Lo más gratificante no es otra cosa que pasear, comer y respirar donde él lo hizo. Encontrarse con personas que se criaron en su misma calle, amigos de toda la vida, el bueno de Vitoriano, a su hermano Pepe cada tarde en las actividades celebradas durante los seis días del festival, a sus sobrinos y sobrinas que bajan desde Madrid para engrandecer con su presencia los honores que Algeciras rinde a su insigne creador musical Paco de Lucía cada año en el mes de julio desde hace cinco temporadas. Cada año se superan desde el Ayuntamiento y la organización. Sin duda asistimos a la dedicación más sentimental de una tierra que no olvida la grandeza del ‘hijo de la portuguesa’, y todo lo bueno que hizo por su ciudad natal. Es por ello que no es suficiente levantar un gran monumento en el Puerto Marítimo de Algeciras, ni construir un Centro de Interpretación cultural con su nombre, ni si quiera este Encuentro Internacional de Guitarra dedicado a su figura… no cabe duda de que constantemente se irán creando iniciativas para dar a la memoria de Paco lo que Paco ya dio en vida. Y no se cuestiona esta realidad porque han demostrado no tratar de aprovechar a conveniencia su imagen, sino cuidar su estandarte más popular.
Desde el momento en el que José Carlos Gómez inauguró oficialmente la edición en el Parque María Cristina, desde ese martes a las 22.30 de la noche con un público entregado y numeroso, desde aquel instante, Algeciras volvía a sentir esa añoranza de forma intensa por quien se fue de forma repentina y descansa en el cementerio de la ciudad, lugar de peregrinación de cientos de aficionados a la guitarra de Paco. Con ‘Origen’ se abría este V Encuentro, seis días de programación interesante y estudiada con el fin de estar a la altura de la universalidad del maestro. Cursos, conferencias, flash mob, actuaciones, exposiciones, entrega de premios… Por allí han pasado periodistas como Kyoko Shikaze, Monika Bellido, o el que os habla, tratando de exponer algunas ideas sobre el flamenco actual, también músicos como Pascual Gallo, francés que conoció de buena mano a Paco y Camarón y que acude para mostrar sus vivencias. O la promotora californiana Catherine Diaz, junto a su familia. Es el ambiente el que imprime magia a la cita.
Un gran escenario, un espectáculo equipo de luces y sonido, y una organización diez, han sido los motivos fundamentales para que los artistas que han protagonizado los espectáculos hayan triunfado sin excepción. El inicio de José Carlos rescató los sonidos se su infancia, de esos rincones donde se crió y desde el que construyó su imperio musical. Llegó el miércoles Pastora Soler, una lluvia fresca en forma de voz que se moduló entre la balada y la copla, dando más presencia al primer género. Con ‘La Calma’, Pastora salió victoriosa de una cita «especial, porque siempre esta tierra me ha querido mucho», llegó a reconocer. El violín del cordobés Paco Montalvo mostró que el flamenco se puede ejecutar desde cualquier camino mientras se elabore un lenguaje sano y respetuoso. Paseó por el repertorio de las grandes obras de la cultura española, desde ‘Granada’ a ‘Sevilla’, concluyendo con el ‘Entre dos Aguas’. EL viernes fue la noche flamenca por excelencia, aunque la jondura estuvo presente en todas las noches. Se puso sobre la escena los cinco caminos: la guitarra de concierto, con el gran Antonio Rey, el cante de Antonio Reyes, el toque de acompañamiento de Diego del Morao, el baile del príncipe Farruquito, y el compás, mucho compás.
Un cartel de primer del que Paco se hubiera sentido más que satisfecho y orgulloso.
La cosa no acababa ahí, pues el sábado era la noche de la Estrella. La hija de Enrique Morente no defraudó en el primer concierto que daba en solitario en Algeciras. Estuvo descomunal, elegante como siempre. Bien vestida, voz cuidada, respeto al público, repertorio amplio entre flamenco y canción… la noche con más público de todas las programadas. Y el domingo acabó la cita con el concierto del guitarrista malagueño Dani Casares, que se quiso acompañar por la Orquesta Sinfónica de Málaga, ofreciendo un concierto impecable y de una altura inalcanzable. El Concierto de Aranjuez sirvió de guinda para este pastel que cada año sabe mejor.