Jerez sigue brillando en el escaparate de los festivales. Mantiene su Fiesta de la Bulería, creada por Juan de la Plata y la Cátedra de Flamencología hace justo 51 años, aunque organizándose ahora de una manera más actual, ciñéndose a las necesidades del público. Sigue habiendo pescaíto frito en el bar, algunos llevan sus bocadillos en el bolso y se mantiene un buen nivel en el cante, el toque y el baile. Por otro lado vemos las diferencias: ya no es un sólo día, sino que han sido tres; espectáculos de dos horas y media, ya no son seis; y las sillas son numeradas y vestidas de galas; ya no hay grada taurina. Esta edición comenzaba el jueves, con la presentación del ‘Río de la Bulería’, propuesta dirigida por el afamado guionista Juan Herrera y el músico Curro Carrasco, en el que se pretendió, consiguiéndolo en gran parte, mostrar la fuerza del flamenco generación tras generación, siendo Santiago un barrio de caudal recio que consigue llegar, con su fuerza, a las orillas dispares del mundo. Por ello, Curro recuperó a cantaores poco vistos en los últimos años en este festival, como Juañares, Sorderita o Antonio Agujetas Chico, los tres más destacados de la noche junto a la bailaora Gema Moneo. Participaron de la fiesta otros más jóvenes como Maloko o Enrique Remache, así como acertado fue el apartado de la mujer con Felipa del Moreno, Lela Sotoy Anabel Valencia como protagonistas. Ésta, de Lebrija, trajo el compás que un día nació en los cortijos de la campiña en unión de vecinos de ambas localidades. José Valencia, apuntó maestría dentro de un espectáculo teatralizado, con la inmersión de nuevas tecnologías en el aspecto escénico y en el que brillaron con sus ocurrencias Diego Carrasco y Tomasito, fieles a sus estilos, nos dejaron boquiabiertos. Niños, muchos niños, como Triana Jero o Juan Dieguito Valencia Carrasco, que pusieron en órbita a la masa. De público, unas mil entradas, como el segundo día.
Esta segunda sesión, la del viernes, fue más que especial por lo simbólico del acto. 150 años de las relaciones diplomáticas entre España y Japón, algo más desde que el flamenco llegó a la ciudad del Shoji Kojima. El maestro japonés encabezó un cartel de categoría, con artistas de ambos países, como muestra de la unión que ha habido entre ambas culturas desde tiempo atrás y que año a año se hace más patente. Bajo la dirección de David Lagos y Javier Latorre, nos adentramos en un mundo de pasión, de amor, de unidad. Por Jerez llegaron Lagos, Londro y Melchora Ortega, tres potentes voces que gustan por día más y que dieron vida a algunos momentos algo densos. De Cádiz, Miguel Rosendo, que no le va a la zaga. Temperamento para el baile de Miguel Ángel Heredia y Andrés Peña, el primero con más presencia, por seguiriyas, rumbas y bulerías; y Peña, más comedido en la bulería por soleá. Pero los dos a la altura. Pero si por algo destacamos esta noche en la programación oficial no es por otra cosa que por el nivel de los japoneses Hiroki Sato, Shiho Morita, Mayumi Kagita y la cantaora Yuka Imaeda, verdadera triunfadora de la noche. Los bailes cuidados, estilizados y de gran nivel técnico. Yuka cantó romances, corridos y nos dejó sin palabras. Fernando de la Morena, con su cante a compás, aunque más debilitado de lo normal, y los bailes de El Zorriy Juana Carrasco, pusieron el punto más antiguo. Palmas a compás para las guitarras de Alfredo Lagos, José Gálvez y Javier Ibáñez.
Y último día, sábado 25, dedicado a Manuel Moneo. Día complicado por lo que supone unir en un mismo cartel a cinco de las figuras del cante más importante de la actualidad jerezana, con un factor tiempo siempre en contra y con la emoción como motor del guión. Pero para eso estaba Manuela Carpio, para hacer lo posible y el espectáculo marchara como debía. De ahí la emocionante inicial ronda por martinetes de Barrullo, Luis Moneo, Macanita, Luis El Zambo y Jesús Méndez. Lloramos recordando a Moneo, su noche. Luego fueron uno tras otro realizando dos cantes a elegir entre los que predominó la soleá, y la bulería, también la seguiriya. Jerez es tierra de estos cantes, para qué negarlo. Todos y cada uno de ellos estuvieron sobradamente a la altura, y se hicieron acompañar de Diego del Morao, Manuel Valencia, Juan Manuel Moneo y Miguel Salado. Cuatro sonantas propias del mejor momento por el que ha pasado la guitarra flamenca en esta tierra. La segunda mitad estuvo más enfocada al baile, con Manuela Carpio por soleá, siempre gitana de furia y raza, inagotable, y el fin de fiesta de ’24 kilates’ recordando aquellos años en los que la Fiesta de la Bulería era eso, una fiesta del pueblo. Fernando Soto, El Bo, Diego de la Margara, Pepe Torres, Carmen Ledesma y El Torombo pusieron el broche de oro a una gala que servía de cierre de una nueva etapa en este festival, que ya lleva así algunos años y que empieza a consolidarse a tenor de la entrada de público. Unas cuatro mil personas en estos tres días.