El Ministerio de Cultura de España le ha concedido a Jorge Pardo el Premio Nacional de las Músicas Actuales, un galardón más que merecido, por ser uno de los mejores músicos de nuestro país. Un premio que los flamencos hemos celebrado de una manera especial, aunque todavía haya quienes piensan que Pardo no es flamenco, sino músico, flautista y saxofonista.

Un día hablando con Paco de Lucía, de las pocas ocasiones que tuve de charlar con él de flamenco, salió a colación el nombre de Jorge Pardo, con quien el genio tenía muy buena sintonía tanto en lo musical como en lo personal. Y me dijo algo muy hermoso sobre él: “Jorge es un puro moderno”. Ya saben que Paco se lio muchas veces con eso de la pureza, un tema que le molestaba y que no entendía muy bien. Mi opinión es que Jorge Pardo es mucho más puro, como músico y como flamenco, que esos que creen que lo son porque hacen la supuesta caña de El Fillo o la hipotética soleá de La Andonda. Lo que Paco intentaba decirme es que cada época ha tenido su propio concepto de la pureza flamenca. Hay cantaores jóvenes que para parecer puros no solo falsean la voz de manera descarada, sino que hasta ponen la cara de puros, sobreactuando de una manera curiosa, con gestos de película de terror y esfuerzos innecesarios. Hasta los que no son gitanos quieren serlo, como si la pureza fuera exclusiva de los artistas calés. Pues ya ven, el músico galardonado no lo es y, además, tampoco es jerezano ni trianero, sino madrileño como Ramón Montoya, Angelillo o la Chata, la hermana de otro madrileño, Joaquín el Feo.

«Jorge Pardo es músico, un gran músico, toca flamenco y jazz, mezcla, fusiona, juega con los ritmos y el compás, improvisa, disfruta, sufre, se emociona, se ríe, crea»

Jorge Pardo era ya un gran músico cuando comenzó a colaborar con Paco de Lucía, con quien descubrió no solo el maravilloso mundo del flamenco, sino el de la libertad musical. Recuerdo que hace tres o cuatro años ofreció un concierto en el Castillo de Alcalá de Guadaíra, donde vivieron Joaquín el de la Paula y otros miembros de su familia, como su hijo Enriquillo y su sobrino Manolito de María. Todos grandes cantaores y buenos intérpretes de la soleá alcalareña. Era verano y hacía una noche estupenda, con el cielo lleno de estrellas. Pardo nos regaló unas melodías de soleares increíbles, de una enorme inspiración. Estaba en el castillo un familiar del de la Paula, creo que un bisnieto, que se parecía mucho físicamente al antiguo cantaor. Viéndolo llorar de emoción, le pregunté la razón y esta fue su respuesta: “Si Joaquín viviera y tocara el saxo, sería como Jorge Pardo”. Y es que el flamenco es más atemporal de lo que parece, de ahí que hoy nos suenen actuales una soleá de Tomás Pavón o una seguiriya de Juan Mojama. Jorge Pardo es músico, un gran músico, toca flamenco y jazz, mezcla, fusiona, juega con los ritmos y el compás, improvisa, disfruta, sufre, se emociona, se ríe, crea.

Miles Davis, el trompetista y compositor norteamericano, enamorado del flamenco, siempre tuvo claro que, tocara lo que tocara, era música. Así lo dijo cuando vino a Sevilla y alguien le preguntó que si lo que había tocado era jazz o flamenco. “No, es solo música”, respondió. Y había tocado una soleá que seguramente tenía mucho que ver con la que hizo Jorge Pardo en el Castillo de Alcalá, que emocionó al bisnieto de Joaquín el de la Paula. Cuando escucho a Jorge Pardo, en lo que sea, flamenco o jazz, siempre me emociono y jamás me pregunto qué es lo que ha tocado. Pero siempre, siempre, me acuerdo de aquello que me dijo Paco de Lucía, que Jorge era un puro moderno. Felicidades, genio.