‘Samara’ en Abbey Road – Las cozas (I)
Después de dos años escribiendo en Expoflamenco para lectores inteligentes he decidido crear una serie de artículos donde iré relatando anécdotas de mis más de cincuenta años con la música. Empiezo por una en los míticos estudios londinenses de Abbey Road, donde revisé unas nuevas mezclas de Camarón.
No soy muy de contar cosas personales, pero después de dos años escribiendo en esta plataforma para lectores inteligentes he decidido crear una serie de artículos donde iré relatando anécdotas que me han ocurrido en mis más de cincuenta años con la música. Empiezo por una que ocurrió hace ya unos años en los míticos estudios londinenses de Abbey Road. Para un beatlemaníaco como, yo pisar los estudios donde se grabaron buena parte de los discos de mi colección personal ha sido una de las experiencias vitales más excitantes.
Un buen día recibí una llamada de mi amigo y compañero Fernando Crespo, por entonces A&R en la compañía Universal, preguntándome si me importaría acercarme de un salto a Londres para revisar las nuevas mezclas que se estaban haciendo de algunos de los más populares números de Camarón. La industria del disco siempre ha estado dispuesta a exprimir en lo posible la obra del genio de la Isla después de muerto. Fernando quería asegurarse de que todo se hacía con buen oído y quiso, antes de editar el “nuevo disco”, que lo escuchásemos José Manuel Gamboa y mi menda para dar el visto bueno. Llamé a Gamboa y le dije: haz la maleta que nos vamos a Abbey Road. En dos horas estábamos en Barajas encantados de la vida (anda que nos lo pensamos mucho). Nunca podremos agradecer lo suficiente a Crespo que contará con nosotros para tan inolvidable viaje.
Al llegar a Heatrow fuimos directos a los estudios más famosos del mundo. Antes nos hicimos la foto de rigor en el paso de cebra y entramos en aquel templo de la música moderna. Allí estaba Fernando recibiéndonos con su sempiterna sonrisa y en el estudio estaba Luis Monge, el hijo del genio, el abogado de la familia y el ingeniero inglés a los mandos. Nos contaron entusiasmados que habían encontrado falsetas ocultas, finales desconocidos, fragmentos que en su día no aparecieron en la mezcla final. Mientras, yo me preguntaba: ¿quién había decidido dejar fuera todo aquel material? La respuesta era fácil: el Gran Jefe Paco, productor artístico de buena parte de la obra de José. Y pensaba para mí: ¿quiénes somos nosotros para remezclar algo que el algecireño había desechado? Pero bueno, a nosotros nos habían llamado para dar el visto bueno al trabajo hecho. El abogado, a quien conocía bien de otros proyectos editoriales, me preguntó: ¿qué queréis escuchar? Y antes de que Gamboa dijera nada salte: ¡Samara! (la reina de la morería). Pensé en esas preciosas bulerías al recordar un tremendo error cometido cuando se había hecho la digitalización y transfer de LP a CD. Probablemente a alguien se le debió romper la cinta y en la versión de CD faltaban unos segundos (en el verso “En mis sueños te llamaba…”) y tenía curiosidad por saber si en la revisión que se estaba llevando a cabo en tan ilustre lugar se había detectado y corregido el error. El técnico puso Samara y al llegar al dichoso verso… ¡tomaketoma! Ahí estaba aún la amputación. Seguían faltando unos segundos. ¡Altooo!, exclamé, sin disimular la satisfacción de dar a la primera por bien empleado nuestro viaje. Imposible, dijo alguien. Y el ingeniero inglés confirmó: tiene razón este señor, ahí hay un salto. Las caras de póker eran evidentes y yo me hinché como una gaita. Llegar y besar el santo era aquello.
«Con todos los géneros de todos los tiempos, el marketing manda y si hay que reeditar veinte veces ‘Samara’ añadiendo lo que en su día se desechó, si se puede vender como nuevo nada lo impedirá. Palante con el negocio. Las cozas»
¿Cómo se les pudo haber escapado aquel “pequeño detalle”? Luis dijo que era la época menos conocida de la extensa obra de su bendito padre. Maín, el abogado, no se lo podía creer. Fernando se sentía pletórico de haber acertado al llamarnos para supervisar el proyecto. Gamboa estaba encantado con el resultado de la primera revisión. Después escuchamos el resto de las grabaciones e hicimos constar nuestro desacuerdo en tocar la mezclas de Paco y el peligro de sacar cosas, algunas preciosas, de Tomate y del propio Paco, pero que en su día fueron desechadas. Así quedó la cosa y nos fuimos al hotel. No sin antes pasar por Charing Cross a comprar una Stratocaster para zurdos por la que José Manuel llevaba tiempo suspirando.
Cuando salió el disco me fui directo a Samara esperando ver corregido el error, digitalizando de nuevo la cinta original de Castillo de Arena del año 1977, o al menos habían recurrido al LP. Pero… como decía Morente, ¿para qué vamos a hacer las cosas bien? Decidieron tomar el camino más fácil. Fueron al LP, cogieron los pocos segundos que faltaban y los insertaron en la grabación cortada. Es decir: una rechapuza. Hay personas que creen que estas cosas solo son perceptibles para unos pocos y, para ellos, estamos casi como cencerros. Pero qué va. Mucha gente, los verdaderos aficionados, se dan cuenta nada más escuchar un error de ese calibre, no hay que tener especiales cualidades auditivas para apreciar algo tan evidente. Lo que ocurre es que en la industria hay mucho sordo.
Meses después el amigo Fernando Crespo me dijo que por fin se había arreglado y que ya podíamos dormir tranquilos, sobre todo Camarón podía descansar en paz. Para quien tenga curiosidad por el corte aquí pueden escucharlo en el minuto 1:11, aquí el original del LP mismo minuto. Juzguen ustedes mismos.
Se han hecho y se hacen infinidad de despropósitos con las grabaciones, las más de las veces con la obra de artistas que ya no están para defenderse. Para el mundo de la publicidad, por ejemplo, la música de cualquier época y cualquier estilo es materia comercial para hacer con ella lo que sea menester y le plazca a la agencia de turno. Cogen un fragmento de una ópera de Mozart, le cambian el tempo, la cortan, invierten si es necesario la armonía, le ponen una letra y listo, anuncio al canto. Con todos los géneros de todos los tiempos, el marketing manda y si hay que reeditar veinte veces Samara añadiendo lo que en su día se desechó, si se puede vender como nuevo nada lo impedirá. Palante con el negocio. Las cozas.
→ Ver aquí las entregas anteriores de la sección A Cuerda Pelá de Faustino Núñez en Expoflamenco