No hay que esperar a que pasen cien años para apreciar algunas cosas: nuestro tiempo está produciendo piezas magistrales, obras llamadas a perdurar sin necesidad de que el tiempo las valide. La Trilogía sobre la guitarra de Rocío Molina es sin duda una de ellas. Han pasado algo más de cuatro años desde que la vimos aterrizar en aquel Teatro Central de restricciones de aforo y mascarillas, y no ha hecho más que ganar en enjundia. El Teatro de Nîmes (Francia) ha querido acoger las tres partes del espectáculo en un mismo día, un maratón de danza que explica por sí solo por qué la malagueña, superados ya los 40, está instalada en lo más alto de esta disciplina.
Hondura, gravedad, humor, fuerza, delicadeza, bailes frenéticos y momentos de sosiego, pasajes luminosos, atrevimiento, sensualidad… ¿Para qué seguir? La tentación inicial de quien esto escribe es resumir el juicio en pocas palabras: la Trilogía contiene simplemente todo. Porque quizá es esa plenitud la que representa la guitarra para Molina, seis cuerdas para decir lo indecible y un agujero en la madera que contiene, como el Aleph, el universo.
Podemos destacar, no obstante, algunos aspectos de las distintas entregas. En Inicio (Uno) no se trata tanto de bailar a la guitarra, como a un guitarrista. La devoción que se profesa a Rafael Riqueni se convierte en un diálogo entre el músico y el cuerpo de la bailaora, que también consiente el embelesamiento. El maestro de la calle Fabié, castigado por la vida y resurrecto bajo los focos, saca a relucir composiciones como Amarguras o Cogiendo rosas para inspirar a Rocío Molina, pero también hay escenas de una enorme plasticidad, como cuando la artista se reviste con el tapete del suelo y se transforma en una extraña criatura. En todo caso, lo que prevalece es la dulzura, el cuidado exquisito a ese ser frágil y genial que toca para ella.
«Hondura, gravedad, humor, fuerza, delicadeza, bailes frenéticos y momentos de sosiego, pasajes luminosos, atrevimiento, sensualidad… ¿Para qué seguir? La tentación inicial de quien esto escribe es resumir el juicio en pocas palabras: la Trilogía contiene simplemente todo»
Tras la tierna reverencia a Riqueni, la segunda parte, Al fondo riela (lo otro del uno), da paso a la sangre nueva. Es la hora de derrochar fuerza, llevada en volandas por las sonantas de Óscar Lago (en sustitución de Eduardo Tassierra) y Yerai Cortés, mientras la pantalla del fondo refleja el movimiento de unas oscuras aguas, metáfora de los miedos y dudas interiores que acabarán de conjurarse en la siguiente estación. La hora de las locuras de la bata de cola, de las escobillas vertiginosas y los cambrés imposibles en un enorme catálogo de bailes, de la farruca a la soleá.
Llegamos así al desenlace, no en vano titulado Vuelta al uno. Empezamos con la dulzura y hacia la dulzura debemos caminar, aunque sea materializada en ese azúcar vertido en el suelo, sobre el que Molina se revuelca gozosamente, o en las numerosas golosinas que devora durante el montaje, bajo la atónita mirada de Yerai Cortés. Todo es, claro, una broma, porque el desenfado preside la pieza. Reír y reírse de uno mismo como desinfección y exorcismo, eso parece proponerse la malagueña sacando una vis cómica muy acentuada.
Pero nada más lejos de una charlotada: aquí acude también Cortés con una música tremenda, apoyada en distintos efectos sonoros, que puede parecernos un loop obsesivo por taranta o crear un oasis de paz en la sensibilidad del espectador, o poner a bailar al patio de butacas entero con un soniquete irresistible por palos festeros. Molina, que ya había bailado a lo largo del día más de dos horas, se mostraba infatigable. En un instante le confiesa a Cortés: “Cuanto más cansada estoy, más fuerza tengo”. Suena a sarcasmo, pero parecía real.
La Trilogía sobre la guitarra culmina así con la liberación personal y el éxtasis. Es una conclusión personalísima con la que no cuesta nada identificarse. Es un espectáculo indudablemente flamenco, pero también un relato épico, un poema visual y un breve tratado filosófico. Y para la historia de la danza contemporánea, eso que llaman un clásico instantáneo.
Ficha artística
Trilogía sobre la guitarra, de Rocío Molina
Festival Flamenco de Nîmes
Teatro de Nîmez
12 de enero de 2025
Rocío Molina, baile
Rafael Riqueni, guitarra
Yerai Cortés, guitarra
Óscar Lago, guitarra