«Un culto, una obligación, un grito contundente de admiración, un pésame a los verdugos y un abrazo a las víctimas, a su legado, a su alma, cuerpo y mente, a lo que fueron, son y serán…». Así comienza el resumen de la trama en la sinopsis de la genial y conmovedora obra de la bailaora Mercedes de Córdoba. Con la coproducción y dirección ejecutiva de Juan Alfonso Romero y arropada por un elenco artístico de rango superior, se reestrena Olvidadas (A las sinsombrero) en el Festival de Jerez tras remover las conciencias en la pasada Bienal de Flamenco de Sevilla.
Rabiosa por su ignorancia previa de los hechos y por lo que supuso el oprobio a la cultura y a la mujer, Mercedes tiene la necesidad imperiosa de «rescatar del olvido asfixiante» a esas artistas del 27 sacándolas de la injusta oscuridad represiva y silenciada por el patriarcado reinante. Se mimetiza con su dolor interiorizándolo y a modo de alegoría conforma un espectáculo fascinante en el que grita al mundo su historia de libertad –y ahora también la de Mercedes– contrariada y herida.
Tras su revisión, presenta un espectáculo resumido y mejorado en el ritmo y los tiempos de como lo vi en Sevilla, además del esquema de luces de Antonio Valiente, que alterna momentos sombríos con otros plenos de luz, ahora acorde y en correspondencia con su sentimiento y el de las sinsombrero, que osaron destapar sus cabezas por la calle en señal de rebeldía inundando con su brillo interior la cultura del momento para transgredir la norma, descongestionando y dando rienda suelta a sus ideas. Se reestrena así con el pulimento necesario para redondear más aún si cabe la obra.
Los jadeos de asfixia que enloquecen al maravilloso cuerpo de baile –Alejandra Creo, Marta Cañizares y Polina Sofía– dan la primera pista del yugo que soportaron nada más abrir el telón. Juan Campallo vuelve a lucirse con la música de su guitarra, de donde brotan las notas que traducen los sentimientos insondables que se van reflejando en el transcurso del espectáculo. Tiene una orquesta de sensibilidad en sus manos. Sublime, de lo mejor. Como también figuran al mismo nivel la garganta melosa de jirones azucaraos de Jesús Corbacho y la contundencia bronceada de la voz de Jonathan Reyes. Roberto Jaén puso el compás, Paquito Vega su extraordinaria percusión y Gal Maestro –en estado de gracia y buenaesperanza– la gravedad de su contrabajo profundo. Las locuciones en off de mujeres valientes y ninguneadas, algunas desde el exilio o en el olvido, como las de Concha Méndez, María Zambrano y Marga Gil, ejemplifican en primera persona y evidencian el mensaje que pregona Mercedes.
«Mercedes de Córdoba bailó desde la visceralidad. Rotunda, arrebatadoramente flamenca, atronadoramente pasional, rebelada, rabiosa, rebelde y jonda. Despendolá en los tangos, indómita por bulerías, mordiendo el dolor por seguiriya para culminar la función»

La escenografía se estructura en tres espacios: un andamio a la izquierda coronado en su parte más alta por el contrabajo, la tarima del resto de los músicos en el centro y un banco bajo alargado a la derecha. Y la función se conforma como una sucesión de metáforas que a través del simbolismo en el cante y el baile narran el sufrimiento contenido.
Los gritos mudos que se vomitan, los dedos que sellan labios, las manos que tapan bocas, las sombras que persiguen y ayudan a no desvanecerse, los manotazos de invocación a los úteros como símbolo de la feminidad, el agua que limpia y sana o con la que limpian, los pañuelos violetas de la igualdad que reparte Mercedes, los cubos de zinc ora sobre las cabezas de las mujeres oprimidas –tremendo el pasaje donde Corbacho entona unos fandangos haciendo compás sobre el cubo que cubre a una de ellas– ora sobre la de los hombres para que sientan su misma opresión, la sensual celebración desatada de la libertad en el baile ritual por guajira –soberbia la interpretación de Polina–, las mujeres que deshojan margaritas, los tangos de caderas redondas de mujeres liberadas y emancipadas de imposiciones al compás de Triana y Málaga aireando sus cachas sin censuras ni juicios, el ululato de la felicidad, los mantones y los cuplés –Cállate, La malpagá–, el pelo suelto, la guerra y la resistencia hasta la extenuación, pitidos y luces rojas, la pena, el luto, la vela y una nana sentida para la eternidad que entona Mercedes desde el andamio, la tragedia, el maltrato, el llanto…
Mercedes de Córdoba bailó desde la visceralidad. Rotunda, arrebatadoramente flamenca, atronadoramente pasional, rebelada, rabiosa, rebelde y jonda. Despendolá en los tangos, indómita por bulerías, mordiendo el dolor por seguiriya para culminar la función. Poderosa y potente, recia en las figuras, con los pies precisos, el gesto justo, meneando las caderas en la celebración, compungida cuando el sufrimiento ahogaba, parando el tiempo en los silencios… Magistral.
Y doblegó al Villamarta, que cayó rendido a sus pies con una ovación eterna cumpliendo con la emoción provocada.
Ficha artística
Olvidadas (A las sinsombrero), de Mercedes de Córdoba
XXIX Festival de Jerez
Teatro Villamarta, Jerez de la Frontera, Cádiz
27 de febrero de 2025
Baile: Mercedes de Córdoba, Alejandra Creo, Marta Cañizares y Polina Sofía
Cante: Jesús Corbacho y Jonathan Reyes
Guitarra: Juan Campallo
Contrabajo: Gal Maestro
Percusión: Paco Vega
Compás: Roberto Jaén
Textos y audios: Concha Méndez, María Zambrano y Marga Gil





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