Podría decir que lo veía venir, pero no lo haré. Mi consternación es demasiado grande, aunque no me sorprende. Las citas de Rabindranath Tagore que tanto le gustaban a mi madre y una de las cuales incluso escribió en mi álbum de poesía, a veces suenan demasiado banales: Hermosos días, / no llores que han pasado,/ sino sonríe que han sido.

 

Ahora me cuesta sonreír, aunque los recuerdos de los hermosos días en la tanzhaus nrw fueron numerosos, mágicos y algunos de ellos determinantes para mi vida. Los fines de semana con mi amigo de toda la vida Oliver Farke, fundador de la revista ANDA, en el piso de los artistas, cuando trasnochábamos con una botella de whisky y pensábamos en cómo continuaríamos con ANDA, escuchando música de Rio Reiser y Tom Waits e imaginando una vida en el Sur. A la mañana siguiente, estábamos perdidos en el vestíbulo del tanzhaus con gafas de sol oscuras y le pedimos a Chie que se hiciera cargo del stand de ANDA. Nos reímos mucho y a veces discutimos, pero como Oliver Farke era una de las personas más encantadoras del mundo, pudimos arreglarlo todo tomando una copa esa misma noche.

 

Los encuentros con los artistas y la cercanía con ellos porque todo tenía lugar en la misma casa, los estupendos talleres y residencias de artistas, las charlas de artistas después de las actuaciones en el sofá que sacaron de su escondite especialmente para mí. El momento en que Torombo me ignoró y me fui a tomar una copa de vino mientras él entretenía al público.

 

La elegancia con la que Eduardo Guerrero fue capaz de convencer a las feministas de que su obra Guerrero era un homenaje a las mujeres de su vida y no lo contrario. Mi triunfo cuando, después de años, conseguí convencer a Pepe de Pura para que participara en la charla con el público, donde, naturalmente, encantó a todos.

 

Mi charla sobre la Familia Farruco, cuando Farruquito se inclinó sobre la barandilla incrédulo y dijo que nunca había vivido esto en España, que alguien daba una charla sobre su familia y a él se le llenaban los ojos de lágrimas.

 

Esos momentos increíbles sobre el escenario con las más grandes artistas en obras que no he vuelto a ver y que aún no he olvidado, como Inmigración, de Ángeles Gabaldón, o Bailes alegres para personas tristes, de Belén Maya, o la revolucionaria La Edad de Oro, con Fernando Terremoto, y por supuesto Concha Jareño con Algo.

 

Manuel Liñán, Olga Pericet, Rafael Estévez y Nani Paños, David Palomar y Rocío Molina, Andrés Peña, Javier Barón y Leonor Leal… La lista de artistas que han pasado por el escenario del tanzhaus es interminable y es imposible contar todo lo que he vivido en los muchos años que llevo en Düsseldorf en Semana Santa. Aunque siempre me quejé porque eso significaba que las vírgenes de Jerez tenían que pasear solas por las calles, es decir, sin mi presencia. Pero bueno, a partir de ahora vuelvo a tener tiempo en Semana Santa.

 

Nada es eterno.

 

Nada es para siempre, eso lo sé desde hace mucho tiempo, pero algunas cosas son difíciles de aceptar o simplemente necesitan tiempo para hacerse realidad.

 

 

«Es un hecho que detrás de casi todos los festivales de éxito hay una persona que lucha por ellos con todas sus fuerzas y ganas, y en este caso fue mi amiga Dorothee Schackow, cuya jubilación junto con la pandemia sacudió los cimientos del Festival Flamenco de Düsseldorf»

 

 

 

 

Es un hecho que detrás de casi todos los festivales de éxito hay una persona que lucha por ellos con todas sus fuerzas y ganas, y en este caso fue mi amiga Dorothee Schackow, cuya jubilación junto con la pandemia sacudió los cimientos del festival.

 

No quiero cantar aquí sus alabanzas, eso iría más allá de este marco. Su inteligencia, su franqueza, su curiosidad y su humor, su generosidad y su intuición crearon este festival y lo llenaron de vida y belleza durante muchos años.

 

Nunca se desanimó. Aunque el número de espectadores se disparara una vez, siempre estaba presente y se aseguraba de que el ambiente fuera bueno y se mantuviera relajado, aunque Santiago Lara tropezara entre bastidores durante una actuación y destrozara su guitarra en el proceso o Andrés Marín saliera enfadado de la clase, decepcionado porque nadie sabía qué tipo de tangos estaba cantando.

 

Se ocupó tanto de las estrellas como de los participantes de los pueblos de alrededor… Pero ahora tengo que parar, porque esto empieza a sonar a necrológica. A diferencia del festival, Dorothee Schackow goza de la mejor salud y nos veremos en Jerez o en el Festival Círculo Divino de Viena. Junto con Ernestina van de Noort o Isamay Benavente, es una de las organizadoras de festivales que han marcado toda una época y son difíciles de sustituir. Por eso no deberían jubilarse ni tener que jubilarse. Las viejas sabias son necesarias como contrapeso a los viejos blancos. Yo creo que sí.

 

Por supuesto, entre los viejos blancos no figura Juan Carlos Lérida, que asumió la dirección del festival tras los tiempos de la pandemia. Los recortes ya se insinuaban, luego se hicieron realidad la segunda vez, y él asumió una tarea nada fácil con gran compromiso.

 

Pero claro, no estaba y ese es quizás uno de los requisitos básicos para mantener vivo un festival en tiempos como estos. Los festivales de flamenco son caros. Empieza por el viaje de los artistas, que vienen todos de España, los costes técnicos a veces elevados, el escaso apoyo y el moderado interés de la propia España y mucho más. Además, hay que convencer constantemente a los directores de teatro para que entiendan que el flamenco es un arte muy desarrollado y no folclore.

 

Cuando desaparece uno de los festivales más importantes del mundo germanoparlante, es una pérdida y deja un vacío que no se puede llenar. Pero bueno. Uno de los bares más tradicionales de Jerez, el Volapié, donde se escribió la historia del flamenco, simplemente ha cerrado y a poca gente, excepto a mí, parece importarle.

 

Me pesa el corazón y sólo Rio Reiser o Silvio Rodríguez pueden consolarme. O el poeta Rainer María Rilke aquí con su Día de otoño:

 

Señor: es la hora. El verano fue muy grande.
Pon tu sombra en los relojes de sol
y en los campos suelta los vientos.

Diles a los últimos frutos que se llenen
dales dos días más de sur,
llévalos a la perfección, y pon
en el vino fuerte la última dulzura.

Quien ahora no tiene casa, no la construirá.
Quien ahora está solo, permanecerá así mucho tiempo,
velará, leerá, escribirá largas cartas
irá de aquí para allá  inquieto por las avenidas,
cuando las hojas vuelan.

 

De: Das Buch der Bilder

 

Imagen superior: Im Flame. Festival Flamenco de Düsseldorf. Foto: Albrecht Korff