José Lorente o la voz de oro del Barrio de la Feria
El cantaor sevillano José Lorente fue el creador de una soleá apolá de origen trianero, de las más flamencas que existen y de las más difíciles de interpretar. Si es verdad que era suya tuvo que ser un cantaor de enormes facultades. No fue fácil averiguar quién fue, porque no aparecía su segundo apellido por ninguna parte y hubo muchos
Hace años me puse a averiguar quién fue el cantaor sevillano José Lorente, creador, al parecer, de una soleá apolá, de origen trianero, de las más flamencas que existen y de las más difíciles de interpretar. Si es verdad que era suya tuvo que ser un cantaor de enormes facultades. No fue fácil averiguar quién fue porque no aparecía su segundo apellido por ninguna parte y hubo muchos Lorentes en la Sevilla del siglo XIX. Sabía que tuvo que ser un cantaor destacado, porque aparecía anunciado ya en la prensa sevillana actuando junto a Perea del Puerto, Ramón Sartorio, Enrique Prado, Silverio y Antonio Pérez, el célebre guitarrista sevillano.
¿Quién fue José Lorente?
José Lorente Lora nació en Sevilla el 27 de abril de 1842, en el número seis de la calle Ropavieja, que actualmente es Antonio Susillo, una calle muy conocida de la Alameda. Fue hijo de Antonio Lorente Jiménez, de Amisco (Portugal), lanero de profesión, y de María de Lora Tesoro, de Fuentes de la Campana, hoy Fuentes de Andalucía. Se bautizó el 30 de abril de ese mismo año en la Iglesia de San Marcos, donde se bautizó también Manuel Vallejo.
Se casó el siete de mayo de 1863 con la sevillana Matilde Tejera Hinojosa, de 18 años de edad (nacida en 1845), en la Parroquia de Omnium Sanctorum, con una niña ya encargada, María del Amparo, que nacería el 24 de agosto de ese año en la calle Quesos. Luego tuvieron tres o cuatro hijos más. La mujer del cantaor era hija del tejedor Joaquín Tejera y de Josefa Hinojosa, ambos sevillanos. Estuvo solo catorce años casado, puesto que murió en 1877, a la edad de 36 años, víctima de la terrible tuberculosos pulmonar.
«A veces cuesta identificar a un cantaor de aquellos años porque no constaban como artistas en los documentos, o no era lo normal. Es el caso de Lorente, que reza como zapatero, su verdadero oficio»
José Lorente falleció en la popular calle Peral, número 37, la misma calle donde llegó a vivir Frijones y Rafael Pareja, el cantaor de Triana, montó un café cantante o tabanco. Años más tarde vivirían en esta misma calle la Niña de los Peines y el bailaor Rafael Ortega Monge. Es una arteria muy larga y paralela a Calatrava, en plena Alameda de Hércules. Hoy es una calle tranquila donde no es fácil comprarse una casa porque son casi inasequibles.
Cantaor de academias boleras
Cantaba sobre todo para bailar en las academias de Miguel y Manuel de la Barrera, los maestros boleros –antequerano uno y sevillano el otro, en este orden–, porque mediados del siglo XIX pocos cantaores daban recitales en solitario en los teatros. Y muy bueno tuvo que ser cuando todo un Silverio Franconetti lo tuvo en su compañía junto al citado Antonio Pérez, el bailaor Antonio Páez El Pintor o el Cuervo Sanluqueño. Silverio, que era la máxima autoridad de la época, no iba a llevar en su compañía a nadie que no fuera un cantaor de solvencia y Lorente lo era ya en 1865, con 23 años, cuando la prensa sevillana lo anunciaba así en una de sus actuaciones en el célebre Salón Recreo, de la calle Tarifa 1, que años más tarde se convertiría en el primer Café del Burrero, de don Manuel Ojeda Rodríguez:
Salón de bailes El Recreo. El director don Luis Botella avisa a los aficionados que el sábado 2 de diciembre darán principio los ensayos de bailes del país y cantos andaluces, asistiendo las mejores bailarinas de esta capital y dos parejas para los bailes de jaleo, y el afamado cantador José Lorente acompañado de un tocador de guitarra para lo flamenco.
¿Era Lorente ya un profesional del cante? Su oficio era el de zapatero, como Chacón y Paco el Sevillano, pero no me cabe duda de que los cantaores cobraban ya por cantar en estos salones o academias frecuentados por turistas que se dejaban sus buenos cuartos. A partir de este año, 1865, Lorente aparecería con frecuencia en la prensa sevillana y siempre cantando en este salón o el Oriente, que estuvo en la calle Trajano, cuyo director era el maestro bolero sevillano Manuel de la Barrera y Valladares. Actuaba con Sartorio, El Zarcillero, el Quiqui, la Virilo, El Pintor, Isabel Jiménez, Carito de Jerez, Juraco y Enrique Prado El Peinero, y casi siempre era para cantarle a la Campanera o a gitanas de la Cava trianera que eran contratadas para animar el fin de fiesta.
En 1867 cantó mucho junto a su gran amigo Silverio, quien ya había regresado de Sudamérica y recuperado su sitio como figura del cante. Silverio vivía entonces entre Cádiz y Málaga, casándose un año más tarde en esta última ciudad con una señorita de Linares, Ana Torrecilla Sánchez. Estaba ya dándole vueltas a la idea de crear una compañía de flamenco que recorriera las ciudades españolas, sobre todo las andaluzas, y en esa compañía pionera estaría ya el joven José Lorente, del Barrio de la Feria, el barrio de Sevilla que más artistas flamencos dio en el siglo XIX.
«Silverio estaba dándole vueltas a la idea de crear una compañía de flamenco que recorriera las ciudades españolas, sobre todo las andaluzas, y en esa compañía pionera estaría ya el joven José Lorente, del Barrio de la Feria, el barrio de Sevilla que más artistas flamencos dio en el siglo XIX»
Silverio solía echar mucho la caña en este barrio, en San Juan de la Palma –de donde era El Pintor, padre de Lamparilla–, San Marcos y San Román, cercanos a la Alameda de Hércules. Más que en Triana, porque los cantaores y las cantaoras del célebre arrabal sevillano no eran muy partidarios de los escenarios, solo de las fiestas privadas o familiares. Silverio valoró mucho a Frasco el Colorao, Juan el Pelao, Curro Puya o Antonio Cagancho, pero sabía que eran reacios a ser artistas profesionales. No pasó lo mismo con Ramón el Ollero, quien cantó en su café y por eso lo hemos destacado muchas veces como el gran cantaor trianero del siglo XIX.
Tras varios años de actividad en los salones de Sevilla, Silverio y Lorente actúan varias noches en Córdoba, en 1871, con el maestro ya convertido en empresa. La prensa cordobesa lo recogió de una manera muy breve:
CAFÉ DEL RECREO. El empresario de este establecimiento ha contratado por seis funciones a los célebres artistas del género andaluz. Cantadores, Silverio Franconeti, Francisco Hidalgo y José Lorente. Bailadores, Antonio el Raspador y Antonio el Pintor. Guitarristas, el simpático Antonio Pérez.
Fue en mayo de este año y destaca el hecho de que Lorente esté con Silverio y Francisco Hidalgo, que no era otro que Paco el Sevillano. Eran dos grandes figuras y Lorente era solo un joven cantaor de 29 años. Pero sería muy bueno porque Silverio no se jugaba el prestigio con cualquiera. En el mismo mes del año siguiente vuelve la compañía al mismo escenario cordobés con Silverio como director, y aparece de nuevo José Lorente, un ídolo ya en la ciudad andaluza gracias a la confianza que había depositado en él el señor Franconetti.
Laboriosa búsqueda
No ha sido fácil averiguar quién fue el célebre cantaor sevillano, y a pesar de los datos que hemos aportado sobre el artista necesitaría aún otros para asegurarlo con toda rotundidad. Lamentablemente, Fernando el de Triana no aportó nada, no sabemos si porque no sabía nada de él o porque no le dio importancia alguna, como a tantos otros. Es verdad que murió en 1877, cuando Fernando tenía solo 10 años, luego no lo escuchó nunca, pero tampoco escuchó jamás a Tomás el Nitri, que murió el mismo año, y se ocupó de él en su famoso libro de 1935.
En otro libro muy poco documentado, Triana, la otra orilla del flamenco (2013), de Ángel Vela Nieto, se da por hecho que José Lorente era del arrabal y no parece ser cierto. Sí lo es que siempre se había relacionado a este cantaor con el barrio sevillano, quizá por esa soleá que se le atribuye, de aire apolao, tan conocida:
El día del terremoto,
llegó el agüita hasta arriba
pero no pudo llegar
donde llegó mi fatiga.
El terremoto aludido fue el Lisboa, de 1755, que tanto daño hizo en Lisboa, con siete u ocho decenas de miles de muertos, quedando la ciudad casi destruida al completo. Curiosamente, Lorente venía de portugueses, su padre lo era. Es solo una curiosidad, pero ahí está el dato. Y de sevillanos de Fuentes de Andalucía, que cuando nació el cantaor era Fuentes de la Campana. Un pueblo, por cierto, sin mucha tradición de cante, aunque destacó bastante el Niño de Fuentes de Andalucía en la época de la ópera flamenca. En este pueblo, precisamente, debutó otro niño, el de Marchena, quien habló siempre mucho de Lorente como un cantaor importante y creador de una soleá que él interpretaba con frecuencia, así como su caña.
«Silverio, que era la máxima autoridad de la época, no iba a llevar en su compañía a nadie que no fuera un cantaor de solvencia y Lorente lo era ya en 1865, con 23 años, cuando la prensa sevillana lo anunciaba así en una de sus actuaciones en el célebre Salón Recreo»
El hecho de que Lorente apareciera en la compañía de Silverio junto al guitarrista Antonio Pérez y el bailaor Antonio Páez El Pintor me hizo pensar en que pudiera ser del Barrio de la Feria. Era de la generación de ambos y aparecía siempre viviendo cerca del Maestro Pérez, con quien ya trabajaba en el inicio de los años sesenta del XIX en las academias de Manuel y Miguel de la Barrera. Había que comprobar que no cantaba a partir de 1877, que fue cuando murió el cantaor, y hasta ahora no ha aparecido ninguna actuación suya después de esa fecha. Si apareciera algún día no sería el José Lorente que tengo como el mítico cantaor. A veces cuesta identificar a un cantaor de aquellos años porque no constaban como artistas en los documentos, o no era lo normal. Es el caso de Lorente, que reza como zapatero, su verdadero oficio.
Otra pista que me llevó a dar por válido a este José Lorente es que aparecía viviendo también cerca de Francisco Arana Cuesta, El Cuervo Sanluqueño, conocido además como Paco el Sanluqueño. Era también de la compañía de Silverio, con Lorente, y vivió en la calle Palomas teniendo como vecinos a Ramón el Ollero y el jerezano Antonio Frijones. Todos estos datos me llevaron a pensar en que el zapatero fuera el verdadero Lorente, el cantaor al que Silverio protegía y que tanto tiempo tuvo en su compañía, hasta su temprana muerte.