Los niños de ‘Rito y Geografía del Cante’
Uno de los episodios más queridos de 'Rito y Geografía del Cante', de José María Velázquez-Gaztelu, es el que se emitió el 29 de octubre de 1973, en el que vemos algunos intérpretes de corta edad. Artistas emergentes, diamantes en bruto que con el tiempo llegarían a ser consumados profesionales.
Todos los aficionados flamencos de cierta edad conocemos la magnífica serie documental televisiva por la cual estamos eternamente agradecidos a aquel periodista, poeta, flamencólogo y buen amigo de Arcos de la Frontera, José María Velázquez-Gaztelu. Rito y Geografía del Cante es un viaje emocionante a través de las zonas flamencas más relevantes del siglo XX, con destacados intérpretes profesionales y amateur, guardianes del género que este proyecto luchaba por conservar.
Sin duda, uno de los episodios más queridos es el que se emitió el 29 de octubre, 1973, hace exactamente 46 años, en el que vemos algunos intérpretes de corta edad. No los hijos medio cursis del vecino, sino artistas emergentes, diamantes en bruto que con el tiempo llegarían a ser consumados profesionales.
Veía los episodios semanales de la serie en el televisor de Casa Pepe en Morón cuando se emitieron en 1971-73. Después de la cancelación del programa, las numerosas cintas grabadas estaban destinadas al borrado y reutilización, y casi perdimos este tesoro cultural. Se evitó aquel desastre gracias a una costosa iniciativa particular, y ahora muchos de los cantaores legendarios del último siglo pueden ser escuchados y vistos en su entorno natural por aficionados que no habían nacido siquiera cuando la serie fue grabada. El valor de esta obra magna aumenta con cada día que pasa.
«Con tan solo cuatro años, la Macanita canta y baila por bulerías, alcanzando tonalidades imposiblemente altas sin perderse, incluso cuando modula de bulería corta a canción. Quieres envolverla y llevarla a casita tal cual»
El susodicho episodio de los niños comienza con un grupo de chavales que cantan por sevillanas en la calle, y luego, una clase de sevillanas. De pronto vemos a un adolescente Moraíto, uno de los pocos jóvenes que han fallecido desde la filmación, y muy prematuramente. Toca por siguiriyas para acompañar el intenso cante de Antonio de la Malena, un niño de once años con la angustia de un persona mucho mayor. Ambos chicos son de Jerez. Da escalofríos pensar que un ser tan joven pudiera comprender y transmitir tanto dolor mediante el poder del cante. Hoy en día la excelente voz de Antonio acompaña el baile de María del Mar Moreno, su hijo, Malena hijo, es un experimentado guitarrista y hace poco su hija Zaira ganó el concurso de cante de la Bienal de Cante de Jerez.
A continuación, vemos a Carmelilla Montoya, de la gran Familia Montoya, que llevó el flamenco de reunión informal al escenario. Su madre, Carmen Montoya, observa con orgullo cuando Carmelilla canta y baila por bulerías, y se une a Remedios Amaya para más bulerías de estilo contemporáneo –ambas chicas tienen once o doce añitos– mientras un Bobote de once años –así es, el mismo Bobote que actualmente anima los cuadros con su palmas y personalidad– marca su pataíta con formas inconfundibles, seguido del Bollito hijo. Remedios ya luce su poderosa presencia y la lanza hacia la cámara, ni que estuviera en un gran teatro internacional.
Intervienen Manuel Morao y su hijo, además de Camarón y otros. Pero el momento mágico que nos reduce a todos a un charquito de emociones derretidas y deja clara la suprema importancia del entorno donde se forma un artista viene de nuestra pequeña Macanita, Tomasa Guerrero. Con tan solo cuatro años, la que hoy en día es consagrada profesional canta y baila por bulerías, alcanzando tonalidades imposiblemente altas sin perderse, incluso cuando modula de bulería corta a canción. Quieres envolverla y llevarla a casita tal cual. Si aún no lo has visto, aquí abajo tienes el vídeo.