Una cosa no puede existir sin perseverar en su ser, por lo que Cartagena, flamenca como es, no podía existir sin un festival de flamenco.
La Peña Flamenca Antonio Piñana ha ideado la Semana Flamenca Perlas a Millares, con el fin principal de rescatar el famoso Concurso nacional de cantes por cartageneras que se ha venido celebrando de forma intermitente en la ciudad desde 1921 -sí, un año antes que el de Granada- hasta el pasado sábado, en el que concluyó la primera edición de esta nueva época del certamen.
Esta Semana flamenca ha constado de un curso en torno a los cantes mineros con especial énfasis en los cantes por cartageneras, con ponentes expertos en las diferentes ramas de la investigación jonda, como Manuel Bohórquez, Paco Paredes, Jose Francisco Ortega Castejón o José Martínez Hernández.
El día 8 de junio tuvo lugar un festival en el que actuaron Antonio Ayala El Rampa acompañado a la guitarra por Pepe Piñana, Curro Piñana –quien contó con la guitarra de su padre Antonio Piñana– y finalmente actuó la compañía de baile La Truco. Curro Piñana resultó ser el triunfador de la noche; buena parte de la actuación la empleó en interpretar diversos cantes mineros, como homenaje a su abuelo quien tanta fama dio a estos estilos. Del cuadro de la bailaora madrileña destacó sobremanera el cante desgarrado y potente de Chelo Pantoja.
Los días 9, 15 y 16 de junio fueron los dedicados al concurso de cante en el que se hizo con el premio al cantaor más completo Antonio Porcuna El Veneno, viejo conocido de la afición de esta tierra por haber ganado en el año 1999 la Lámpara Minera. La victoria del cantaor fue más que evidente, superando con mucho el nivel del resto de participantes.
El galardón a los mejores cantes por cartageneras recayó sobre el cantaor José García Vilches El Petro y el premio al mejor cante de compás fue a parar a manos del barcelonés Víctor Palacios.
Resultaron finalistas, mas sin premio, la granadina Marian Fernández y Miguel Ángel Lara Solano. La única cantaora de la final fue también la gran revelación del concurso, pese a su juventud -nació en 1992- ya atesora en su garganta ecos de cantaora experimentada. Su participación en este concurso le ha dado a conocer entre los flamencos de esta zona entre la que ha dejado muy buenas sensaciones.
La noche de la final del concurso de cante se hizo entrega de la distinción del certamen de coplas para cantes por cartageneras homenaje al letrista local Ginés Jorquera. La letra vencedora fue la del autor Rafael Domínguez Villa, quien recurrió a la temática marinera tan común en estas letras, como la relativa al trabajo en la mina. Dice así: Al lado del rompeolas/ mi corazón aún te espera/ donde empieza la escollera/ donde la playa está sola/ las noches de primavera.
Apostar por organizar un concurso en los tiempos que corren es empresa para valientes. Algunos de los fines perseguidos por el mismo, cuales son la conservación y difusión de las cartageneras y el resto de cantes mineros ya se encuentran sobradamente cubiertos con la existencia del Festival del Cante de las Minas de La Unión, por lo que necesitaban ir más allá e inundar de flamenco toda Cartagena. Lo han conseguido. La afluencia de público sin ser masiva ha sido digna para tratarse de una programación de arte flamenco, lo que debe suponer desde ya un acicate para los organizadores con vistas a 2019.
La directiva de la Peña Antonio Piñana puede estar orgullosa del trabajo llevado a cabo así como con el resultado del mismo. Bien podrían las instituciones públicas de la ciudad y de la región no sólo continuar con el apoyo que han ofrecido para esta primera edición, sino incrementarla y apostar decididamente por un evento de esta clase que tiene un tremendo potencial.
Buena parte de las actuaciones han tenido como escenario principal uno de los emblemas de la arquitectura cartagenera, la actual Facultad de Ciencias de la Empresa, que como edificio fue creado como prisión. Sí, se trata del célebre Penal de Cartagena, ese cementerio de hombres vivos tal y como reza la celebérrima copla. Según García Lorca, en este presidio nacieron la playera o plañidera característica de este fecundo penal de Cartagena y el martinete propiamente gitano. Es un lujo poder escuchar flamenco en un lugar como este, mucho más si se tiene presente su historia.
Sin embargo, la nota negativa a estas jornadas debe ponerse sobre el Ayuntamiento de Cartagena, quien hizo coincidir el sábado 16 la final con un concierto de estruendosa música electrónica a escasos quinientos metros del recinto universitario, por lo que hubo por momentos injerencias sonoras un tanto desagradables.