los de Sevilla y Jerez y, tal y como ocurre con vascos y catalanes, consciente o inconscientemente, pecan de cierto complejo de superioridad. Es cierto que tienen en sus respectivos panteones a grandes del cante, el toque y el baile, y les asiste esa innegable tradición de gigantes que no es menester discutir, pero de ahí a ningunear a los flamencos de otras latitudes a estas alturas de la película resulta tremendamente anacrónico y más pronto que tarde esa actitud deberá ser definitivamente arrinconada, aunque siempre habrá quien presuma de ser la ciencia.
«Personalmente, mis cantaores preferidos son gitanos –Pastora, Tomás, Camarón, El Torta–, pero no por ser gitanos sino por cómo cantan. Pero en mi altar personal ocupan un lugar de honor Morente, Marchena o Valderrama, y no por ser payos sino por cómo cantan»
Tal y como sucede en la política, si hacemos un paralelismo entre las dos corrientes dominantes encontramos que, si dices algo que conviene a mis ideas, por muy radicales que sean, es libertad de expresión. Ahora bien, si está en contra de mi ideología entonces es discurso del odio. Pero vayamos a lo mollar, la ideología, las ideas que cada grupo defiende y lleva en su programa.
Seguramente, y por desgracia, la idea más extendida entre los flamencos tiene un carácter racial. Quienes piensan que la vara de medir, la garantía de calidad procede de ser o no ser gitano. Esa es la cuestión. En los extremos están los gitanistas y los antigitanistas, minorías pero con voces de eco profundo y trasgresor. Curiosamente ambas posiciones ideológicas suelen formar parte del grupo ultraconservador, dos formas de entender la jondura antagónicas pero que comparten escaños en nuestro hemiciclo imaginario. El grupo liberal se basa en el respeto del otro, no entra en cuestiones raciales aunque, como es natural, sí tiene sus personales preferencias. También los progresistas suelen aceptar la cuestión racial como inherente al flamenco y tienen una actitud inclusiva. Aunque esta cuestión en verdad se encuentra extendida en todos los grupos y no por ser racista perteneces al grupo conservador, ya que también hay ultraprogres que practican la exclusión. Esta idea está de múltiples formas en todos los grupos e, inexplicablemente en pleno siglo XXI sigue viviendo entre los flamencos más variopintos. Un guirigay del quince, vaya, fiel reflejo de esta España mía y está España nuestra. Los artistas flamencos, sean o no gitanos, sean o no payos, se deben valorar por su arte, jamás por el lugar de nacimiento y la condición de su familia. Personalmente, mis cantaores preferidos son gitanos –Pastora, Tomás, Camarón, El Torta–, pero no por ser gitanos sino por cómo cantan. Pero en mi altar personal ocupan un lugar de honor Morente, Marchena o Valderrama, y no por ser payos sino por cómo cantan. En el baile y el toque igual. Nunca se me ocurriría afirmar que Niño Miguel, grande de verdad, es mejor flamenco que Paco de Lucía, gigante del toque, por ser gitano. El error de calibrar a alguien por su origen social, racial o geográfico no tiene, para mí, mucho sentido.
Y no olvidemos que, aparte del legislativo, la comunidad flamenca también tiene su poder ejecutivo y el judicial. El ejecutivo lo ejercen normalmente gente ajena al flamenco decretando leyes y presupuestando fondos públicos muchas veces sin estar debidamente asesorados y suelen, como ocurre en la política, ir por su cuenta, aunque estén apoyados por uno u otro grupo, o bien por una coalición, que también las hay. Las coaliciones suele ser práctica habitual entre diferentes. Siendo el grupo liberal el más propenso a coaligarse tanto con conservadores como con progresistas.
«Ojalá en un futuro nos unamos todos por la causa de valorar y situar donde merece una expresión artística tan exquisita y variada como nuestro flamenco dejando de lado la política jonda que tanto daño hace y nada bueno logra»
El poder judicial flamenco suele estar en manos de críticos, investigadores y entendidos en general, algunas veces más enteraos que otra cosa. Los contenciosos que se dirimen suelen proceder de conflictos de lo más variado, siendo los raciales y nacionalistas los más comunes, aunque los pleitos más sonados tienen que ver con la no aceptación por parte de los conservadores de las prácticas de los progresistas y viceversa. Como la vida misma.
En cuanto a los presupuestos, nunca se ponen de acuerdo. El grupo conservador pide apoyo al tejido asociativo y a la educación, mientras que el progresista defiende que las ayudas a la creación deben estar siempre a disposición de los artistas.
Otro punto filipino tiene que ver con la inmigración. Los extranjeros ha estado ninguneados durante mucho tiempo, aún siendo los guiris la principal fuente de ingresos de los profesionales, pero el grupo conservador sobre todo se escuda en el nunca probado hecho de que lo extranjero va ligado a la falta de calidad.
Menos mal que no hay elecciones. No quiero imaginar que en el flamenco tuviéramos que soportar cuatro años seguidos a los conservadores o bien a los progresistas. Y no digo ya si cualquiera de ellos para gobernar tuviera que coaligarse con los ultras o los nacionalistas. Mejor vivir mal que bien en armonía, evitando sacar los pies del tiesto, y ojalá en un futuro nos unamos todos por la causa de poner en valor y donde merece una expresión artística tan exquisita y variada como nuestro flamenco dejando de lado la política jonda que tanto daño hace y nada bueno logra. Se cierra la sesión.
Imagen superior: hansjorg keller – unsplash
→ Ver aquí las entregas anteriores de la sección A Cuerda Pelá de Faustino Núñez en Expoflamenco
Francisco en Paris 22 noviembre, 2022
La verdad es que después de las mayorías absolutas de las últimas decadas de gobierno de Camaronistas y antes los Maireneros ahora está el parlamento muy polarizado 😀
Los Marcheneros y Valderramistas se presentan juntos para las generales pero en las municipales van por separado
Un artículo con mucha gracia