La IX Bienal de Arte Flamenco de Málaga quedó inaugurada el pasado 27 de mayo en el Teatro Cervantes con el espectáculo La Maharaní por la Compañía de Luisa Palicio. Previamente, tuvo lugar el acto institucional de apertura, en el que se entregaron los galardones La voz del Flamenco a Manuel Fernández Maldonado y el Premio de la Bienal al periodista y flamencólogo Gonzalo Rojo, toda una institución del flamenco malagueño.
Había mucha expectación, las entradas estaban agotadas desde hacía días, e infinitas eran las ganas de ver a la bailaora esteponera Luisa Palicio meterse en la piel de la Maharaní de Kapurthala para inaugurar una nueva Bienal. Tanta, que el acto institucional de apertura se nos hizo un preámbulo demasiado extenso, del que destacamos la emoción de Gonzalo Rojo al verse reconocido por todo el Teatro Cervantes aplaudiendo en pie al recibir el premio de la IX Bienal de Arte Flamenco de Málaga.
El espectáculo La Maharaní está bien resuelto y nos va contando las tres etapas de la vida de la cupletista malagueña Anita Delgado Briones, que llegó a ser Maharaní de Kapurthala. La primera, en su barrio natal de El Perchel, donde la luz baña de felicidad el escenario con el sonido de las gaviotas de fondo, en un baile a cuatro de Luisa Palicio con sus compañeras de elenco, Coral Moreno, Milena Tejada y Marta Hermoso, que transmitió a la perfección esa sensación de alegre nostalgia de los días de juventud, dando paso a la escena de café cantante malagueño con las actuaciones de Chato de Málaga, José Losada Carrete –aplaudidísimos– y Remache –con qué gusto y flamencura se dio su vueltecita–, que al ser un número para el único lucimiento de estos tres artistas quizás quedó algo forzado.
De Málaga pasamos a la segunda etapa, la mudanza a Madrid, donde Anita y su hermana empiezan a actuar en el café Kursaal formando el dúo Las hermanas Camelias. Luisa Palicio y Coral Moreno nos representan ese momento con un delicioso baile a dos con abanico, con la dificultad de hacerlo en el pequeño espacio que queda delante del telón, en el que, perfectamente compenetradas, crearon estampas de gran belleza, siempre derrochando elegancia como marca de la casa. Un solitario aplauso recorre el pasillo entre butacas. Es el Maharahá de Kapurthala, encarnado por el bailaor Juan Fernández, que apunta un baile de cortejo, pero ella huye.
Las cantiñas, con una Delia Membrive al cante en absoluto estado de gracia, irrumpen dejando boquiabierto al público, donde las tres bailaoras del elenco, con sendas batas de cola rojas, hacen un número de gran brillantez, donde, la verdad, nos hubiera encantado ver también a Luisa Palicio, pues pocas bailaoras de hoy mueven la bata de cola por Cádiz como ella lo hace.
«Si sus brazos y su cintura son la encarnación de la feminidad flamenca, la fuerza de sus pies en el zapateado es la rabia, la desesperación milenaria de la historia de este arte»
Ese baile con bata de cola se hizo aun de esperar –paciencia, que todo llega– pero, a cambio, Luisa nos brindó una hermosísima coreografía en solitario con mantón, en la que su elegancia natural quedó resaltada por sus movimientos etéreos e intensos a la vez, sin aspavientos, haciendo sencillo lo difícil, fluyendo con la música del violín de David Moñiz en una simbiosis de gran belleza plástica que en ningún momento deja de ser flamenca. Y siempre interpretando, con su cara, con sus gestos, consiguiendo transmitirnos ese momento de intimidad y dudas antes del gran momento de la boda.
Porque llega la boda: Luisa se deja revestir por el sari, la prenda típica de las mujeres de La India, y da paso al baile en solitario de Juan Fernández por soleá, un baile sobrio que, sin embargo, tiene desplantes sorprendentes y expresivos en manos y gestos. Los cantaores del cuadro, José el Pechuguita y Delia Membrive, estuvieron enormes, pellizcándonos con poderío. La novia velada hace su aparición y se enredan en un baile a dos por bulería por soleá, demostrando felicidad, enamoramiento, pasión.
Y en esto que la guitarra de Jesús Rodríguez –magnífico durante todo el espectáculo, con un sonido fabuloso, llevando el mando y el desarrollo musical con gran sensibilidad, conocimiento y versatilidad– nos trae el aroma de Jerez, el soniquete reconocible de las bulerías jerezanas para la aparición de Tomasa la Macanita, que le canta a los novios, con letrillas alusivas a los casamientos y que con su jondura y su gitanería brindó uno de los momentos más airosos de la noche.
Pero todo tiene un final. La felicidad es efímera. Y así llegamos a la tercera etapa, la de la separación, la del despecho y la tristeza. Esos sentimientos nos los transmite Luisa Palicio en un número en el que baila al silencio, primero, y después, a la percusión precisa y evocadora de David Chupete, con la pantalla del fondo devolviéndole sus gestos. Si sus brazos y su cintura son la encarnación de la feminidad flamenca, la fuerza de sus pies en el zapateado es la rabia, la desesperación milenaria de la historia de este arte. Delia Membrive le canta por tientos, libre quiero ser como el pájaro que canta, primito, al amanecer, y Luisa, en un contraluz, se despoja de sus ropas y se enfunda –ahora sí– la bata de cola, y se dispone a ofrecernos un final sublime. La copla de Estrellita Castro La Camelia nos la canta otra malagueña excepcional, Pasión Vega, que con su gran personalidad, su magnífica voz y su interpretación de gran hondura sentimental genera un momento de gran complicidad con el baile introspectivo y doliente de Luisa Palicio. Ambas crean una atmósfera mágica, consiguiendo atrapar al público dentro de ella y estremecerlo. La carga emocional es tan intensa en ambas que consiguen la catarsis del espectador.
Con la fascinación del que es consciente de haber vivido un momento único y especial, despedimos en pie a toda la compañía.
Ficha artística
La maharaní, de la Compañía Luisa Palicio
IX Bienal de Arte Flamenco de Málaga
Teatro Cervantes, Málaga
27 de mayo de 2025
Baile: Luisa Palicio, Coral Moreno, Milena Tejada y Marta Hermoso
Cante: Delia Membrive y José el Pechuguita
Artistas invitados: Chato de Málaga, Carrete, Remache, La Macanita, Pasión Vega.
Guitarra: Jesús Rodríguez
Violín: David Moñiz
Percusión: David Chupete
Aforo: Lleno