¿Por qué hay que acabar con el flamenco?
Mientras en otros países se dan bofetadas por una soleá o una buena farruca de baile, aquí nombramos al Niño de Elche director de un importante festival o permitimos que algunos artistas se burlen de lo jondo en teatros que son templos del arte.
Hace muchos años que vengo diciendo, en la prensa y la radio, que existe un gran interés en acabar con el flamenco tradicional para colocarnos algo más fácil de vender y que tenga mejor entrada en los medios de comunicación. El pretexto, evolucionar, que nos olvidemos de las coplas tradicionales –por machistas, sobre todo–, el valor de unas escuelas sobre otras y, según algunos modernos, lo casposo. Ha habido artistas que se han quemado perteneciendo a ese nuevo movimiento, y otros están en el mal camino, aunque ellos lo llamen evolucionar. Es decir, desnudándose en el escenario o poniendo a dos gitanos a hacer compás en un ataúd.
Han ido colocando a determinadas personas en lugares estratégicos, como son festivales, medios de comunicación e instituciones públicas o privadas. Como una prueba más, ahí tienen al Niño de Elche de director del Festival Flamenco de Madrid, puesto ahí seguramente por su importante labor en el flamenco y la grabación de su revolucionaria antología. Después de esto podemos esperarnos que pongan a cualquiera de director de la Bienal de Sevilla o el Festival de Jerez –ya se hace, por cierto–, que le den un programa en Canal Sur a alguna feminijonda indocumentada o que lleven a la Noche Blanca de Córdoba a la hermana de Rosalía, porque ella ya estará este año. No hace muchos días me llamaba un señor importante, de la Cultura, para decirme que habría que acabar de una vez con la parte franquista del flamenco. ¿Qué parte es esa? Esto es intolerable y solo se podrá combatir desde las instituciones responsables y comprometidas con la cultura flamenca. A ver qué hace el nuevo Gobierno de la Junta de Andalucía, además de no hacer nada.
Tampoco estaría mal que los mismos artistas fueran también un poco responsables con un arte de dos siglos de historia que supone un hecho diferencial de la rica cultura andaluza. No les estamos pidiendo que no creen, experimenten o abran nuevos caminos de expresión, porque siempre ha habido esto en el flamenco, sino que no se vendan al mejor postor. Hay que apoyar a los sellos discográficos que apuestan por los jóvenes que hacen un flamenco tradicional, como La Droguería Music, de Chemi López. O a portales como ExpoFlamenco, donde intentamos llevar una línea seria, sin cerrarnos necesariamente a lo nuevo que haya venido o que esté por venir.
Pero lo que no se debe hacer es confundir a la gente, sobre todo a los jóvenes, con que flamenco es todo, porque no es así. Ni podemos considerar caduco a alguien porque canta un martinete o baila la caña que hacía Pilar López, porque son piezas clásicas. Y eso ocurre, no lo duden. ¿Por qué hay que acabar con el flamenco tradicional? Lo pregunto porque los aficionados llenan los teatros en todo el mundo y lo que les gusta a la mayoría es un flamenco tradicional, sin que se cierren a nuevas aportaciones. Yo mismo lo he comprobado en Bruselas, Berlín, Munich, Nimes o Nueva York. Pues mientras en esos y otros países se dan bofetadas por una soleá o una buena farruca de baile, aquí nombramos al Niño de Elche director de un importante festival o permitimos que algunos artistas se burlen de lo jondo en teatros que son templos del arte.
JUAN JOSE ACOSTA IGLESIA 11 abril, 2019
Hoy completamente de acuerdo Manuel !!.