Me declaro «follower», haciendo uso de la terminología contemporánea, de la nueva generación de artistas flamencos extremadamente jóvenes que vienen revolucionando el mercando jondo.
Aunque, tengo mayor predilección por unas que por otras, este arte parece vivir un resurgir en voces todavía adolescentes que recuerdan, más en la forma que en el fondo, a estéticas pasadas como el caso de El Boleco o El Purili, rostros imberbes que reflejan las arrugas y la gracia de los flamencos más viejos de Andalucía. Estos dos pipiolos nacidos entrado el siglo XXI brillan misteriosamente como siempre brilló el arte puro, es decir, el que impresiona como genuino, natural o verdadero. El tiempo dirá.
El fenómeno no es nuevo, y perdonen la comparación, artistas como Manolo Caracol, Camarón de la Isla o Paco de Lucía, por citar a algunos, aprendieron a afeitarse cuando ya sabía herir por seguiriyas y enamorar por soleá.
Pero esta explosión de la natalidad artística podría enmascarar una burbuja flamenca, siguiendo con la moda léxica. En Mairena, tierra con el mayor número de cantaores por habitante y metro cuadrado de Europa, y no digo artistas, digo cantaores, difícilmente encontramos aficionados menores de 30 años. Ignoro si este escenario se da en otros centros cantaores ni qué razones lo motivan, pero resulta preocupante.
Por suerte, existe una generación todavía joven y con buena proyección artística como José y Jesús de la Mena, Carlos Guillén, Ricardo Ríos, el guitarrista Jesús Rodríguez, la violinista Elisa Prenda sin olvidar a los Liborio Sosa, Manolo Bustos, Castillo o Alejandro Navarro.
Y como no, Juan de Mairena (1985), que tiene el duro para cambiarlo, la impronta de quien atesora lo necesario para cruzar el charco de los artistas sin mojarse el pernil, y que seguro será protagonista más pronto que tarde dónde se baten el cobre los grandes.
De momento, en Mairena hay cante para rato con Manuel Cástulo en primera línea y creciendo y los laureados Antonio Ortega Hijo, José de la Mena, Paco Morillo, Juan Antonio Ramírez, Juan Cástulo o Antonio Ortega Padre, de una larga lista que aseguran el sonido flamenco entre los Molinos y el Castillo de Luna.
El futuro está por cantar, ya escucharemos.
Pedro Madroñal