El pasado martes recibí una fotografía de los responsables de la Bienal de Flamenco hecha en una reunión con los medios de comunicación para hablar de las líneas a seguir. No sé quién invitó a los medios, pero ni idea de que se celebró esta reunión hasta que no había pasado. Me sorprendió la cara de Antonio Zoido Naranjo, el director. Como pueden ver, es la cara del cansancio y el hastío.
La Bienal lleva años muerta, aunque no lo quieran reconocer y se llenen los teatros. Los teatros se llenan en todas partes desde hace siglo y medio, así que ese no es el problema. Lo es que el festival esté desmotivado, a pesar del nuevo director, amigo al que respeto y aprecio desde hace cuarenta años. Pero, ¿de verdad es la persona indicada para la renovación que necesita el magno festival sevillano? Ni mucho menos, pero es el que tenían más a la mano después de la renuncia de José Luis Ortiz Nuevo y de que otros declinaran la invitación para dirigir el que para muchos es el mejor festival flamenco del mundo. No lo dudo, aunque esté muerto.
Me parece fundamental, cuando un festival atraviesa por problemas, apostar por la experiencia en la dirección de festivales, de ahí que estuviera de acuerdo con el nombramiento el pasado verano de José Luis Ortiz Nuevo, quien luego se tuvo que ir vomitando de asco porque no le echaban cuenta. Es cuando entra Zoido como director, un hombre ya jubilado que había estado de asesor del festival y que no ha dirigido nunca un evento flamenco, y menos de esta categoría. ¿Por qué está ahí, entonces? Cosas de la política.
Es verdad que el movimiento se demuestra andando y que habrá que esperar a ver qué programación presenta. Lo que se sabe, como producto de esta reunión de cabales, es que se van a respetar algunas cosas ya hechas por el anterior director, Cristóbal Ortega, como la apertura con Israel Galván en la Plaza de la Maestranza, y que la clausura correrá a cargo de Dorantes, yerno de la cuñada de Zoido, antojo del pianista que tendrá lugar el día 30 de septiembre en el Puerto de Sevilla, un nuevo espacio escénico para el festival.
Tiempo habrá para analizar la programación completa, pero el objeto de este artículo es ver la cara de Zoido en esa rueda de prensa casi en secreto. No es que tenga mucha importancia, pero, ¿no había una foto mejor? Tampoco con una sonrisa falsa, pero al menos con algo de alegría en la cara, que parece que están anunciando cómo va a ser el entierro de la Bienal.
La Bienal se ha movido siempre por clanes. Llamo Clan de la Mistela al de ahora, y un día les explicaré por qué, aunque no hay que ser un lince para ver por dónde van los tiros. Periodistas metidos a directores, una mafia que ha llevado al festival a una situación lamentable.
Que Dios nos coja confesados.