Resultaba difícil de explicar a priori si es que ninguno de los dos artistas merecía una noche para sí en el Teatro Central de Sevilla. Ezequiel tiene ya dos discos en el mercado, más que suficiente para los sesenta y cinco minutos que suelen durar los recitales en el ciclo Flamenco viene del Sur. Y de Adela no te digo na, con numerosos espectáculos propios cosidos a sus tacones. Y tras salir de la Caja Negra, no es que sea difícil, es que no tiene explicación alguna, lo mires por donde lo mires. Y no por la calidad de sus artistas, sino porque el público de uno no es el del otro, porque la concepción del arte es diametralmente opuesta, siendo ambas igualmente válidas. Que les sobraba una noche y dos artistas, lo mismo es eso. ¿Quién asesora a los programadores?
Ezequiel Benítez Domínguez nació en 1979 en Jerez de la Frontera, concretamente en el famoso barrio de Santiago, en una familia ligada íntimamente al flamenco. Es amante del estudio de los cantes, de la historia del flamenco, y creador portentoso de matices, letras y hasta de sus propios fandangos. La muerte de su hermano, que siempre lo acompañaba a las palmas, marcó un antes y un después en su vida, y tras unos años viviendo en Cádiz, donde se empapó del mundo de la comparsa carnavalera, regresó a su Jerez natal para explotar como primera figura del flamenco.
No llegó Ezequiel anoche en sus mejores condiciones, lo sabemos quienes lo seguimos por donde quiera que va. No sé si por la voz tomada en el mes triunfal de las alergias, comenzó nervioso por alegrías de Aurelio Sellé, precisamente uno de los palos fuertes del jerezano. Se atemperó afortunadamente por soleares de Jerez, las que cantaba María Bala en las gañanías siendo mocita, aunque sin rebuscarse como él suele. Y ascendió a los cielos agarrado a los pies de María Magdalena, los cuplés por bulerías que el genio sevillano Manuel Vallejo grabara allá por el año 1935. Las palmas de Manuel Cantarote y de Juan Diego Valenciasonaban a gloria, aquí y en las bulerías jerezanas que Ezequiel repartió en ramilletes gitanos por el proscenio, ahora sí, seguro de su arte, transmitiendo “galatería” cuando se acordaba de El Chozas de Jerez y de La Bolola, mientras intercalaba en ellas sus benditos fandangos por bulerías. Cuando el jerezano busca dentro de su corazón alcanza momentitos dolientes, nos dejó llorando en un rincón con los bordones del portuense Paco León arañando las seguiriyas dedicadas a su hermano.
Tras un descanso de sólo pipí, se abrió de nuevo el telón para ofrecernos la temible escena de flamenco negro con círculos blancos en el suelo. Temible por lo manido del recurso, y porque suele ser la señal de que el espectáculo de baile va a estar impregnado de danza contemporánea. Mientras el cuadro permanece inmóvil en cada círculo de luz, aparecerá por norma común una bailaora arrastrando los pies, con la cara desencajada y la mirada ida, como diciendo, a ver si eres capaz de adivinar de qué va a ir todo esto. Y los cantaores Jesús Corbacho y El Londro nos recuerdan que esto va de flamenco, con sus voces de cantaor de alante sacrificadas atrás, el imprescindible sitar de la India y la enfática percusión que todo lo abraza.
Y sí, iba de baile flamenco, de seguiriyas, cabales, romances y corridos, donde la sevillana Adela Campallodesplegó toda su técnica de baile contemporáneo, sobrada de pies, algo menos de manos, y encandiló a su público con su mirada fiera y la plasticidad de sus estampas. Aunque algunos, cuando salíamos buscando el frescor del Guadalquivir, seguíamos sin entender la propuesta de la velada.
Ficha artística:
Espectáculo: Ezequiel Benítez / Adela Campallo
Ciclo: Flamenco viene del Sur
Lugar y fecha: Teatro Central de Sevilla. 15/5/2018Primera parte: Recital de Ezequiel Benítez
Cante: Ezequiel Benítez
Guitarra: Paco León
Palmas: Manuel Cantarote y Juan Diego ValenciaSegunda parte: Espectáculo de Adela Campallo
Baile: Adela Campallo
Cante: Jesús Corbacho y Miguel Soto “El Londro”
Guitarras: Juan Campallo y David Vargas
Percusión: Paco Vega