María Pagés: de Cea Bermúdez 1 a Alcalá 94
Crónica de la actuación de la bailaora sevillana María Pagés en el Festival Suma Flamenca de Madrid. «Sus movimientos siguen siendo volátiles y ágiles, una sensación constante de estar ante la majestuosidad y la grandeza de un cisne blanco al abrir sus alas».
De nuevo, la Sala Roja de los Teatros del Canal esperando sostener un nuevo espectáculo del Festival Suma Flamenca de Madrid y la emoción del público. Un foco cenital blanco apunta a unos brazos eternos llenos de elegancia y sobriedad que lanzan al espacio expresividad y melodía. Durante un lapso, María Pagés nos deja observar la magnitud que se desprende de sus extremidades. La oscuridad vuelve a circundarla para dar paso a la segunda escena de las siete que conforman el espectáculo de la bailaora.
Un segundo foco dispara contra un violonchelo cargado de melodías graves y electrizantes. De repente, la voz rauca de Ana Ramón persigue la electricidad que emana del chelo, que a su vez abre paso al fuego que se desprende de la bata de cola de María. A pesar de llevar consigo la bata, que no da la sensación de ser de las que tienen un peso fácilmente admisible, los movimientos de la protagonista siguen siendo volátiles y ágiles, transmitiendo una sensación constante de estar ante la majestuosidad y la grandeza de un cisne blanco al abrir sus alas. Alas que en este caso la bailaora lleva cubiertas con unos palillos que empiezan a sonar al compás de una seguiriya. El baile de la sevillana se caracteriza por dejar fluir el cuerpo, sobre todo de cintura para arriba. Desprende seguridad y desinhibición. Suena entonces la melodía tradicional de la escobilla y María la resuelve con un equilibrio perfecto entre fuerza, sutileza y sencillez para dar paso, de forma diligente, al macho de la seguiriya que le permite llegar a un punto más allá en sus movimientos libertarios y acabar en una posición que irradia fuerza y coraje.
En las cuerdas de un violín aparecen unos acordes muy similares al Invierno de Las cuatro estaciones de Vivaldi. En el escenario, acompañando al violín, un cajón, un chelo, una guitarra y dos cantaoras para dar protagonismo a unas cuantas letras por fandangos que abren con un fandango de Juan María Blanco. Después de este palo, que arroja un poco de viveza y energía al espectáculo, vuelve la calma. En esta ocasión, el foco alumbra a Cristina Pedrosa, que pone cada quejido al servicio de María. Esta vuelve a entrar al escenario sosteniéndose sobre cada lamento que emana del cante de Cristina. En un segundo, sus palillos son los únicos protagonistas de la escena. Todo a oscuras, salvo unas manos que demuestran maestría y sapiencia en cada riá pitá y en cada fugaz posticeo. De un golpe, Pagés se desprende de los palillos, cesa el estruendo y ella misma crea la apacibilidad que necesita para sentarse delante de una mesita de madera a contar su historia al llegar a la capital. Se crea un ambiente íntimo y especial. La voz dulce de la bailaora empieza a recorrer, con ciertos toques satíricos, personalidades tan reseñables como la de Adelita Domingo, Matilde Coral, Rafael el Negro o Manolo Valdivia. Madrid y Antonio Gades. Lugares tan carismáticos e importantes como Amor de Dios. Academia de gran renombre en Madrid que alberga la experiencia de identidades importantes como la de María Magdalena, El Güito o La Tati.
«María Pagés lleva las alas cubiertas con unos palillos que empiezan a sonar al compás de una seguiriya. El baile de la sevillana se caracteriza por dejar fluir el cuerpo, sobre todo de cintura para arriba. Desprende seguridad y desinhibición»
De la quinta escena nace un taranto que está de forma constante arropado por los movimientos que le profesa María. Durante todo el espectáculo, cada uno de los ademanes y los zapateados se rigen por la melodía que suena en cada momento. Y en este instante, parece incluso más evidente. Se puede percibir sin lugar a equívocos, que su baile está nutrido de la vieja escuela y de todos los maestros que ha mencionado unos minutos antes. Se trata de una danza caracterizada por la sencillez y la pulcritud en los zapateados, otorgándole casi el cien por cien del espacio a las oscilaciones de un cuerpo que calibra una técnica imparable.
Un solo de cajón a compás de bulerías indica que se está llegando al final de la función. Los seis miembros que conforman el equipo de la Pagés siguen estando presentes en el escenario. Entonces sale ella para acompañarlos con las palmas, resolviendo una atmósfera llena de energía, brío y vitalidad. Poco a poco, las bulerías van tornando a unos caracoles que María acompaña con abanico, pero sobre todo con elegancia, gusto y delicadeza. Tres cualidades que han rodeado toda la estructura de la función y unos caracoles que sin querer y de forma paulatina han llevado al público a volver a sus casas tomando como punto de partida Alcalá 94.
Ficha artística
Alcalá 94
Suma Flamenca 2022
3 de noviembre de 2022. Sala Roja. Teatros del Canal, Madrid
Dirección: María Pagés y El Harbi El Harti
Baile: María Pagés
Cante: Cristina Pedrosa y Ana Ramón
Guitarra: Rubén Lebaniegos
Chelo: Sergio Menem
Violín: David Moñiz
Percusión: Chema Uriarte