Luis de Periquín implanta en Jerez una nueva forma sonora de entender la Navidad. Cuenta con el respaldo de multitud de seguidores llegados de distintas partes del país consiguiendo movilizar a gente en la reventa. El Teatro Villamarta se llenó, pero con más de un mes de antelación, para disfrutar del espectáculo que llevaba este inquieto músico del barrio de Santiago tras haber pasado por ese escenario en distintas ediciones de la zambomba organizada anualmente por la Federación Local de Peñas, así como importante fue su presencia en la promovida por la Hermandad del Prendimiento en el mismo escenario. Cada una de las veces mencionadas, Luis y su equipo han ido dejando destellos de creatividad, frescura y novedad, dándole una vuelta de hoja al corpus lírico de la Nochebuena de Jerez. Lo que en su día se defendía como Zambomba, este año ya se ha gritado que esta propuesta se asemeja más a un espectáculo, ya que esas fiestas populares «se viven en las calles, plazas y patios», según su director. La noche del 22 de diciembre, ya acercándose a la Natividad del Señor, los más jóvenes (algunos de ellos con mucha experiencia) de este afamado arrabal de la tierra del Tío Pepe asaltaron el escenario ante una expectación descomunal. Pudimos ver a gente de Zaragoza, Sevilla, Málaga, Chiclana, Zahara de los Atunes, El Puerto de Santa María y a muchos jerezanos. Público heterogéneo en edad, derribando así el mito de que a este grupo le siguen nada más que jóvenes. Error, porque la forma que ha levantado Luis en torno a esta idiosincrasia musical gusta en general y eso no hay quien lo discuta.
¿Y cuál es la forma? La clave está en la unidad de las voces, en la armonía que se crea en el espacio, en el trabajo en equipo, en la capacidad de liderazgo de un director, en el respeto al compañero, a la generosidad con el público… que da como resultado una serie de interpretaciones de carácter visceral y elegante, con compás descomunal y con un estilo propio de lo actual aun recurriendo en la mayoría de ocasiones a la temática católica que condiciona esta fiesta. Como referencia tienen a Parrilla de Jerez, sobre todo, Fernando Terremoto, Antonio Gallardo… y a otros tantos que nunca se han acercado al villancico pero que son músicos de primera como percusionistas o guitarristas. Esos recursos lo vuelcan en la propuesta consiguiendo un todo bastante compenetrado. La sensibilidad de Fanía Zarzana siempre destaca, las aportaciones en voces y bailes de Manuela Fernández y Dolores de Periquín suman el momento pintoresco; Ana Parrilla, Manuela de Perikín y La Junquera, aportan cierta madurez que en el escenario se nota así como las miradas de control; Junquerita lleva hasta lo exótico a la voz gitana; Rocío Valencia parece un descubrimiento y nos emociona; y Felipa del Moreno nos regala el momento de la noche con una interpretación brillante. Composiciones nuevas y con sentido, con un contenido estudiado y fruto de la investigación. En lo masculino nos centramos en el ritmo rockero de Juan de la Morena; las gargantas dulzonas de Maloko y Joselete, dos iconos del clan; Nono de Periquín y José de la Melchora rajan sus metales para regalarlo a cada momento, y Manuel de Cantarote se lleva la palma con su mundanal quejío y entrega absoluta. Nada sería lo mismo en este grupo sin las guitarras de Nono Jero, Fernando de la Morena hijo y Madrile Carrasco, los tres en estado de gracia, o sin la percusión de Juan Diego Valencia (padre e hijo), Curro del Vaca y Manuel Cantarote, y sobre todo, nada sería igual sin Luis de Periquín.
Vayamos al fin de fiesta, al que se suman muy acertadamente los bailes de Gema Moneo, la bandera del baile de Jerez de su generación, Fernando Jiménez, con la gitanería impropia de esta época, y Aitana de los Reyes que aparece con la majestuosidad que ha de bailarse en un teatro como este. El considerado artista José Valencia, el de Lebrija, también apareció en la noche con un villancico y por bulerías, en una muestra de amor a esta tierra y a su gente, su gente los de Jerez que están creando una marea en torno al villancico que vuelve a dejar sorprendido a los más pesimistas de la zona, sumando a lo que otros hicieron una manera distinta y fresca, insistimos, bañada de experiencia y amor, dedicación y ensayos, horas y más horas, ilusiones y lágrimas. Así, así suena y sonará Jerez en Navidad.