Es un cantaor que ha crecido en la raíz más pura del cante de la Plazuela. No cabe duda de que si no ha sido artista profesional es por el peso que le han dejado sus antecesores, sobre todo su padre Manuel Moneo Lara y su tío Juan Moneo El Torta. En una mañana de verano nos reunimos con El Barullo, también llamado Manuel, en su lugar de confianza para tomarse un amontillado y una tapa de lo que sea bueno y de calidad: El Ermitaño de Paco. Aquí han pasado momentos de los que quedan guardados en el mejor baúl del cante en reunión, pues Moneo se templaba y paraba el tiempo. Su hijo ha estado siempre con él, a su lado, aprendiendo todo y más, llevándolo como a un patriarca de respeto. No entiende muchas cosas que pasan en estos momentos: «El flamenco ha cambiado mucho». Ahora, dice que «en los festivales se escucha muy poco la soleá y la seguiriya». Este año ha cantado en el festival de Torremolinos, y lo han llamado para otros sitios, pero hay muy poquito dinero. «Yo no sé quién se lo lleva, pero dinero no hay. O te dicen ‘esto es lo que hay’, no preguntan ni cuánto quieres por cantar». Pero lo tiene muy claro, porque así se lo inculcó su padre: «En mi hambre mando yo».