El pasado 1 de mayo, Niña Pastori, la cantante de San Fernando, o reina del flamenquito, como la llaman algunos, declaró en una entrevista en La Razón que “el flamenco sin la mujer no sería nada”. Por ahí vamos ya con esto del feminismo flamenco, en auge desde hace algún tiempo. Es verdad que a lo mejor no quiso decir eso, pero lo dijo y quedó ahí. ¿Se imaginan que un hombre hubiera dicho lo contrario, que el flamenco no sería nada sin los artistas masculinos? Hubiera ardido el mundillo.
Incluso hay que tener cuidado con denunciar estas cosas porque el poder en el flamenco existe y la mujer tiene un importante papel. Una conocida feminista flamenca me ha quitado de algún que otro sitio porque no le caigo bien, y un día lo contaré para que nos vayamos entendiendo todos. Diré quién es, porque además tiene bastante poder y está metida en todos los fregados flamencos por su vinculación a la política.
Han pasado de exigir reconocimiento y sitio, algo totalmente justo, a decir que el flamenco es cosa de las mujeres. Tampoco es que lo haya dicho Carmen Linares, que es una de las grandes maestras del cante de este tiempo, sino una cantante aflamencada. Que por cierto es una estupenda artista y a mí me gusta su sonido tan juvenil y desenfadado, aunque nunca la haya considerado una cantaora. Pero la Niña Pastori es muy mediática y cualquier cosa que diga tiene repercusión en los medios de comunicación social. Por tanto, la artista cañaílla debería medir las palabras.
Hay quienes defienden la teoría de que el primer cante flamenco de la historia fue una nana y que como la nana es un cante de mujeres, pues eso. El compañero y amigo Enrique Montiel, entre otras muchas cosas, biógrafo de Camarón, suele decir que el flamenco lo inventó la Niña de los Peines. En fin, que el tema tendría un libro o varios tomos. Pero lo único cierto es que desde que se publicaron las primeras noticias del flamenco en la prensa o libros, mujeres y hombres estaban juntos y cantaban más o menos los mismos palos de la baraja.
La citada Niña de los Peines solía decir que ella aprendió a cantar escuchando a sus padres, a los dos, y a sus abuelos. Su madre, Pastora, dicen que cantaba y bailaba muy bien por tangos, el baile preferido en las fiestas gitanas antes de que se impusiera la bulería de manera tan rotunda. Su padre, El Paíti, cantaba muy bien los cantes a palo seco, los llamados de fragua, puesto que él era herrero. Y cuentan también en Arahal, de donde era la madre de la artista, que su abuelo Tomás Cruz El Calilo, natural también de este pueblo, tenía una gracia infinita y que bailaba de escándalo.
Lo deseable sería que el tema de la mujer en el flamenco no sirviera para controversias y polémicas absurdas, porque creo que es un debate estéril. Y lo que sí es absurdo, en mi opinión, es que entremos en una guerra para saber quién puso más en el nacimiento del flamenco, si la mujer o el hombre. Según La Pastori, el hombre no puso nada, aunque estoy convencido de que no quiso decir esto. Si es así, no estaría mal que lo aclarara para evitar más comentarios.