Por más que se olvide el nombre de añadir su apellido flamenco, es precisamente eso lo que busca el público que viene al Festival de Jerez. Cuando alguien se asoma a los maderos jerezanos anhela el ramalazo de jondura que te zamarrea de gusto como poquitas cosas lo saben hacer. También sirve el baile bonito y los cuentos bailaos si te lo pintan como hay que decirlo.
Los senderos de la emoción llegan al mismo destino. Unos se pierden en devaneos creativos de artistas. Otros lo son y llegan irremediablemente por la verea de la sensibilidad flamenca a tocarte en el sitio, como lo consiguió Trémula, un espectáculo tremendo con la producción y dirección ejecutiva de Juan Alfonso Romero en el que se evidenció el triunfo del baile y el cante de Miguel Ángel Heredia y Alberto Sellés como protagonistas, alejados del tipo festero polifacético del age para arroparse de la guitarra de Jesús Rodríguez, la percusión de Paquito Vega y el cante de Iván Carpio y Juan de La María y hacer al público vibrar con el flamenco por el flamenco, sin discursos con prospectos, alardes culturetas ni historias vacías.
«Heredia conformó su baile entre la elegancia de la soleá y la picaresca en la bulería. Porque lo mismo sabe pararse con solemnidad y gestos serios, que estirar la sonrisa o redondear su baile casi descomponiéndose de placer. Tiene un braceo de lujo y no hay misterios para la técnica en sus pies. Lo mejor fueron sus dibujos acompasaos y contoneos de arte»
Con la sala hasta la colcha repleta de aficionaos y artistas, descubrieron el telón mostrando a bocajarro sus credenciales. Aquí canta hasta el apuntaó. Envueltos en humo, se alternaron las salías y primeros tercios de un puñao de cantes: Juan se templó por bambera, Iván entonó la caña, Sellés la malagueña, luego Heredia por liviana, Carpio la soleá apolá y de nuevo Miguel Ángel por bulería. El escenario negro y desnudo –la mejor escenografía fue su extraordinario elenco–, un esquema de luces que por sencillo a veces fue simple o deficiente y mucho arte sobre el entarimao. No hubo nada más. En una solución de continuidad de principio a fin donde fueron encadenando musicalmente los cantes, no cesó la juerga desde las alegrías y bulerías de Cádiz, hasta los tangos, farruca, taranto, solea y soleá por bulería, alboreá, toná, seguiriya, bulerías y sus cuplés.
Sellés abrió el baile por cantiñas con los hilvanes de las prendas y la Maestranza de Sevilla recogiéndose con garbo la chaqueta en los paseos elegantes. Recortando los tiempos, echaba el baile pa atrás con una delicadeza exquisita, huyendo de zapatazos ni estridencias en los ademanes. La bulería de Cádiz del cierre sirve para entroncar por tangos pasándole el testigo a Miguel Ángel en un momentazo de sensualidad zalamera entre dos hombres bailando y cantando los de Triana, El Piyayo o el Catalina de Vallejo que acabó con el ponme la mano aquí. Y Heredia la llevó al muslo de Alberto con picaresca y ternura.
Los bordonazos, trémolos y picaos de pulsación potente en la guitarra de Jesús enjaretaron una farruca original que enmudeció el patio. Porque tocó aquí, antes y después con frescura y enjundia, arremetiendo candela en los altos y seduciendo a caricias cuando lo pidieron las mecías.
La percusión justa, sobrá en los tiempos y tizná de Paquito Vega se disputó un solo con Sellés, que endosó un taranto rancio, tradicional y nuevo a la vez. Con el del Tío Rufino dio el relevo a la soleá de Heredia, que paseó lento y alzó los brazos calmaos mascando la tensión en el ralentizao a fin de llegar al trance con los pellizcos del Carpio en La Roezna o los envites de La Andonda. Una escobilla de dulce sin subir la voz de los tacones arribó a la orilla de la soleá por bulería, aires aromanzaos y alboreá. Se rifaron las tonás por las esquinas del proscenio y el cante se hizo tormento oscuro entrando en la seguiriya que Heredia rebusca en sus entretelas escarbándose en las heridas para que Sellés baile de dolor y luto. En un paso a dos compartieron las ducas del macho de Curro Durse con el que cierran la herida.
«Y Sellés echa el baile atrás en la contención de lo sugerente, sin dar zapatazos de ostentación y jugando con las figuras recias al tiempo que desfigura el tronco zalamero meneando la cintura. Sus brazos son varoniles y la chaqueta bien prendía. ¡Cómo se mueve este niño!»
Los bordoneos de Jesús dieron pie al tributo a Luis de la Pica o Gaspar de Utrera en el gañote de Miguel Ángel. Y dame vino tabernero. Así acabó la borrachera de cante y baile abrochando la actuación disputándose entre los bailaores las mieles por cuplés. Pataítas de postre y cerró el telón con los aplausos incesantes de un público agradecido.
Heredia conformó su baile entre la elegancia de la soleá y la picaresca en la bulería. Porque lo mismo sabe pararse con solemnidad y gestos serios, que estirar la sonrisa o redondear su baile casi descomponiéndose de placer. Tiene un braceo de lujo y no hay misterios para la técnica en sus pies. Lo mejor fueron sus dibujos acompasaos y contoneos de arte. Canta con retortijones de flamencura. Baila más que bien. Tiene personalidad. Y Sellés echa el baile atrás en la contención de lo sugerente, sin dar zapatazos de ostentación y jugando con las figuras recias al tiempo que desfigura el tronco zalamero meneando la cintura. Sus brazos son varoniles y la chaqueta bien prendía. ¡Cómo se mueve este niño!
Lleno de gozo, me fui contento a la calle tras asistir al ceremonial de disfrute del flamenco como revelación de dos bailaores enamorados del cante.
Ficha artística
Trémula, de los bailaores Miguel Ángel Heredia y Alberto Sellés
XXIX Festival de Jerez
Centro Social Blas Infante, Jerez de la Frontera, Cádiz
26 de febrero de 2025
Baile y cante: Miguel Ángel Heredia y Alberto Sellés
Cante: Juan de La María e Iván Carpio
Guitarra: Jesús Rodríguez
Percusión: Paquito Vega