Tomamos el título prestado del más reciente trabajo discográfico de El Niño de Elche: si él, en su disco, canta a lo gitano, podríamos decir que es lo mismo que hace Israel Galván en su espectáculo más reciente, El Dorado, estrenado el viernes 30 de mayo en Getafe en el marco del festival Madrid en Danza. Galván baila a lo gitano, un homenaje a su madre, Eugenia de los Reyes, bailaora antes que él y gitana. Él mismo lo explicaba en el posterior encuentro con el público: «Es un homenaje a mi madre, que siempre me pide que baile por bulerías».
Llevamos más de veinte años asistiendo a los teatros a ver las siempre originalísimas propuestas del más singular bailaor del siglo XXI y siempre sorprende. Y quizás sea ahora cuando lo hace por acercarse a lo contrario de lo que se espera de él. En El Dorado, un espectáculo que comparte con Los Mellis de Huelva y en el que la música se genera principalmente desde la percusión –de las palmas, los pies e incluso las voces–, Galván ya no busca generar esa tensión permanente en el público. Ya no busca el esperpento –o lo hace desde otro lugar– ni chocante. Sigue siendo Israel Galván, no nos equivoquemos, pero ahora parece querer buscar la ligereza, el disfrute, la risa.
En este espectáculo, que dura algo más de una hora, Galván plantea una juerga flamenca. A su manera, pero no desde el dolor o la angustia, como hizo en La fiesta (2017), sino desde el sentido más literal. Será quizás que están los tiempos suficientemente oscuros como para querer buscar más oscuridad en escena.
Durante el encuentro posterior con los espectadores, Israel Galván explicaba las claves de su propuesta: «Quería volver a hacer algo que me hiciera bailar, aunque soy bailante, porque soy bailaor y liante».
Vestido de negro con chaqué, mallas cortas, un delantal a modo de falda, calcetines ejecutivos y tocado con flor y peineta lateral, Galván ha elegido esta vez el camino de la celebración, del homenaje filial y de la juerga compartida.
Sobre un escenario minimalista, donde la iluminación de Benito Jiménez crea los espacios necesarios y acompaña los estados de ánimo que se quieren provocar desde el baile, Israel Galván despliega un repertorio que abraza la tradición desde su propia singularidad. La escena, sobria y alejada de lo que nos tiene acostumbrados el artista sevillano, prescinde de la incomodidad y la tensión para centrarse únicamente en el baile y el disfrute, siempre al estilo suyo.
«Un Israel Galván que baila a lo gitano y que, al hacerlo, nos recuerda que la revolución también puede ser un acto de amor»
Fiesta por bulerías
El espectáculo arranca con el bailaor paseándose por el escenario, jugando y bromeando mientras Los Mellis repiten un soniquete que parece una juerga por bulerías. La conexión entre el bailaor y los músicos onubenses se establece a través de códigos precisos: les marca con el pie, con la mano, y ellos le leen con la naturalidad de quien conoce el territorio común del compás.
El recorrido por los palos del flamenco se sucede con una fluidez que elimina cualquier atisbo de gravedad para instalar la ligereza como protagonista. Del cambio a la soleá, que no resulta solemne pese a que la luz se ajusta a los requerimientos del palo, a los tangos, pasando por las alegrías donde, mientras Los Mellis cantan un estribillo, Galván repasa todas sus poses conocidas, sus perfiles, sus gestos, su sello inconfundible.

En el Teatro Federico García Lorca de Getafe, con un aforo casi completo de 675 butacas y con la presencia entre el público de Muriel Romero, actual directora de la Compañía Nacional de Danza, el espectáculo cosechó varios minutos de ovación con el público en pie.
Hay momentos de especial potencia visual, como cuando se coloca en el centro del escenario con un pandero gigante sobre una tarima, creando una imagen contundente realzada por la iluminación. El compás es del Bolero de Ravel, pero la música no está presente, solo existe el ritmo puro. Es entonces cuando uno de Los Mellis canta Toda una vida y Galván baila un bolero que resulta revelador: nunca habíamos visto al artista sevillano bailar de frente, hacer remates encima de una tarima o despertar un ole espontáneo en el público.
«Es entonces cuando uno de Los Mellis canta ‘Toda una vida’ y Galván baila un bolero que resulta revelador: nunca habíamos visto al artista sevillano bailar de frente, hacer remates encima de una tarima o despertar un ole espontáneo en el público»
Bailar ‘El bolero’ de Ravel sin escucharlo
«No hay música», enfatizaría sobre Ravel en la conversación con el público después. «Pero hemos cogido piezas como esta porque sólo con el ritmo el público ya la oye».
Ese sello inconfundible de lo raro, lo incómodo o incluso lo grotesco que caracteriza su trabajo, Galván lo rescata en las transiciones, desplazándose por el escenario como quien busca algo que solo él sabe encontrar. La aparición de una mesa cuadrada de metal marca otro de los momentos cumbre: con los pies parece acercarse al ritmo de los tambores de Semana Santa, pero se lleva la propuesta hacia la esencia misma del flamenco, unas tonás que acompañan las percusiones de Los Mellis con una suerte de yunques y martillos de fragua customizados para la ocasión.
El cierre no podía ser más emotivo y significativo. Galván termina bailando por bulerías, tal como le pedía su madre, sobre el cante de La leyenda del tiempo por parte de Los Mellis. Después, con el público, admitiría que tuvo mucho reparo en bailar al gran cantaor de la Isla. «Todos los maestros antes eran revolucionarios. Me da miedo bailar a Camarón, hay un clima de que está aquí y no podía ni bailar. Pero creo que le damos las gracias».
El telón cae a media pierna mientras él recorre el escenario bailando y las voces se pierden en ecos que se prolongan en la memoria.
Con El Dorado, Israel Galván demuestra una vez más su capacidad camaleónica, su habilidad para sorprender desde la tradición y su talento para hacer del flamenco un territorio siempre expansivo. Un Galván que baila a lo gitano y que, al hacerlo, nos recuerda que la revolución también puede ser un acto de amor.
Ficha artística
El dorado, de Israel Galván
XL Festival Madrid en Danza
Teatro Federico García Lorca, Getafe
30 de mayo de 2025
Concepción, coreografía y baile: Israel Galván
Palmas: Los Mellis de Huelva