«Esto no es un recital, porque un recital es lo menos de hora y media. Esto es una horita de cante». Tras agradecer con to el age del mundo su paso por el Festival, se quejó Mateo Soleá del poquito tiempo que tendría. No por demostrar nada, sino por darse el gustazo de naquerá distendidamente, «porque a la gente le gusta enterarse de lo que se canta». Pero le pudo la incontinencia y disertó a su antojo sobre cada uno de los palos y variantes en las que se templó, clavando la hora de actuación, a pesar de todo.
Sin caer en la ostentación ni la pedantería, dio una lección de cante evidenciando que medio siglo sobre los maderos dan para muchos conocimientos. Si la experiencia es un grado, el veterano cantaor tiene los mismos que el vino de Jerez, a lo que saben sus melismas bien timbraos en una garganta gorda y amaderá que todavía hace lo que puede con los bajos y truena valiente con trapío echándole papas al guiso.
«Si la experiencia es un grado, el veterano cantaor tiene los mismos que el vino de Jerez, a lo que saben sus melismas bien timbraos en una garganta gorda y amaderá que todavía hace lo que puede con los bajos y truena valiente con trapío echándole papas al guiso»

Principió por cantiñas, al compás de las palmas de Javi Peña y El Lúa. Y con la flamenquísima guitarra de Antonio Malena hijo, cada día más curtío en el oficio, se arromeró acordándose de El Chaqueta, jugando a impostar la voz buscando sus hechuras. Luego salió por soleá cabalgando sobre el eco de Talega y Joaquín el de la Paula para meterse en Los Puertos, repasando también las de La Andonda o Joaniquí, citando las atribuciones mientras cantaba. Y no seré yo quien se las rebata porque, sin duda alguna, Mateo tiene en estos lances toda una maestría. Contó su historia sobre la soleá de Charamusco y se metió por los rincones que trazó Antonio Mairena, «el rey de to esto», a quien profesa devoción absoluta junto a Curro Malena. Después crujió por seguiriya recordando a Tía Anica La Periñaca, La Pompi, Tío José de Paula… y echó los restos con empaque pidiendo que no permitáis que los franceses entren en Cai.
Dio la alternativa a su nieto Ramón de Mateo, que calentó la nuez con taranto de Manuel Torre –mi muchacho, la espuela– y una cartagenera mejor llevá. Aunque donde sobresalió fue por seguiriya, rebuscándose en los centros oscuros las duquelas que hieren, doliéndose en el macho de Juanichí El Manijero, a pesar de contar solo con diecisiete años.
Terminaron todos por bulerías, evocando al maestro de Los Alcores, rifándose las letras entre Mateo y Ramón para sellar una horita de cante y doctrina con el regusto que tienen los viejos de los que ya nos quedan poquitos.
Ficha artística
Medio siglo en el cante, de Mateo Soleá
XXIX Festival de Jerez
Palacio Villavicencio
Cante: Mateo Soleá
Guitarra: Antonio Malena hijo
Palmas: Javi Peña y El Lúa


