El pasado sábado celebramos en Morón de la Frontera (Sevilla) el anunciado V Encuentro de Gazaperos, con una treintena de asistentes. No voy a hacer una crónica, sino a denunciar el hecho de que en Morón interese tan poco su historia flamenca más allá de su relación con Diego del Gastor. Silverio Franconetti es la figura histórica más importante del flamenco y, aunque nació en Sevilla en 1831, se afincó de niño en Morón y vivió allí hasta los 22 años, o sea, hasta 1853, según las investigaciones de Luis Vázquez Morilla. Por tanto, se hizo cantaor en este pueblo. ¿Y qué recuerda a Silverio en Morón? Nada. ¿Y al Tenazas? Se tendrán que poner las pilas en el Ayuntamiento porque el mundo está muy interesado en conocer la historia del flamenco y de los flamencos, al margen de disfrutar del arte de los artistas y aficionados.
El flamenco es un arte antiguo, con casi dos siglos de historia y ha dado a algunos artistas que son conocidos universalmente. Silverio es uno de ellos y los moroneros deberían estar orgullosos de que se criara e hiciera cantaor en ese pueblo. Yo pondría un cartel a la entrada del pueblo que dijera: “Aquí vivió y se hizo cantaor el gran Silverio Franconetti”. Y le pondría un busto en algún lugar donde jugara de niño, porque fue el más grande de su tiempo y un artista fundamental en la creación de este arte. El Ayuntamiento va a crear la Casa del Flamenco de Morón y me gustaría saber qué lugar van a ocupar en esa casa Silverio, El Tenazas, Pepe Mesa, Pepe Naranjo, el Niño de Morón, El Fillo hijo o La Andonda. Porque ya sé qué lugar va a ocupar Diego del Gastor, que sí tiene su monumento en el pueblo, por cierto tapado por una farola.
La figura de Diego del Gastor es indiscutible y gran parte de la fama flamenca de esta localidad sevillana hay que atribuírsela a él. Era de Arriate (Málaga), pero pasó su vida en Morón y dejó ahí su esencia, una escuela que han continuado sus sobrinos y otros miembros de esa gran familia gitana sin la que no se podría entender el flamenco en esta ciudad. Pero es perfectamente compatible seguir rindiendo pleitesía a Diego y hacerle justicia a Silverio, quien, como sabemos, cuando Demófilo lo entrevistó para publicar su biografía en Colección de cantes flamencos (1881), le habló de Morón y lo haría con orgullo, porque los Franconetti llegaron a ese pueblo en 1834 y aún siguen en él descendientes de sus hermanos, como bien ha documentado Luis Vázquez, un joven investigador de flamenco, del pueblo, al que deberían apoyar más en esa tierra.
Hay pueblos en Andalucía con mucha historia flamenca, como Morón, que no saben contar o vender en beneficio de esos propios pueblos. Esto, en una región, Andalucía, donde prácticamente vivimos del turismo, es algo incomprensible. Por tanto, se trata de ponerse las pilas, como dicen los jóvenes, y de meterse en faena para que cada pueblo dé a conocer su historia flamenca y la de los artistas que nacieron en ellos y que los pusieron en el mapa jondo. También las distintas diputaciones provinciales tendrían que meter el hombro, en vez de gastar a veces dinero sin ton ni son.
Haría que preguntarse lo que se preguntó hace años Luis Caballero Polo: “¿Somos o no somos andaluces?”. Y de paso, si somos o no somos flamencos. A ver, que tenemos un arte único, un tesoro.