Pedro Ricardo Miño, el mago de las teclas negras
El pianista trianero presentó su ‘Universo Jondo’ en el Real Alcázar de Sevilla, durante la XXI Bienal de Flamenco.
Bendita la rama que al tronco sale. Pedro Ricardo Miño Bastos nació en Triana en una época en la que el arrabal sevillano hacía tiempo que había dejado de ser la meca del flamenco. Pero cayó de pie en aquella cunita de música que sus padres le trenzaron a base de falsetas, braceos y azahares. Habrá una pareja más flamenca que la formada por Pepa Montes y Ricardo Miño. Te has fijado en las hechuras del niño. El niño hace tiempo que cumplió los treinta, pero son treinta ya los años desde que debutó en la Bienal de Flamenco de 1990.
«Dónde está la guitarra, que la noto y no la veo. No hay guitarra, primo. Es Pedro Ricardo con un manojo de teclas negras. Ya sabes que el piano es un instrumento de cuerda»
Fíjate. Y yo que creía que esto del piano flamenco lo había inventado Dorantes. No, hija, no. Fue el sobrino de Tomás y de Pastora. Arturo Pavón, el pianista que se casó con Eloísa Albéniz. Tenían una academia en la plaza de la Mata, por la que pasaron decenas de grandes bailaoras. Anoche Pedro Ricardo Miño reconoció a Arturo como su máximo referente pianístico, al tiempo que dedicó unos tientos bellísimos a la Casa de los Pavón. Me pareció ver a Pastora apoyando su mano en una silla vacía, mientras paladeaba aquello de:
Y me bendijo a mi mare,
diez céntimos le di a un probe
y me bendijo a mi mare,
qué limosna tan chiquita
pa recompensa tan grande.
Confiesa que te asustaste cuando viste colocar en una esterilla dos pipas de madera, como de metro y medio de alto. Son sitares. No, son tamburas. Los sitares tienen un montón de clavijas y estos son planos. Bueno, primos hermanos. Sirven para colarte un zumbido en la cabeza por debajo de una extraordinaria seguiriya. Sí, que dicen que es un homenaje a Ravi Shankar (India, 1912 – California, EEUU, 1920), que fue un gurú, un maestro espiritual indio muy admirado por Pedro. Y que tocaba estupendamente este tipo de cordófonos de cuatro cuerdas afinadas alrededor de la tónica. Y sin trastes. Lo has mirado en la Wikipedia. Pues claro. Para lo único que sirvieron fue para tapar los silencios, el pilar fundamental de lo jondo.
A partir de aquí, todo estupendo. Dónde está la guitarra, que la noto y no la veo. No hay guitarra, primo, es Pedro Ricardo con un manojo de teclas negras. Ya sabes que el piano es un instrumento de cuerda. Increíble el viaje que nos regaló por la geografía flamenca. Esa farruca huele a uvas de vino verde pisadas por los benditos pies de su madre Pepa. Esa es la malagueña de Enrique el Mellizo en la voz de Aurelio. Hasta el mismo barrio de Santa María fue Pedro para impregnar sus dedos con el viento de levante. Calla, calla, qué ha dicho de la soleá.
«Una lección magistral de compás al piano. A más de cuatro se le mueven los pies bajo la silla. Y Pedro Ricardo Miño se transforma en bailaor que parece querer volar sobre su banqueta»
Dice que la soleá es una composición de su padre y maestro. Resulta que en el Altozano, antes de terminar de cruzar el puente de Triana desde Sevilla, y a mano izquierda, hay un reloj. Frente a la capillita del Carmen, el monumento más solearero de Aníbal González. Pues bien, ese reloj da las horas por soleá. Como te lo estoy contando. Y con la guitarra de Ricardo Miño. Anoche el patio de la Montería del Real Alcázar de Sevilla recibió las once campanadas desde un piano de cola. Lo hizo por Cádiz, por Alcalá. Incluso por la soleá petenera de Silverio Franconetti. Y entró el compás de la soleá por bulerías, de las palmas de las manos de Manuel Valencia y Manuel Cantarote. Cómo suenan esas palmas sordas en este palacio flamenco. Ellos, y Paco Vega con su percusión, fueron en gran parte responsables del feliz desenlace de la velada.
Porque desde este punto hasta el final, aquello se convirtió en una lección magistral de compás al piano. Echa un vistazo al público. A más de cuatro se le mueven los pies bajo la silla. Y Pedro Ricardo Miño se transforma en bailaor que parece querer volar sobre su banqueta. Él es la voz y la sonanta en las alegrías que dedicó a su hija Carmen recién nacida. Y se acordó por bulerías, sin reprimir la emoción, de sus amigos Manuel Molina y Fernando Terremoto. Has dicho Terremoto. Ahí está su hija María, sorpresa aplaudida por el respetable. Y quiero cerrar con una cosita improvisada, en la que podamos participar todos los músicos y que, seguramente, olvidaremos mañana. Qué cosas tiene Pedro. Ohú, por ahí asoman de nuevo los de las pipas de maera.
Fotos: Claudia Ruiz Caro – Bienal de Flamenco
Ficha artística
Espectáculo: Universo Jondo
Ciclo: XXI Bienal de Flamenco
Lugar y fecha: Patio de la Montería, Real Alcázar de Sevilla. 17/9/2020
Piano: Pedro Ricardo Miño
Percusión: Paco Vega
Palmas: Manuel Valencia y Manuel Cantarote
Tambura: Víctor Cabello y Arregola
Artista invitada (cante): María Terremoto
Técnico de sonido: Fali Pipió