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El abuelo y el mairenismo (4)

Antonio Mairena le dio más importancia a lo que consideró que era suyo, el cante gitano-andaluz, y los estilos mineros no entraban. Conocerlos los conocía, pero no le motivaban.


– Abuelo, creo que hoy deberíamos hablar de Mairena y el cante de Levante o minero, como quieras. Porque claro, si solo hablamos de lo que dominó como pocos, tampoco me parece correcto si queremos repasar la obra del gran maestro.

– Mairena le dio más importancia a lo que consideró que era suyo, el cante gitano-andaluz, y los estilos mineros no entraban. Conocerlos los conocía, pero no le motivaban. Porque una cosa que hay que dejar clara, Manolillo, es que Antonio Cruz García fue un grandísimo aficionado a todo el cante y que lo conocía todo. He conocido a algunos cantaores aficionados y estudiosos, y él fue de los mejores porque amaba el cante y solo hablaba de eso, del cante. Pero su voz no era apta para las tarantas, por ejemplo. Una taranta en la voz de Mairena no tenía relevancia alguna, entre otras cosas porque ese cante no le dolía. Sin embargo, el taranto lo cantó bien y lo grabó. Y la cartagenera grande, claro. A mí me encanta su granaína (En esta calle vivía), lejos de Chacón y Vallejo, por supuesto. En ese cante buscó más a Cepero o a Tomás. Pero lo hacía por su sitio y le injertó un perfume gitano muy interesante.

La fragua del Tío Laureano, abuelo. Ahí quedó ese taranto.

– Ahí buscó a Manuel Torres, sin duda. Era inteligente y sabía siempre el modelo a seguir en cada cante. Creo que fue honesto. No domino ese cante, lo aparto o lo grabo solo para que mi obra no sea repetitiva. Era listo. A pesar de ser discípulo de Pastora, que lo cantó todo magistralmente, en eso no salió a ella.

– Dices mucho eso, abuelo, que era seguidor de Pastora. Pero tenían voces distintas, ¿no?

– Eran una mujer y un hombre. Pero si te fijas bien, sus estilos son calcados. Si pones a Mairena a más velocidad en un tocadiscos, en tangos, cantiñas o bulerías, el parecido es asombroso. Hazlo. Fue su primera referencia. Además, la trató mucho más que a Manuel Torres, porque el jerezano era anterior a Pastora y murió en 1933. Cuando Mairena aún no era cantaor profesional y solo lo conocían en su pueblo, Torres era ya su ídolo. Pero encontró en Pastora una universidad el cante, cercana. La defendió siempre a muerte y, aunque tuvieron sus disgustillos, la adoraba.

– ¿Mairena era tan completo como Pastora?

– ¿Qué entiendes tú por un cantaor completo?

– Que domina muchos palos, abuelo.

– No. Pastora era mucho más completa que Mairena, que era largo solo en determinados palos. Y Manuel Vallejo. Para mí han sido los más largos de la historia. Me refiero a Pastora y Vallejo. Mairena dejó una gran obra, pero incompleta. Cuando los jóvenes quieren aprender cantes levantinos, malagueñas, granaínas, fandangos o estilos de ida y vuelta, no buscan a Mairena y sí a Chacón, Marchena, el Cojo de Málaga, Valderrama o Pastora.

 

«Brilló en los más difíciles, en los más duros, en los palos donde más pronto de descubre un cantaor si es o no bueno. En esos palos, Antonio Mairena está entre los tres o cuatro más grandes»

 

– ¿Cuáles eran los palos de Mairena, según tú?

– Los que él llamaba cantes básicos. O sea, tonás, seguiriyas, soleares y cantes festeros. Que por cierto, el más básico de todos es el fandango y no lo incluyó por desconocimiento y porque consideraba que era un palo gaché.

– ¿Y no lo es, abuelo? El fandango, quiero decir.

– No, el fandango es la base musical de casi todo y el mairenismo lo desprecia. Si no cantas por seguiriyas, soleares o bulerías… no eres cantaor.

– Abuelo, ¿hay que ser completo a la fuerza para ser considerado un maestro?

– Ni mucho menos. Paco Toronjo fue un gran maestro y solo cantaba fandangos. Pero por ahí fue un genio y la historia lo tiene en un pedestal de oro, con justicia. Mairena fue un gran maestro, de los más grandes, aunque no brillara en todos los palos por igual. Brilló en los más difíciles, en los más duros, en los palos donde más pronto de descubre un cantaor si es o no bueno. En esos palos, Mairena está entre los tres o cuatro más grandes.

– Me contaron que en una fiesta en su pueblo, Mairena del Alcor, alguien le dijo que los fandangos de Huelva no eran su fuerte y le cantó cuarenta distintos sin repetir una letra. ¿Es verdad eso, abuelo?

– Cierto. Fue en la casa de campo del doctor Antonio Rincón, excelente pediatra. Y hay grabación doméstica de eso.

– ¿Y qué, cómo cantaba por Huelva?

– Lo conocía todo, es cierto. Pero le faltó el dejillo. El sabor al paisaje, como él mismo decía referente a la pureza. Le gustaba Rengel, al que trató. Pero no tenía su velocidad. En fin, si llega a tenerlo todo…

– Abuelo, ¿te puedo ser sincero? Sé que vas a dejar de hablar de Mairena porque te crujen en Facebook. Pero me decepcionaría que lo hicieras. Fíjate, abuelo. Gracias a nosotros, Mairena está siempre en el candelabro.

– Querrás decir el candelero…

– Eso, abuelo.

 

 

→  Ver aquí la tercera entrega de El abuelo y el mairenismo

→  Ver aquí la segunda entrega de El abuelo y el mairenismo

→  Ver aquí la primera entrega de El abuelo y el mairenismo

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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