Leí no hace muchos días que hay una especie de campaña contra los creadores en el flamenco, aquellos que componen cosas nuevas y que abren nuevos caminos. Más bien está pasando lo contario, que hay una lamentable persecución contra quienes siguen en la tradición jonda con respeto a unas formas heredadas de grandes maestros del siglo XIX. “Repetir lo de otros”, dicen. ¿Repetir o interpretar?
Soy de los que piensan –y he estado siempre abierto a todo lo nuevo que salga de la frescura y el talento de los artistas– que una malagueña de Chacón renace en cada garganta aunque se ajuste a la partitura. ¿O no renacieron en las voces de Marchena, Valderrama, Jacinto Almadén o Enrique Morente? Así que si un chaval de hoy canta una malagueña de Chacón o una soleá de La Sarneta, si lo hace bien, no está repitiendo el pasado sino interpretándolo y homenajeando a dos grandes músicos como fueron los jerezanos citados.
Digo lo de grandes músicos porque ambos dejaron estilos personales que siguen vivos en los artistas actuales. Cuando Fernando el de Triana calificaba a Tomás Pavón como un buen copista no le estaba quitando valor, sino todo lo contrario: estaba diciéndonos que conocía el legado clásico y que lo interpretaba de maravilla, como así fue.
Tomás sentía predilección por los cantes de Enrique el Mellizo, La Sarneta, Frasco el Colorao o Frijones, aun no habiendo conocido a algunos de ellos. Y, además, admiraba al Niño de Marchena por su creatividad. Solía decir que cuando Dios echó la sal en la tierra, toda le cayó encima al genio marchenero.
Quiero llegar a la conclusión de que es perfectamente compatible que haya cantaores de corte tradicional que interpreten bien los palos tal y como nos han sido legado, con los llamados creadores o representantes de la vanguardia. ¿O no han sido compatibles Mairena y Valderrama o Menese y Fosforito? Como lo son hoy Arcángel y Pedro el Granaíno o Estrella Morente y María Terremoto.
Creadores ha habido siempre, desde los tiempos de El Planeta, y el cante es de gran riqueza y variedad de estilos por esos que en su día se atrevieron a hacer cosas nuevas. Y sigue siendo una joya cultural gracias a quienes decidieron ser fieles a las formas clásicas y mantener la esencia. ¿A qué viene entonces ir contra los que crean y también contra los que conservan?
Suelo ir contra los que crean sin base alguna y se alejan de la esencia, que los hay. A mí me sobra todo el que para hacer algo nuevo destroza lo anterior. O se burla, algo que no había pasado nunca. Mario Maya, Gades o Cristina Hoyos destrozaron nada para crear. Ni mucho menos se burlaron jamás de las formas antiguas. No puedo decir lo mismo de Rocío Molina o Israel Galván.