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SOS a las grandes lumbreras

Creemos que todos los artistas tienen un colchoncito para estas crisis, pero no es así. En el flamenco los hay que pasan calamidades, por si no lo saben. Y son fenómenos cantando, bailando o tocando la guitarra.


Conmueve pensar en los problemas que estarán pasando ya tantos y tantos artistas modestos, pero buenos, por la crisis sanitaria del coronavirus. ¿Saben lo que yo haría si tuviera el dinero que tienen las grandes lumbreras del flamenco? Lo que hacían las antiguas figuras –Silverio, Manuel Molina, Chacón o Pepe Pinto–: llamar a los genios del cante que estaban en la miseria para disfrutar de ellos en privado. No era caridad. Lo hacían para aprender y disfrutar, pero también para ayudarlos y, de paso, a sus familias. Me consta que hay cantaoras y cantaores que están pidiendo ayuda para dar de comer a sus hijos porque se están suspendiendo festivales, recitales y reuniones. A todos nos está afectando, también a mí, pero mucho más a esos artistas modestos que si se tiran en casa un mes sin trabajar se tienen que quitar la necesidad a guantazos. Y tienen hijos, que es peor todavía, aunque sean una bendición de Dios.

 

«El flamenco se está deshumanizando. Hay compañerismo y buen rollo entre los artistas, pero poco más»

 

Es probable que algunas figuras con poderío económico lo hayan pensado y que crean que no es el momento, entre otras cosas porque hay que obedecer a las autoridades sanitarias. Vale, pero siempre hay maneras de ayudar a compañeros con dificultades. Dime qué necesitas y cuando pase todo me das un recital en casa para aprender de ti y disfrutar de tu arte. Eso haría yo si pudiera, sin dudarlo ni un minuto. Es un verdadero drama. Creemos que todos los artistas tienen un colchoncito para estas crisis, pero no es así. En el flamenco hay quienes salen cada noche a ganar un sueldo en un tablao o en una fiesta privada. Los hay que pasan calamidades, por si no lo saben. Y son fenómenos cantando, bailando o tocando la guitarra. En algunos casos mejores que esas lumbreras que no voy a citar porque no es necesario.

Dije hace años que el flamenco se estaba deshumanizando y creo que no me he equivocado. Hay compañerismo y buen rollo entre los artistas, pero poco más. Ayer me llamó un cantaor muy bueno, con nombre, para decirme que casi no tenía para comer. Me pidió por favor que no se lo dijera a nadie y no lo voy hacer. Ayer mismo solucionó el problema, gracias a Dios y a la generosidad de un buen aficionado.

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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