Una calle para Parrilla de Jerez. Este es el propósito de la familia del genial guitarrista que insta a las autoridades locales a iniciar los trámites oportunos para tal fin, sobre todo en estas fechas de Navidad en las que suenan villancicos a diario gracias en gran parte a la labor de conservación y fomento que prestó Manuel Fernández Molina, el hijo del Tío Parrilla. Este gitano del barrio de San Miguel, que nació en la calle Campana número 25 en 1945 y que nos dejó en 2009 tras larga enfermedad, además de un gran intérprete musical, genial como acompañante del cante con su guitarra y virtuoso como solista, fue alma de un proyecto que inició su histórico recorrido en 1982 impulsado por la Cátedra de Flamencología de Jerez con Juan de la Plata y la imprescindible apuesta del editor y productor jerezano Juan Pedro Aladro. ‘Así Canta Nuestra Tierra en Navidad’ da sus primeros pasos con un volumen discográfico que recoge villancicos tradicionales y populares, cantados a coros y cuya esencia sonora cuida con mimo la naturalidad y veracidad de la fiesta. Títulos como ‘Una pandereta suena’, ‘Al pasar por Casablanca’ o el por entonces llamado ‘Villancico del Gloria’ figuran en los créditos traseros en una primera muestra reivindicativa de lo que se estaba perdiendo, o incluso ya se había perdido. Reductos vecinales y alguna peña como la Colchonera (socios jerezanos del Atlético de Madrid, pero nacidos en el barrio de San Miguel y con mucho arte) o ‘Los Cernícalos’, mantenían algo de vitalidad en este aspecto pues por aquellos años ni los negocios ni los ayuntamientos apostaban por esta forma de entender la Navidad y que fue nombrada Bien de Interés Cultural en el año 2015.
Esta idea materializada en discografía contó con el apoyo económico y moral de la Caja de Ahorros de la ciudad de Jerez, por lo que fue mucho más fácil ejecutar año tras año las propuestas que iban acordándose desde la parte artística que bien dominó el protagonista verdadero de estas líneas. Contextualizar es apropiado, sobre todo en estos momentos en los que creen muchos que la Zambomba (hoy Zam-bomba) siempre estuvo ahí llegándose a cometer, hoy en día, demasiados descuidos en salvaguardar un patrimonio que define a esta tierra junto a otras de la provincia que crearon o dieron forma al corpus lírico de la Navidad de la Baja Andalucía. Cierto es que su fama está creciendo desorbitadamente, pero la zambomba (que no zambombá ni zambombada) es otra cosa, no encuentros multitudinarios en los que pocos participan, muchos miran y todos beben. Pero centrémonos en la parte positiva, ¡hagamos un esfuerzo!
Autobuses de otras localidades, negocios de moda o ultramarinos que no cierran en todo el día debido a la cantidad de ventas que realizan, parking que encienden la luz roja de completo, propuestas musicales y culturales que cuelgan el cartel de no hay billetes, hoteles que duplican ocupación, taxis que agradecen la bonanza… todo gracias a la «popular, tradicional, flamenca, gran, jerezana» zambomba. ¡Cuántos apellidos le han salido a esta fiesta cuyo protagonismo es un instrumento de barro tan curioso como doméstico! Sigamos subrayando lo potencial de una juerga que da trabajo a decenas de artistas y a otros cientos que no cantan el resto del año. Discotecas que aprovechan el tirón y organizan jornadas intensivas de actuaciones cuyos villancicos escucharon en la serie de discos mencionada.
Parrilla tiene mucho que ver en esto porque él mantuvo siempre el ritmo en estas grabaciones, le dio sonido a la Navidad de Jerez y recuperó muchas letras olvidadas por esa década de los ochenta. Él ‘convencía’ a La Paquera a que participara año tras año en estos trabajos, a la Macanita, Tío Sordera, los hermanos Curro y Fernando de la Morena, los también hermanos José y Ángel Vargas, José Mercé, también contaba con el singular Torrito, Moraíto… una familia al fin y al cabo. Él se preocupó por poner música a coplas y romances de tiempos atrás que hoy suenan como si de una tarea fácil resultara, caso del ‘Arcángel San Gabriel’ inspirado del poema de Lorca, o creaciones más recientes como ‘Gitanos de Santiago y San Miguel’ o ‘De Vendimiar’. Aquel Manuel que en el 2001 aportara su escuela en el Teatro Villamarta con el espectáculo organizado por la Peña La Bulería y que dirigió con voces como Diego Rubichi, Paca y Manuela, Fernando Soto o La Macanita no debe quedar en el olvido. Aquello pasará a la historia y hoy son más que conocidas esas letras que se estrenaron allí esa noche.
No vamos a alargarnos en el resto de méritos de este genial ser en el resto de ‘falsetas‘ de su vida, porque son de sobra conocidas pero es necesario que no olvidemos la figura de Manuel, en cualquier época del año pero sobre todo en estas fechas de la Navidad. Nada sería igual sin su aportación y la del resto de ese equipo. Desde aquí nos adherimos a la petición del nombramiento de una calle jerezana (avenida o plaza) con el nombre ‘Parrilla de Jerez’.