En junio del año 1968, hace exactamente 50 años, escribí el siguiente artículo, La evolución del flamenco, reflexionando sobre el futuro del flamenco en una publicación dedicada a temas relacionados con el género. Fue antes de que Paco y Camarón nos retocaran las reglas, y nadie se imaginaba los profundos cambios a punto de tener lugar. Sorprendentemente, el texto no contiene nada especialmente desfasado, si acaso cierta inocencia, así que echa un vistazo, y recuerda que la palabra “ahora” se refiere al año 1968.
Muchos aficionados al flamenco piensan que este género es inamovible y completamente hecho, y que apenas ha cambiado durante siglos, pero no es el caso. De hecho, el flamenco, como lo conocemos nosotros, apenas tiene 100 años, y los lugares donde nació son hoy más prolíficos que nunca.
Cuando escuchamos palabras como “puro”, “auténtico”, “verdadero”, etc., aplicadas al flamenco, se está refiriendo al flamenco de una época anterior, en un lugar determinado, entre cierto colectivo de intérpretes. Son términos muy generalizados, porque lo que es “auténtico” para algunos, es vanguardista o comercial para otros. Los innovadores en el flamenco suelen ser criticados o descartados sumariamente, tachados de poseer pocos conocimientos.
La evolución constante que ha llevado el flamenco a tiempos actuales, es sorprendente. Miremos al baile… Una de las formas más bailadas, la siguiriya, fue interpretada por primera vez hace relativamente poco, en 1940, por Vicente Escudero, uno de los artistas más revolucionarios del flamenco que incluso investigó las posibilidades del surrealismo en el baile. Pocos años más tarde, Carmen Amaya agregó los palillos (castañuelas), para el disgusto de muchos veteranos, algunos de los cuales siguen sin aceptar la siguiriya bailada.
A José Greco se le atribuye el desarrollo de la llamada larga de la farruca, además de otras contribuciones al baile de teatro inspiradas en los conceptos de Pilar López. Carmen Amaya fue la primera en bailar la “escobilla”, la sección de taconeo, sin el acompañamiento de guitarra. Hoy, no sólo es aceptable, sino lo más habitual en los bailes de la familia de las alegrías y cantiñas. También se le atribuye la creación del baile de taranto en los años cuarenta. Roberto Iglesias, el genio coreográfico, ha trabajado con la pantomima y la música de jazz al piano. Antonio Ruiz Soler fue el primero en bailar el martinete, una gran novedad que fue, y sigue siendo, el único cante a palo seco que se ha bailado.
Son sólo unos ejemplos de artistas que han aprovechado nuevas fuentes para ampliar el arte y habilitar su evolución.
En el cante, después de la sutileza de La Niña de los Peinas, y la dulzura de Chacón de hace unos años, hoy es más frecuente escuchar una voz más natural, como las de Fernanda y Bernarda de Utrera o Antonio Mairena. El cante siempre está evolucionando y casi siempre es la inspiración para la creatividad del baile o incluso de la guitarra. Se han bailado prácticamente todas las formas cantadas, incluso las de compás libre, y muchas, en sólo los últimos treinta o cuarenta años.
Junto al cante, la espina dorsal, y a veces la fuente de inspiración, es el músico. Hace décadas fue Ramón Montoya con el camino preparado por los antiguos, que adaptó técnicas de la guitarra clásica a la flamenca, convirtiéndola en un verdadero instrumento de virtuosos que el maestro Sabicas llevaría aún más lejos. Hoy en día, escuchamos a Arturo Pavón tocar al piano el acompañamiento de malagueñas, idéntico al de la guitarra, o a Pedro Iturralde tocar por soleá en su saxofón.
La cuestión es, ¿adónde nos lleva esta evolución? Contemplemos los tres ambientes o escenarios donde se disfruta el flamenco: 1) el escenario de teatro con su gran público y baile coral, 2) la típica sala de fiestas con su ambiente de copas y 3) la fiesta particular. Cada uno tiene sus ventajas y desventajas, y ha desarrollado formas que habilitan a los artistas para expresarse adecuadamente. La belleza, técnica y movimientos expansivos que vemos en el teatro, la intensidad del baile individual o de pareja de la sala de fiestas y la atmósfera desenvuelta y espontanea de la fiesta particular donde todo es posible.
El futuro del flamenco a partir de ahora, depende de las necesidades de los artistas que, a pesar de lo que se puede pensar, no son sólo lucrativas. En la opinión de Donn Pohren (autor de “Arte del flamenco”, 1962), “todavía nos quedan unos años, quizás con suerte, hasta el final de este siglo, para disfrutar de un tipo de flamenco que respira, que es vital y significativo”, pero muchas personas por todo el mundo se esfuerzan para conservar el pasado y el presente, de modo que en la imparable evolución del flamenco, puede haber esquemas, reflexión significativa e inspiración.
Estela Zatania, junio, 1968
Boletín del Flamenco Information Service Library