Foto: cienxcien flamenco
Al final no me fue posible ir a La Puebla de Cazalla para escuchar a esos tres chavales que la están liando donde quiera que van: Manuel de la Tomasa, El Purili de La Línea y Pepe el Boleco, que estuvieron acompañados a la guitarra por Antonio García y Rubén Lara. Por cierto con una entrada espectacular, unas seiscientas personas, aunque hay que recordar que era un festival benéfico organizado por la Hermandad de los Dolores.
He apoyado ya públicamente a estos tres jóvenes cantaores de futuro y lo voy a seguir haciendo. Pero cuidado con perder la cabeza, porque son adolescentes y hay que dejarlos crecer y formarse. Y estoy leyendo cosas que no me gustan nada, cómo hay quienes se están pasando tres pueblos calificándolos en algunos casos de genios o revolucionarios. Son solo tres chiquillos que tienen el don del cante jondo. Sí, jondo, porque a los tres les gusta la jondura y les sale de manera natural aunque con el mimetismo lógico de los que empiezan.
Un día hablé con un amigo de la infancia de Manolo Caracol que estuvo con él en Granada cuando tomó parte en el célebre Concurso de Cante Jondo de 1922. Le pregunté que cómo cantaba y me dijo que como un niño de 12 años, que era su edad entonces. Naturalmente, Chacón, que fue quien lo apuntó al certamen, vio en aquel niño, el de su amigo Manuel Ortega El del Bulto, el diamante que había que pulir. Ya sabemos cómo acabó la historia. Caracol fue un niño prodigio del cante, pero no del aflamencado, sino del cante grande.
A mí me parece un milagro que estos tres jóvenes canten como cantan, con esos metales y una afición sorprendente. Juntan medio siglo entre los tres y parece que tienen dos de cante cada uno. Pero son muy jóvenes y no es cuestión de darles una responsabilidad que los supere, así que hay que tener cuidado con esto porque les puede perjudicar.
Siempre que sale un chiquillo cantando de manera genial, otros lo siguen. Pasó con el citado Caracol y con otro genio, el Niño de Marchena. Y antes había pasado con la Niña de los Peines o Manuel Torres. Ojalá salgan otros chavales queriendo seguir los pasos de estos tres nuevos mosqueteros del cante jondo, porque esto aseguraría una nueva generación de cantaores.
Como dijo Antonio Machado, “despacito y buena letra, que el hacer las cosas bien, interesa más que hacerlas”. Que no se nos vaya la olla, porque no está el cante flamenco para confundir o agobiar a tres jóvenes que nos pueden dar muchos días de gloria. Hay que cuidarlos y, sobre todo, dejarlos que descubran ellos mismos qué camino quieren seguir.